Resumen
Capítulo 15: Un telegrama
Un día gris de noviembre, justo cuando Marmee regresa al hogar, llega un telegrama del Hospital de Washington informando que el Sr. March está muy enfermo y pidiéndole a la Sra. March que vaya a asistirlo en seguida. Las chicas, Marmee y Hannah sienten que su mundo ha cambiado. Se reúnen compartiendo temores y esperanzas, hasta que Hannah se recompone, encontrando en el trabajo una cura para la desesperación. Todos empiezan a hacer mandados y preparaciones. El Sr. Laurence se ofrece de escolta de la Sra. March, quien no quiere someter al anciano a tan largo viaje, por lo que su vecino insiste en que acepte en cambio la compañía del Sr. Brooke. Meg se entera de esto y se siente muy agradecida. La tía March envía dinero con una nota de reprensión.
Más tarde ese día, Jo regresa del pueblo con una extraña expresión en el rostro y 25 dólares, una suma de dinero importante. Todos se sorprenden al descubrir, cuando Jo se quita el gorro, que vendió su pelo para contribuir a que su padre mejore. Jo tuvo que convencer al peluquero de que tome su cabello con la ayuda de su esposa, que se apiada de su situación puesto que ellos también tienen un hijo en la guerra. La familia cena y se prepara para ir a dormir, a pesar de sus preocupaciones.
Capítulo 16: Cartas
La madrugada encuentra a las chicas leyendo con diligencia, en busca de consuelo. Acuerdan despedir a su madre con alegría para no sumarle aflicciones. Marmee las deja al cuidado de Hannah y la protección del Sr. Laurence y las alienta a mantenerse ocupadas con el trabajo y a no apenarse demasiado. Luego se marcha en carruaje a la estación de trenes junto al Sr. Brooke, y las chicas retornan a sus trabajos.
Al ver que Marmee dejó sus medias zurcidas antes de irse, en señal de que aún en los momentos más difíciles piensa en ellas, todas lloran juntas, agradecidas. Hannah les lleva café para alentarlas antes de que se vayan a hacer sus labores, Meg va a lo de los King; Jo, a lo de la tía March; Beth y Amy se quedan a ayudar a Hannah en la casa.
Apenas llegan a Washington, el Sr. Brooke envía un telegrama informando que el Sr. March está en vías de recuperarse. Luego envía informes diarios sobre el asunto. Las chicas se sienten aliviadas de que su padre esté mejorando, y todas le escriben a su madre contando que Meg se puso a la cabeza de la casa, que Jo se esfuerza en su trabajo, que Beth ayuda a Hannah con las tareas domésticas y que Amy se comporta con dulzura. El Sr. Laurence les manda todo lo que puede y Laurie hace lo posible por alegrar a todos.
Capítulo 17: Una niña abnegada
Después de una semana de trabajo duro y virtud, las chicas empiezan a relajar sus obligaciones, volviendo a la normalidad. Jo se resfría, Amy retoma su arte y Meg pasa mucho tiempo releyendo las cartas del Sr. Brooke y escribiéndole a su madre.
Beth es la única que sigue con sus quehaceres y también con los de sus hermanas. Va a visitar a los Hummel todos los días, pero cuando el bebé de la familia se enferma, les pide a sus hermanas mayores si pueden ir ellas a ayudar. Ellas lo posponen hasta que Beth decide regresar ella misma, a pesar de su cansancio. Esa noche regresa a la casa y Jo la encuentra buscando medicina y leyendo sobre la escarlatina. El bebé de los Hummel ha muerto en sus brazos mientras su madre estaba buscando al doctor y, a su regreso, el doctor envió a Beth a la casa y le recomendó tomar belladona a modo de prevención. Jo se siente culpable y responsable de que Beth haya ido en lugar de ella. Despierta a Hannah, quien les asegura que la escarlatina no es grave si se atiende a tiempo, y que Beth va a estar bien.
