La relación entre William Shakespeare y la Dinastía Tudor es un tema que ha generado debates y especulaciones a lo largo de los años. Existen teorías contradictorias sobre si Shakespeare escribió Ricardo III con la intención de complacer a los Tudor, o si simplemente buscó presentar una narrativa interesante basada en eventos históricos.
Yendo a los hechos, Ricardo III fue escrita por Shakespeare entre 1591 y 1592, durante el reinado de Isabel I, nieta de Enrique VII (Richmond en la obra) y, por lo tanto, miembro de la Dinastía Tudor. Tal como se ve en la obra, los Tudor derrocaron a la Casa de York, a la que pertenecía Ricardo III, en 1485, y establecieron su propia línea de monarcas en Inglaterra hasta 1603. En la obra, Ricardo III es presentado por Shakespeare como un villano manipulador y cruel, mientras que Richmond es caracterizado como un caballero de altos valores, que lucha contra el tirano en pos de obtener la paz del reino.
Según ciertos historiadores y críticos literarios, es posible que, al momento de escribir la obra, Shakespeare pretendiera ganar el favor de los Tudor, y por esa razón construyera a Ricardo III como un personaje despreciable, y a Richmond como un héroe intachable. Cabe destacar que a fines del siglo XV era fundamental tener el apoyo de los monarcas de turno para poder representar las obras sin sufrir censura y recibiendo algún apoyo económico.
Otra parte de la crítica, sin embargo, echa por tierra dicha teoría ligada a la política de la época. En primer lugar, argumentan que no hay pruebas fidedignas que demuestren que Shakespeare escribió Ricardo III para agradar a los Tudor. En segundo lugar, postulan que Shakespeare era un dramaturgo y poeta talentoso que estaba interesado en explorar una variedad de temas y personajes complejos, y que la construcción de Ricardo III como un villano despiadado tiene sus fundamentos en una búsqueda puramente estética. De hecho, Ricardo III no es la única obra de Shakespeare en la que se presenta un líder histórico de manera ambigua o negativa. Cabe destacar, por ejemplo, al personaje del rey Enrique IV (que aparece en las dos partes de Enrique IV) y a Hotspur, que aparece en la primera parte de Enrique IV.
En última instancia, no hay una respuesta definitiva sobre si Shakespeare escribió Ricardo III con la intención de agradar a los Tudor, o si simplemente estaba creando una dramatización basada en eventos históricos. Lo cierto es que la obra es un producto literario complejo que aborda temas como la ambición, la traición y el poder, y su interpretación puede variar dependiendo de la perspectiva de los lectores y críticos. Tomar en cuenta el contexto político en el que Shakespeare escribió la obra puede ser enriquecedor, pero en ningún caso debe sesgar la interpretación de la obra.