Las batallas en el desierto

Las batallas en el desierto Temas

El recuerdo del pasado

La novela comienza con la frase "me acuerdo, no me acuerdo, ¿Qué año era aquél?" (p.13) y cierra en un movimiento circular sobre la misma frase: "Me acuerdo, no me acuerdo ni siquiera del año. Sólo estas ráfagas, estos destellos que vuelven con todo y las palabras exactas" (p.76). Así, el narrador propone un abordaje del pasado mediado por sus recuerdos, y por el sesgo que implica reconstruir un hecho pasado desde el recuerdo que de él se tiene.

Esta calidad de recuerdo del pasado le permite jugar al narrador a construir un relato que destaca por su realismo pero que termina presentando un final próximo al relato fantástico: luego de construir todo el recuerdo de su amor por Mariana, el narrador la busca y descubre que esa mujer parece no existir. Así, al lector se le plantea una incógnita que queda sin resolverse: ¿El narrador ha imaginado todo el material de su relato, o verdaderamente hay una parte verídica y otra parte inexplicable porque es el mismo narrador quien no logra recordarla con claridad? Esa vacilación, propia del relato fantástico, propone una nueva interpretación de la novela en función de su capítulo final e ilustra con maestría el problema de la construcción de la memoria.

El amor prohibido

El amor que siente Carlitos por Mariana, la madre de su amigo, se revela como algo prohibido que los adultos censuran y juzgan con dureza. Carlitos comprende la dimensión de lo prohibido que su amor representa, y por mucho tiempo se guarda su secreto y no lo comparte con absolutamente nadie. Sin embargo, su obsesión lo empuja a escaparse del colegio y presentarse en la casa de Mariana para hacerle su confesión.

Cuando su familia se entera, la madre lo insulta con vehemencia y lo tacha de monstruo, mientras que el padre repite que su hijo no es normal y debe llevarlo a un especialista. Durante todo el resto de la novela, Carlitos no deja de cuestionarse por qué existen amores prohibidos para los adultos, ya que desde su punto de vista de niño el amor es un sentimiento positivo que no puede entrañar ningún mal. Así, la idea de amor prohibido que sostiene la narrativa de los padres es puesta contantemente en tela de juicio por la mirada, más pura e inocente, del niño.

El avance de la cultura estadounidense

Uno de los temas principales es el avance de la cultura estadounidense sobre México. Esto queda ilustrado incluso desde la estética pop art que Pacheco emplea en la novela y que implica la referencia a los productos masivos de consumo cultural. Así, desde el comienzo el narrador hace mención de un sinfín de marcas y productos de todo tipo provenientes de Estados Unidos, desde autos hasta películas o cigarrillos, que han invadido el mercado mexicano.

El avance cultural también tiene su incidencia sobre la lengua, que comienza a llenarse de términos ingleses que son rápidamente integrados al habla cotidiana: "tenquíu, oquéi, uasamara, sherap, sorry, uan móment pliis" (p.15).

Por otro lado, el avance cultural pone de manifiesto un proceso de transculturación: como dice el tío del narrador, los mexicanos deben "blanquearse", es decir, adoptar las costumbres estadounidenses, que son consideradas mejores, más valiosas y de mayor estatus, y olvidar los hábitos propios de su propia cultura.

A su vez, el avance de la cultura está dado por la intervención de grandes multinacionales en el país, que generan una nueva dinámica de mercado en la que los pequeños productores mexicanos no pueden sobrevivir. Esto sucede con el padre del narrador, cuya fábrica de jabones quiebra ante la invasión de productos de limpieza estadounidenses. El padre está obligado a aprender inglés, vender su fábrica y transformarse en un gerente empleado para una compañía extranjera, pero esto, como contraparte, le permite a su familia vivir el "American way of life", como se ve al final del libro, cuando Carlitos menciona el ascenso social que ha logrado su familia gracias a la integración de su padre en la empresa estadounidense.

El patriarcado

A grandes rasgos, puede pensarse el patriarcado como una serie de estructuras sociales y de discursos institucionalizados que oprimen a la mujer tanto efectiva como simbólicamente. En Las batallas en el desierto, el patriarcado atraviesa todas las narrativas que los adultos utilizan para organizar su mundo e intentan transmitir a Carlitos. Ello se ve, principalmente, en la concepción de la mujer como el sexo "débil", "roto" o "incompleto", en contraposición al hombre como lo "completo".

