Resumen
El caudillo de las manos rojas (Tradición india)
Pulo, un poderoso caudillo indio, se enamora de Siannah, la mujer de su hermano y comienza a tener un romance a escondidas con ella. Una noche, Tippot Dheli, hermano de Pulo y rey de Orisa, descubre a Pulo junto a su esposa. Ambos hermanos luchan. Pulo termina matando a Tippot y se convierte en esposo de Siannah y rey de Orisa. Sin embargo, a partir de entonces lo persigue una maldición.
Para liberarse de dicha maldición, Pulo debe subir por las orillas del Ganges hasta el Tíbet y lavarse las manos con las que mató a su hermano en un manantial. Debe viajar con Siannah, aunque no podrá dormir con ella en el camino.
Pulo y Siannah realizan la travesía, pero Pulo cede a la tentación y duerme con ella. En ese momento aparece Schiven, dios del caos, e intenta matarlo. Vichenú, hermano de Schiven, interviene en esta contienda y salva a Pulo. Sin embargo, como castigo hace desaparecer en el acto a Siannah. Le encomienda a Pulo una nueva travesía para librarse de la maldición y recuperar a Siannah. Fatigado, Pulo decide suicidarse y se arroja a una hoguera. En ese momento, reaparece Siannah y se suicida junto a él.
El rayo de luna
Manrique es un noble caballero de Soria, amante de la soledad y la poesía, que pasa la mayor parte de su tiempo contemplando la naturaleza. Durante una noche en el bosque, ve a lo lejos una bella dama vestida de blanco. Intenta alcanzarla para demostrarle su amor, pero no lo consigue. Durante meses recorre todas las calles de Soria en busca de su amada, pero no logra encontrarla. Finalmente, una noche vuelve a verla en el mismo bosque donde la vio por primera vez, pero se queda atónito al comprobar que su amada no es más que un rayo de luna.
La cruz del Diablo
Un grupo de viajeros llega al pueblo de Bellver, donde se encuentran con una extraña cruz compuesta de hierro y piedra. Uno de los viajeros se acerca a la cruz, pero el guía, asustado, lo hace retroceder, y luego cuenta la leyenda de la cruz del Diablo.
En el pasado existía un cruel señor feudal que, por mero aburrimiento, mandaba a matar hombres y violaba a las mujeres. El pueblo vivía sufriendo sus iniquidades hasta que el señor feudal partió rumbo a las cruzadas. Entonces, el pueblo pudo vivir en paz durante un tiempo, hasta que el señor feudal regresó y volvió a someterlo con sus desmanes. Este sometimiento solo llegó a su fin cuando el señor feudal murió.
Sin embargo, años más tarde ocupó su castillo un grupo de bandidos, que volvió a hacer reinar el pánico. El líder de este grupo era un extraño hombre de contextura imponente que utilizaba la vieja armadura del fallecido señor feudal. Tras una larga lucha, los habitantes del pueblo lograron diezmar a los bandidos y finalmente apresaron a su líder. Entonces se encontraron con la sorpresa de que dentro de la armadura no había nadie. Cuando quemaron la armadura en la hoguera, esta fue tomando una extraña forma, hasta que se convirtió en la denominada “cruz del diablo”.
Tres fechas
El narrador habla sobre tres fechas que ha anotado en una cartera de dibujo. La primera fecha remite a una tarde en la que vio a una mujer misteriosa que se escondía tras una ventana en una calle de Toledo. La segunda, a una tarde en la que se encontraba dibujando un convento en esa misma ciudad y, de repente, vio una mano que lo saludaba desde una de las ventanas. El narrador intentó descubrir de quién era esa mano, pero no lo consiguió. La tercera y última fecha remite al día en el que el narrador regresó al convento para presenciar una ceremonia en la cual una joven se convertiría en monja. Para su sorpresa, durante la ceremonia descubrió que la joven monja era aquella que lo había fascinado en las ocasiones anteriores.