Meg y Jo tuvieron escarlatina de bebés, por lo que no corren riesgo de contagio, pero Amy es enviada a lo de la tía March como precaución. Ella se rehúsa a ir hasta que Laurie le promete que la visitará todos los días. Jo se convierte en la enfermera de Beth. Hannah cree que Beth no corre peligro y que no deberían contarle a Marmee para no angustiarla. Como se les ordenó hacerle caso a Hannah, las chicas obedecen, a pesar de que no les gusta mentirle a su madre y de que están muy preocupadas por su hermana.
Capítulo 18: Días negros
Beth está muy enferma, pero Hannah intenta mantener las esperanzas. Es en este momento de la enfermedad de Beth que todos empiezan a apreciar más su dulzura y su ayuda desinteresada. La ternura y la virtud de Beth suavizan el carácter de Jo, que se queda a su lado cuidándola. Las chicas se sorprenden de todos los amigos que tiene la tímida Beth cuando el lechero y el tendero preguntan por ella. En el momento en que Beth empieza a delirar, las chicas le ruegan a Hannah que les dé permiso para escribir a su madre. Hannah lo considera, pero la decisión se hace más difícil cuando se enteran por una carta que el Sr. March sufrió una recaída y necesita a Marmee a su lado.
El primer día de diciembre, el Dr. Bangs decide que es hora de enviar por la Sra. March. Jo manda un telegrama y, cuando regresa, se entera por Laurie que su padre está mejorando. Angustiada, Jo llora con su amigo, quien la conforta con un poco de vino. Laurie entonces confiesa que se puso impaciente con Hannah y que, con el visto bueno de su abuelo, decidió comunicarse con la Sra. March el día anterior, por lo que su madre llegará tarde a la noche. Jo, extática, abraza a Laurie, que responde con unos tímidos besos que la hacen volver en sí. Jo se aparta y se disculpa por actuar de ese modo, culpando al vino de su reacción, y lo manda a Laurie a descansar.
La noticia del regreso de Marmee trae una brisa de aire fresco a la casa, e incluso Hannah se siente aliviada. Beth, sin embargo, sigue muy afiebrada, inmóvil e inconsciente. A las dos de la mañana, de repente, Beth se ve en paz y sin dolor. Jo piensa lo peor y empieza a llorar su muerte, hasta que Hannah se despierta y descubre que Beth se está recuperando. El Dr. Bangs confirma la suposición de Hannah y las chicas, llenas de alegría, hacen vigilia hasta que la madre llega unas horas después.
Capítulo 19: El testamento de Amy
Mientras Meg y Jo lidian con la enfermedad de Beth, la vida de Amy en lo de la tía March también es difícil. La tía se interesa por Amy pero procura educarla con disciplina y demandas, sin el cariño y el afecto al que Amy está acostumbrada. Allí, debe cumplir con una cantidad extraordinaria de tareas domésticas: coser, leer en voz alta y tomar lecciones. Tiene muy poco tiempo libre. Para consuelo de Amy, Laurie cumple con su promesa de ir todos los días y pasear en coche con ella.
Esther, la criada de la tía March, es muy amable con Amy. Le enseña las posesiones y las joyas de su tía, lo que hace que la niña se pregunte a dónde irán a parar todas esas cosas cuando la tía March muera. Esther le cuenta que, en su testamento, la tia March ha indicado que le dará algunas de sus joyas a Amy y a sus hermanas. Al enterarse de que ella procura dejarle un anillo turquesa que le gusta mucho, Amy decide ser más buena para ganárselo. Esther arma para Amy un lugar para que rece y medite, lo que conforta mucho a Amy. Por su resolución de ser buena, Amy decide escribir un testamento con la ayuda de Esther, y le pide a Laurie que sea su testigo. El muchacho le cuenta que, un día, Beth ha hecho algo parecido, indicando qué le dejaba, de sus pertenencias, a cada uno. Inspirada por la bondad de su hermana, Amy deja por escrito, en su testamento, que le corten mechones de sus rulos para sus amigos, haciendo con esto un gran sacrificio a su vanidad.
