Luna de enfrente, editado por primera vez en 1925, es el segundo libro de Jorge Luis Borges, y su segundo poemario. A diferencia del anterior, el yo poético que aparece en este poemario, parte de la ciudad de Buenos Aires y termina en ella, pero no está anclado siempre en el mismo lugar; no es fijo. No es un yo poético que hable desde aquella ciudad únicamente. Muchas veces, aunque hable de ella, lo hace desde aquel otro lugar típicamente argentino de principios de siglo XX que se ofrece como contraste: las pampas. Otras veces, lo hace desde el otro lado del río: desde Montevideo (enfrente).
Tanto la ciudad (y, específicamente, la ciudad de Buenos Aires) como lo campestre, lo gauchesco, la llanura y las pampas serán elementos que Borges retomará una y otra vez a lo largo de su obra, así como también lo hará con otras cuestiones que aparecen ya aquí muy tempranamente en este poemario, y que no pueden dejar de mencionarse: se tratan de la nostalgia, el tiempo, el amor, la muerte, la literatura, el mar. Incluso la misma historia argentina y sus personajes (algunos que serán fundamentales en la obra de Borges, como Quiroga y Rosas), así como autores que Borges ficcionaliza y con cuyas obras se relaciona intertextualmente, como Joseph Conrad, muestran que tanto en sus contenidos como en sus formas las cuestiones que lo obsesionarían durante toda su obra ya estaban presentes en Luna de enfrente. Esto muestra, también, que el binarismo forma/contenido es indivisible, y lo es aún más en una obra como la de Borges, donde la forma cobra un rol protagónico.
En lo particular, este libro está compuesto por 17 poemas que siguen distintos patrones en cuanto a lo formal: algunos cuentan con rimas y métricas particulares, mientras que otros están más desregulados, escritos en lo que se suele llamar "verso libre". También las longitudes varían. Los títulos de los 17 poemas, casi todos incluso con referencias directas a alguna de las cuestiones mencionadas arriba, y en particular a lugares (por la preeminencia de la espacialidad), son los siguientes (en orden): “Calle con almacén rosado”; “Al horizonte de un suburbio”; “Amorosa anticipación”; “Una despedida”; “El general Quiroga va en coche al muere”; “Jactancia de quietud”; “Montevideo”; “Manuscrito hallado en un libro de Joseph Conrad”; “Singladura”; “Dakar”; “La promisión en alta mar”; “Dulcia linquimus arva” (frase latina de Virgilio en su Égloga I, 3, que significa algo así como “abandonamos nuestros queridos campos”); “Casi juicio final”; “Mi vida entera”; “Último sol en Villa Ortúzar”; “Para una calle del Oeste”; y “Versos de catorce”.