Resumen
En este poema, la voz lírica pareciera describir su estadía en Dakar, un paisaje en el que predomina el sol, el desierto y el mar y, a partir del que va hacia sus propias vivencias y su interioridad.
Análisis
En "Dakar", la voz poética no se inscribe a sí misma con demasiada fuerza hasta el último verso, donde aparece como un "yo" expreso por primera vez. Antes de eso, el lector puede apreciar la descripción que hace la voz poética de aquello que observa, en la que alude a motivos referidos anteriormente, como el mar y la luz. En los últimos dos versos, la voz poética pareciera establecer una comparación entre África y sí misma: "África tiene en la eternidad su destino, donde hay hazañas, ídolos, reinos, arduos bosques y espadas. / Yo he logrado un atardecer y una aldea" (p. 66), como si así pusiera en perspectiva lo pequeño y a la vez magnánimo de los hombres. En este sentido, resuenan aquí las palabras de otro poema de este libro, "Mi vida entera": "Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en pobreza y en riqueza a las de Dios y a las de todos los hombres" (p. 70).
Excepto por este último verso, este poema parece una descripción de un lugar visto casi desde afuera, como quien puede observar y apreciar con cierta lejanía, pero no por eso con distancia emocional. Es por esto que, incluso, en algunos versos el sujeto aparece elidido pero deja marcas de la primera persona del singular o del plural. Así, por ejemplo, el lector se puede encontrar con versos como los siguientes: "El sol nos tapa el firmamento, el arenal acecha en los caminos, el mar es un encono. / He visto un jefe en cuya manta era más ardiente lo azul que en el cielo incendiado" (p. 66).
De este modo, la voz poética retoma motivos que circulan por todo el poemario, como el mar, la lejanía, la tarde o la luz, que hasta se cruzan y entremezclan. Incluso la llanura, que también podría considerarse un motivo de este poemario, aparece aquí bajo la forma del desierto: "Dakar está en la encrucijada del sol, del desierto y del mar"; "La resolana aleja a las chozas, el sol como un ladrón escala los muros"; "Yo he logrado un atardecer y una aldea" (p. 66, el énfasis es propio).