Análisis
En esta parte más oscura de la novela, la familia March recibe amenazas desde varios frentes. Al principio, cuando Marmee se va a asistir al Sr. March, las chicas retoman el trabajo, al que Hannah considera “la panacea de todos los males” (231). Jo escribe una oda al trabajo por su habilidad de alejar pensamientos tristes de su mente. Sin embargo, pasado un tiempo las chicas relajan sus compromisos. El experimento de las vacaciones fue un anticipo de cómo se llevarían las chicas sin Marmee; aquella vez, la víctima fue el pájaro de Beth; ahora, la que cae enferma es Beth.
Ante el temor de que algo malo les suceda a su padre o a su hermana, las chicas encuentran consuelo en la religión y se refugian en su fe. La mañana en que Marmee parte, todas leen su libro-guía con gran atención y cuidado. Su madre les recuerda que, pase lo que pase, “nunca [les] faltará un padre” (241), quizás haciendo referencia a Dios, a quien antes se llamó el "Padre Celestial". Amy desarrolla su fe en esta sección, recurriendo a la capilla que Esther le armó en la casa de la tía March. Jo, que se siente culpable de la enfermedad de Beth, cuestiona su fe, sintiendo que no puede encontrar a Dios porque las personas más buenas y queridas mueren primero. Laurie la consuela diciéndole que Dios no se llevará a su hermana ahora. Este consuelo la ayuda a sentirse más cerca de Dios.
La desdicha también lleva a que el Sr. Brooke se acerca a la familia. Al bautizarlo “Señor Gran Corazón” (242), un personaje de El progreso del peregrino, las hermanas March lo incluyen dentro de su juego cristiano de superación. La ironía dramática de la sección anterior toma más fuerza en esta parte; sabiendo de los sentimientos de John, el lector comprende mejor sus acciones y también las de Meg, quien aprecia mucho que el Sr. Brooke acompañe a su madre. Meg pasa el tiempo releyendo sus cartas desde Washington y soñando con ojos marrones, señales que nos hacen dar cuenta a los lectores, antes que ella, de que se está enamorando de él.
Jo también tiene una breve experiencia con el romance cuando se arroja a los brazos de Laurie, luego de que aquél enviara por su madre. Ella culpa al vino de su comportamiento inadecuado, reflejando la mirada de la autora sobre el alcohol, y rechaza las demostraciones de Laurie que van más allá de la amistad, como lo hará en el resto de la novela.
En el capítulo 16, se incluyen cartas que nos proveen una oportunidad de leer las voces particulares de los personajes. Vemos, por ejemplo, cómo Amy avanzó en sus estudios de francés porque llama a su madre “ma chère” y se despide con un “Adieu”, y podemos inferir de los errores de ortografía de Hannah –que dice “embío” o “rapidés asonvrosa” (248-249)– su pertenencia a una clase socioeconómica más baja. De esta manera, las cartas sirven para profundizar en la caracterización de los miembros de la familia, porque ponen de manifiesto sus formas particulares de expresión. Asimismo, la inclusión de las misivas de Hannah, Laurie y el Sr. Laurence demuestra que se los incluye dentro de la familia March, particularmente en tiempos de crisis.
Esta sección pone énfasis en la nobleza de la abnegación de Beth, de la que todos aprenden. Jo insiste en que la enfermedad de Beth es su culpa y se dedica a cuidar de ella hasta que se recupere. Con este acto, y al cortarse el pelo para enviar dinero a su padre, Jo descubre la dulzura de hacer sacrificios para ayudar a los que ama. Meg aprende a valorar las bendiciones de un hogar feliz que el dinero no puede comprar, y Amy promete imitar a Beth siendo menos egoísta, lo que se manifiesta explícitamente en su testamento. La enfermedad de Beth y el momento en que Jo cree que la han perdido cuando en realidad se ha ido la fiebre, anticipan su eventual muerte.