Las estructuras patriarcales atraviesan todos los ámbitos de la vida y se manifiestan de formas diversas. Por ejemplo, cuando los niños se insultan, lo hacen denigrando a la mujer y a los homosexuales: "Pásame a tu madre, pinche buey, y verás qué tan puto, indio pendejo" (p.29). Así se manifiesta una valoración negativa de las figuras homosexuales y femeninas, particularmente de la materna. Esto, en el caso de los personajes masculinos, lo hacen poniendo su hombría de manifiesto, que se representa en el texto como lo completo y positivo en oposición a lo femenino o incompleto y negativo. A los ojos de estos niños que repiten los discursos heredados, la homosexualidad es vista como una masculinidad incompleta, por lo que “ser puto” es un insulto terrible y no serlo resulta un halago. A lo largo de toda la novela, la narrativa patriarcal representa a la mujer como inferior debido simplemente a su sexo, aunque como madre se le atribuye un gran respeto que entre los personajes masculinos se cuida como símbolo de la propia integridad.

La religión

La religión es otra de las narrativas dominantes que utilizan los adultos para comprender y ordenar el mundo. El discurso religioso se articula en la novela a partir de la figura de la madre del narrador, que se considera una cristiana devota y, frente a la transgresión de Carlitos, recurre a la iglesia como institución normalizadora de la conducta.

La narrativa religiosa se construye como un discurso de autoridad inapelable y rotundo que condena todo pecado carnal y amenaza con la perspectiva del infierno a quienes se desvían de las normas.

La madre construye su narrativa desde la noción de inmoralidad como impureza, que la lleva a equiparar la ciudad de México con las ciudades de Sodoma y Gomorra, símbolo bíblico de ciudades malditas, del vicio, la perversión y la inmoralidad. Con estas narrativas, la religión se transforma en otro elemento opresor y normalizador que busca castigar a cualquier individuo que se corra de la norma, de lo esperado por las "buenas costumbres" que pregona la institución.

El poder y la corrupción

En Las batallas en el desierto se reconstruye el espacio sociocultural de un momento histórico, el del México de la segunda posguerra, y se arremete contra la uniformización del modo de vivir mexicano, la transculturación progresiva, la contaminación creciente, la industrialización excesiva, el autoritarismo, la corrupción de las élites y el mercantilismo.

La mirada del narrador adulto en el primer capítulo manifiesta la inconformidad de la sociedad hacia el gobierno de Miguel Alemán, que se la pasa inaugurando obras públicas a medio terminar mientras destruye la economía del país y roba junto a sus ministros de forma descarada. Para ilustrar de forma contundente la época, el narrador recurre a las palabras de su hermano: “Que importa contestaba mi hermano, si bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda” (p.14). Mientras que muchos sufrían, las personas más cercanas al presidente, o que de alguna manera se involucraban en la política, se favorecían en cuanto a posesión económica y adquisición de bienes en zonas prestigiadas.

A su vez, a través del supuesto padre de Jim, un funcionario del gobierno, el narrador hace una enumeración de casos de corrupción que se le atribuyen a Miguel Alemán:

(...) contratos por todas partes, terrenos en Acapulco, permisos de importación, constructoras, autorizaciones para establecer filiales de compañías norteamericanas; asbestos, leyes para cubrir todas las azoteas con tinacos de asbesto cancerígeno; reventa de leche en polvo hurtada a los desayunos gratuitos en las escuelas populares, falsificación de vacunas y medicinas, enormes contrabandos de oro y plata, inmensas extensiones compradas a centavos por metro, semanas antes de que se anunciaran la carretera o las obras de urbanización que elevarían diez mil veces el valor de aquel suelo; cien millones de pesos cambiados en dólares y depositados en Suiza el día anterior a la devaluación" (p.23).

Así, queda clara la crítica que hace Pacheco al período alemanista de la historia de México.

La búsqueda de la identidad

En la novela, Carlos, ya adulto, narra la historia forzando su adultez hacia el universo del niño. La novela propone un contrapunto entre las narrativas con las que los adultos explican el mundo y la visión de un niño que se resiste a pensar y vivir según estas narrativas heredadas. Esto pone en tensión las narrativas adultas con la visión del mundo del niño y sirve como método de exploración de la construcción de identidad del narrador.

Carlitos es un niño sensible que siente empatía por los marginados, como demuestra con sus compañeros Toru y Jim, y no comprende el modo de pensar de los adultos. Frente a las narrativas dominantes que quieren inculcarle por diversos medios, el niño se mantiene fiel a lo que dictan sus sentimientos y no acepta el mundo tal cual se lo imponen. Por eso, todo el libro se transforma en un ejercicio de la memoria: el adulto trata de recuperar su mirada de niño para comprender así cómo ha ido forjando su identidad en aquellos años.

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