El progreso del peregrino (Alegoría)
Desde el inicio de la historia, las hermanas March recurren a El progreso del peregrino, una novela alegórica de John Bunyan, como guía moral de sus comportamientos y acciones. En esta alegoría, el protagonista (Christian) debe superar diversos obstáculos en su camino hacia la Ciudad Celestial (su salvación espiritual). Las referencias a este libro, en especial para la primera parte de Mujercitas, sirven a modo de interpretación de las situaciones que las chicas deben enfrentar, como cuando asocian la casa de los Laurence con el Palacio Hermoso –un punto de descanso en el camino de Christian, custodiado por leones– o cuando la estadía de Meg en la casa de los Moffat se asocia con la llegada de Christian a la Feria de las Vanidades –un lugar lleno de tentaciones que pone a prueba su fe. El progreso del peregrino era muy popular en la Inglaterra del siglo XIX, por lo que las alusiones a esta alegoría eran fácilmente comprendidas por el público lector de la época.
El guante de Meg (Motivo)
En el capítulo 12 Meg recibe de la casa de los Laurence uno de sus guantes junto con un poema, traducido del alemán, del Sr. Brooke. En ese momento, ella no comprende por qué recibe un solo guante, pero el narrador nos da un anticipo del motivo cuando nos dice que la Sra. March la observa admirando su belleza, lo que nos hace pensar que sospecha de las intenciones amorosas del profesor de Laurie. Más adelante, será el joven Laurence quien mencione el guante para dar a entender que el Sr. Brooke lo ha conservado como prenda de su amada. Luego, Jo, que no quiere que su hermana se case porque teme que esto cambie su relación, busca poner a Marmee en contra del profesor, contándole lo del guante. De esta manera, el guante –un objeto que representa bien a Meg, a quien le gusta tener lindos vestidos y accesorios– es un motivo recurrente que hace que el lector se entere, mucho antes que la mayor de las March, de su relación con el Sr. Brooke.
El anillo de Amy (Símbolo)
Cuando debe pasar un tiempo en la casa de la Tía March para que no contagiarse la escarlatina de Beth, Amy se entera de que su tía le dejará, como herencia, un hermoso anillo turquesa que, para la niña, es más bonito que el que le envidaba a su amiga, y por eso decide ser “un modelo de obediencia” (277) para ganárselo. Si bien este anillo, que su tía termina obsequiándole por anticipado, parece ser un símbolo de su vanidad, acaba convirtiéndose en otra cosa. Cuando Marmee le dice que ella es muy joven para usar esa clase de joyas, Amy le responde que quiere usarlo como recuerdo de que no debe ser egoísta. Después de darse cuenta de que a Beth la quiere todo el mundo porque siempre piensa en los demás, Amy decide ser lo más parecido a su hermana en todo lo que pueda. De este modo, el anillo le servirá para no olvidarse de sus buenas intenciones: “me gustaría llevar algo que me recordase constantemente que he de esforzarme por ser mejor” (286), dice. Hacia el final de la primera parte, sus esfuerzos son recompensados con el reconocimiento de su padre, quien nota que Amy no ha caído en la vanidad de mencionar el anillo que lleva puesto, por lo que deduce que “ha aprendido a pensar más en los demás y menos en sí misma” (315).
Flores (Motivo)
Las flores son un motivo recurrente en Mujercitas, en especial en la segunda parte. Aparecen para destacar la belleza femenina y simple de las hermanas March, quienes, al no tener dinero para adornar sus vestidos con lujosos accesorios, recurren a las flores, lo que le da un aspecto más natural y, en consecuencia, más hermoso a su apariencia, por ser más genuino y menos frívolo. En momentos importantes de sus vidas, como en la boda de Meg y en el baile de Navidad en Niza, en el que Laurie y Amy empiezan a enamorarse, las dos hermanas más materialistas de las March, Meg y Amy, utilizan flores en sus vestidos, rechazando aquella parte de ellas que anhela “peinados extravagantes, poses estatuarias y telas sofisticadas” (539).
Por otra parte, las flores, en particular las rosas, cumplen una función en el desarrollo del personaje de Laurie. En Valrosa, él asocia las rosas rojas y espinosas con su amor apasionado por Jo y, cuando Amy le señala unas rosas color crudo, Laurie, en consonancia con su espíritu romántico, cree que aquellas flores son un augurio de muerte. La pragmática Amy le dice que con aquellas rosas claras, sin espinas, no se pinchará las manos, lo que simboliza otro tipo de amor, menos alocado y dañino. Esto hace que Laurie abandone su sentimentalismo y su amor irracional por Jo, dejando crecer en su interior su amor por Amy.
El paraguas (Símbolo)
Cuando el Sr. Bhaer, después de dos semanas de visitas diarias a la casa de los March, desaparece por tres días, Jo se siente triste y enfadada, creyendo que el profesor le ha dado falsas esperanzas. Se dirige a la ciudad con la excusa de hacer unos mandados, aunque su intención oculta es encontrarse con él, y Marmee le dice que lleve un paraguas, por la inminente lluvia. En su apuro, Jo se lo olvida. En la ciudad, Jo se empapa y se llena de barro; le da vergüenza su situación y se siente desmoralizada, hasta que un “desvencijado paraguas azul” se detiene bajo su sombrero.
Es bajo este paraguas que Jo y el Sr. Bhaer descubren el amor que se sienten; allí Jo mira “con una expresión que no dejaba lugar a dudas sobre lo feliz que la haría recorrer el camino de la vida junto a él, aunque no tuviesen más techo que aquel viejo paraguas, si era él quien lo llevaba” (664). También bajo este paraguas Jo y Friedrich se dan su primer beso, aunque aquello fuera una “falta de decoro” (671). En este sentido, el paraguas simboliza no solo el amor de ambos, sino también lo poco que necesitan para estar juntos: un simple refugio que los proteja de la adversidad, ya sea la lluvia o la desaprobación social.