El vínculo padres-hijos
Se reflexiona a lo largo de toda la novela sobre el tema del vínculo padres-hijos, pues en ese vínculo el narrador y protagonista busca respuestas a su pasado y su presente. La novela retrata cómo este lazo se transforma desde la infancia, en que el hijo recibe pasivamente los valores y mandatos de los padres, hasta la adultez, en que muchos de esos valores son puestos en juicio y reemplazados por otros propios.
El vínculo entre padres e hijos está tratado en la novela en directa relación con el tema de la literatura. El narrador entiende que su generación creció acatando la literatura de los padres, esto es, el relato sobre el pasado que forjaron quienes eran adultos durante el régimen pinochetista. Frente a ese relato, el protagonista asume la tarea de escribir la literatura de los hijos, una versión alternativa de la historia. La práctica literaria es entonces la vía mediante la cual el hijo cuestiona y modifica las dinámicas de vinculación con sus padres.
La identidad
Este tema atraviesa estructuralmente toda la novela, en tanto el fin último que el protagonista persigue al narrar su vida es exponer y reconstruir aquello que constituye su identidad. En efecto, en su diario define la escritura como la instancia en la que se exhibe la verdadera identidad.
En la novela, la identidad se teje, por un lado, en el cruce entre sucesos de la niñez y sucesos de la vida adulta. En la infancia, parte de su construcción está estrechamente ligada a los mandatos transmitidos por los padres, que marcan el camino que el niño debe tomar. En la adultez, algunos de esos rasgos identitarios son reinterpretados por el narrador, desde su mirada madura, o incluso abandonados o transformados. La señal más clara de esa transformación es el enfrentamiento que el personaje experimenta con sus padres, rechazando sus valores y eligiendo otros, propios.
Por otro lado, la identidad en la novela se construye en el diálogo entre lo individual y lo colectivo, en la medida en que el contexto de la dictadura coartó la libertad de todos los personajes. No solo los militantes tuvieron que encubrir y cambiar sus identidades, sino que la sociedad en general se acostumbró a silenciar y negar aspectos de la vida. Para los niños, eso implicó crecer con dudas y vacíos de sentido. Por eso, la búsqueda de la identidad en el narrador se convierte en una pulsión generacional: saldar esas dudas para entender el pasado y, así, su presente.
La memoria
El tema de la memoria es abordado en la novela desde dos dimensiones: la individual y la social. Por un lado, el narrador busca forjar una memoria propia del pasado, más allá de lo que sus padres le transmitieron. Para ello, repasa escenas del pasado que no parecían importantes o que entonces no supo interpretar, para dotar de nuevos sentidos la experiencia vivida. En su diario, tematiza el proceso de construcción de esa memoria y las dificultades que surgen al momento de organizar los recuerdos dispersos. Por otro lado, la memoria es también defendida por el narrador como un valor social necesario, que exige un conocimiento de la historia y un compromiso de la sociedad para evitar incurrir en los mismos errores del pasado.
En este cruce entre la memoria como práctica individual y como valor social, la novela traza un puente entre la historia personal del protagonista y la historia de Chile.
La infancia
La infancia es la materia sobre la que el narrador reflexiona en su novela, porque en el repaso de ella busca encontrar respuestas sobre su pasado y su identidad. Su infancia está atravesada por la experiencia de la dictadura y, en ese sentido, por el silencio y la falta de explicaciones a la que sus padres contribuían.
La infancia es definida como un momento de inocencia y de penumbra, de ignorancia válida, de falta de respuestas. Frente a ello, el narrador adulto repasa anécdotas del pasado, dispuesto a iluminar esos puntos oscuros. Asimismo, ese regreso a la infancia permite evidenciar los mandatos y las ideas impuestas por sus padres, y pronunciar un discurso propio, emancipado, desde el presente.
La literatura
La literatura es un tema sobre el que el narrador reflexiona a lo largo de su novela, en línea con el estilo metadiscursivo que suelen adoptar las novelas de Alejandro Zambra. Esta es abordada tanto desde la escritura como desde la lectura.
Por un lado, el narrador toma su escritura como un medio para pensar su labor como escritor. En su diario comenta la novela que está escribiendo y desnuda los detalles de su propia construcción, a la vez que vuelca reflexiones sobre la función de la literatura, sobre los procedimientos de narración y sobre los desafíos que plantea escribir sobre uno mismo. Así, la escritura es también el medio para mostrarse a sí mismo. En este sentido, la escritura está directamente vinculada con el tema de la memoria: el narrador asume la tarea de disponer sus recursos literarios para construir un relato de la memoria, que organice los recuerdos dispersos de su vida.
Por otro lado, el narrador aborda en la novela su vínculo con la lectura como una práctica íntima y a la vez reveladora, que le otorga un respiro a las exigencias de su escritura, que alimenta a esta cuando está falto de ideas y, particularmente, que le ofrece respuestas a muchos de sus interrogantes personales. Así, para el narrador, la escritura y la lectura están estrechamente ligadas a su pregunta identitaria.
La dictadura de Augusto Pinochet
La dictadura de Pinochet es un tema transversal a toda la novela, en tanto no solo marca la vida pasada de los personajes sino que también determina en gran medida su presente y el de Chile.
En el relato de infancia del narrador se evidencia cómo la dictadura trasciende el ámbito político y público e invade la vida privada, condicionando las costumbres de las personas y afectando las dinámicas familiares. Nuevamente, la historia individual del narrador es extensible a la historia colectiva de su generación y a la historia social de Chile.
En el presente de escritura del diario, las consecuencias del régimen pinochetista siguen vigentes: están presentes en el trauma que dejó en las víctimas y en la necesidad de los hijos e hijas por reconstruir parte de la historia silenciada. Como clima social, el narrador describe la decepción en el proceso democrático y la falta de memoria de la sociedad que expone el triunfo de Sebastián Piñera en 2009.
Las clases sociales
Las clases sociales aparecen en esta novela representadas como marcas de identidad y como brecha insalvable entre miembros de distintas clases. Particularmente, el narrador retrata la clase media a la que pertenece su familia, una clase media nueva, sin historia, que durante la dictadura procuró mantenerse al margen de la disputa política. Este retrato permite nuevamente que la historia individual del narrador pueda servir como espejo de la historia social de Chile. En la configuración de esta clase media, el narrador rastrea la raíz social de los interrogantes de su infancia y los alcances que tienen en el presente. Lee sus valores y prejuicios como marcas del individualismo y de la falta de memoria que atraviesa a la sociedad chilena del presente.