El hongo atómico (Símbolo)
En el capítulo 1, el narrador introduce el contexto cultural de su niñez. La Segunda Guerra Mundial ha dado paso a la polarización del mundo entre Estados Unidos y la URSS, y la Guerra Fría comienza a desarrollarse como el nuevo conflicto de escala mundial. En aquel contexto, el hongo atómico, imagen de las explosiones atómicas, aparece para el narrador como el nuevo símbolo de la época: la posibilidad de un desastre de proporciones colosales que amenaza a todo el mundo de forma constante.
La Cornucopia (Símbolo)
En el nuevo contexto mundial que se despliega tras la Segunda Guerra Mundial, el narrador manifiesta que hay mucha gente que ve en el mapa de México que el país tiene forma de Cornucopia (o de Cuerno de la Abundancia). Para esta gente, la Cornucopia es un símbolo de que México será un país abundante y rico, destinado a crecer y transformarse en potencia en los años venideros.
Los productos de consumo cultural (Motivo)
Desde el inicio de la novela, el narrador realiza largas enumeraciones de los productos culturales que la sociedad mexicana de fines de los años 40 consume. Como motivo, la enumeración de estos productos contribuye al desarrollo del contexto cultural de la acción narrada y constituye una de las grandes riquezas estilísticas de la novela. En general, estas extensas enumeraciones ponen de manifiesto la avalancha de productos norteamericanos que están invadiendo el mercado mexicano. Así, como motivo, los productos de consumo sirven para ilustrar la invasión cultural que sufre México y el profundo cambio que esta trae aparejada para su sociedad.
Por ejemplo, la novela comienza con las siguientes referencias a productos de consumo cultural de la época: "Ya había supermercados pero no televisión, radio tan solo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas" (p.13). Más adelante, las enumeraciones continúan y abarcan todos los ámbitos de la cultura: "Los viernes, a la salida de la escuela, iba con Jim al Roma, el Royal, el Balmori, cines que ya no existen. Películas de Lassie o Elizabeth Taylor adolescente. Y nuestro predilecto: programa triplevisto mil veces: Frankenstein, Drácula, El Hombre Lobo. O programa doble: Aventuras en Birmania y Dios es mi copiloto" (p. 25). Las enumeraciones se suceden hasta el final de la novela. En el último capítulo, el narrador, perseguido por la posibilidad de la muerte de Mariana, observa los productos que lo rodean con espanto: "Vi la muerte en los refrescos: Mission Orange, Spur, Ferroquina. En los cigarros: Belmont, Gratos, Elegantes, Casinos" (p.73). Así, los productos de consumo se convierten en un motivo fundamental de la novela que ilustra el avance cultural y económico de los Estados Unidos sobre México.
"Obsesión", bolero puertorriqueño (Motivo)
A lo largo de la novela se remite, como si se tratara de un motivo que ilustra la obsesión de Carlitos, a un popular bolero compuesto por Pedro Flores en 1935 llamado "Obsesión". Los versos que el protagonista repite y en los que encuentra un ejemplo de su propio amor son los siguientes:
Por alto esté el cielo en el mundo
por hondo que sea el mar profundo
no habrá una barrera en el mundo
que este amor profundo
no rompa por ti...