"Ahora, el invierno de nuestro descontento se torna verano con este sol de York" (Metáfora) (Gloucester, Acto I, Escena I, p. 8)
La obra comienza con esta metáfora a través de la que Gloucester da a entender que los malos tiempos del reino (el invierno) han terminado, y está comenzando la bonanza de Inglaterra (el verano). Tras esta primera línea, Gloucester afirma que él se encargará de hacer el mal y destruir la incipiente felicidad de la nación.
"Enrojece, enrojece, bulto de sucia deformidad" (Metáfora) (Lady Ana, Acto I, Escena II, p. 13)
A lo largo de la obra, Gloucester recibe muchos insultos. Estos, con frecuencia, se enfocan en su apariencia física. Aquí, Lady Ana lo llama "bulto de sucia deformidad". Este insulto metafórico da a entender varias cosas: en primer lugar, que Gloucester es una imperfección que no debería existir; en segundo lugar, que es insignificante y pequeño como un bulto; y, en tercer lugar, que es desagradable.
"Les digo que Dios nos manda hacer bien por mal, revistiendo así mi desnuda villanía con retazos viejos robados de la Santa Biblia" (Metáfora) (Gloucester, Acto I, Escena III, p. 27)
A través de esta metáfora, Gloucester se jacta de su habilidad retórica para manejar al resto de los personajes. Da a entender que la clave para manipular está en esconder la maldad simulando absoluta bondad. Compara entonces su villanía intrínseca con un cuerpo desnudo al que viste usando retazos de la Biblia. Es decir, Gloucester viste su cuerpo diabólico con ropa de santo.
Esta metáfora, pronunciada en el primer acto, resuena al final del tercero, cuando Gloucester se presenta frente al pueblo junto a dos hombres religiosos y con una Biblia en la mano.
"La verdadera esperanza es veloz, y vuela con alas de golondrina; de los reyes, hace dioses, y de las criaturas más bajas, reyes" (Metáfora) (Richmond, Acto V, Escena II, p. 104)
En el quinto acto, antes de que empiece la batalla, Richmond pronuncia una de las frases más optimistas de la obra. Metafóricamente, compara a la esperanza con una veloz golondrina que no solo llega a todos lados rápidamente, sino que tiene el poder de transformar a las personas.
"Mi conciencia tiene mil lenguas separadas, y cada lengua da una declaración diversa, y cada declaración me condena por rufián" (Metáfora) (Ricardo III, Acto V, Escena III, p. 110)
A través de esta metáfora, Ricardo III expresa el sentimiento de culpabilidad que lo agobia. Como si fuera una especie de animal mítico, su conciencia de mil lenguas lo acosa, le dice que es un villano, que merece morir, e incluso que, si muere, nadie lo recordará, porque nadie lo quiere.