Análisis
En “El caudillo de las manos rojas (Tradición india)”, Bécquer combina diferentes elementos típicos de sus leyendas. El amor vuelve a aparecer como tema principal con el mismo tinte trágico que en los anteriores relatos. También reaparece lo sobrenatural, esta vez en la forma de una maldición y, nuevamente, se presentan un ambiente y personajes exóticos. Además, tal como sucede en “Los ojos verdes”, esta leyenda termina con la muerte de su protagonista que, aquí también, muere por amor.
Esta afinidad trágica entre el amor y la muerte es típica dentro del Romanticismo. Como hemos dicho previamente, el Romanticismo es profundamente idealista y esos ideales chocan constantemente contra las normativas de la realidad. El amor y la muerte se presentan entonces como dos instancias en las que el espíritu romántico logra elevarse sobre esa realidad opresiva. En suma, en el amor y en la muerte se encuentra la libertad.
En “Los ojos verdes”, Fernando de Argensola rompe las reglas y se enamora de un espíritu. No presta atención a las advertencias racionales y, como consecuencia, muere ahogado, pero en su ley: en el intento de yacer junto a su amada. Aquí, en “El caudillo de las manos rojas (Tradición india)”, Pulo mata a su hermano para estar con Siannah y luego se suicida al perderla. A la vez, Siannah se suicida al ver que Pulo se ha suicidado. Los amantes mueren trágicamente, pero mueren juntos. En las Leyendas de Bécquer, el amor solo existe si quiebra las reglas establecidas, y más vale morir por él que obedecer a dichas reglas.
Veamos ahora qué sucede en “El rayo de luna”: el protagonista de esta leyenda, Manrique, es un noble que ama la soledad y la naturaleza. Se trata de un soñador que no encuentra placer alguno en las actividades ordinarias de la vida en sociedad. Es tan solitario que, en general, nadie sabe dónde está. En palabras de sus servidores:
Acaso estará en el claustro del monasterio de la Peña, sentado al borde de una tumba, prestando oído a ver si sorprende alguna palabra de la conversación de los muertos; o en el puente, mirando correr unas tras otras las olas del río por debajo de sus arcos; o acurrucado en la quiebra de una roca y entretenido en contar las estrellas del cielo, en seguir una nube con la vista o contemplar los fuegos fatuos que cruzan como exhalaciones sobre el haz de las lagunas. En cualquiera parte estará menos en donde esté todo el mundo (p. 154).
Al igual que Pulo y Fernando de Argensola, Manrique también termina encontrando en el amor aquella pasión que le da un sentido a su vida. Los personajes de Bécquer que no se adaptan a las reglas establecidas de la sociedad, encuentran su refugio espiritual en el amor. Eso sí, el amor los cobija por un tiempo, les otorga un sentido a sus vidas, pero finalmente se las termina quitando, los enloquece o los deja más solos que antes. Manrique, en este caso, confunde a una mujer con un rayo de luna. Se enamora de ella y, al descubrir su error, pierde la cordura.
Esta fascinación de Manrique por la naturaleza también responde a un ideal típico del Romanticismo. Los románticos veían en la naturaleza una manifestación de lo divino y una fuente de inspiración espiritual. Consideraban que la naturaleza era la obra de un ser supremo y que, a través de su contemplación, podían acercarse a lo sagrado. La belleza natural evocaba un sentido de lo trascendental y permitía a los románticos reflexionar sobre el significado de la existencia y la relación entre el hombre y el universo. Las Leyendas de Bécquer, tal como vemos en la historia de Manrique y la luna, se hacen eco de esta concepción romántica de la naturaleza.
También en la leyenda “La cruz del Diablo” tenemos como uno de los personajes principales a un hombre solitario, el “señor feudal”. Sin embargo, a diferencia de Manrique, quien pasa sus tiempos de soledad amando a la naturaleza, el señor feudal se aburre en su tiempo libre y, para entretenerse, asesina hombres del pueblo y viola mujeres jóvenes. Estamos, en este caso, ante una narración que recupera la estructura tradicional del relato marco-enmarcado, en la que una historia se introduce dentro de otra que le hace de marco, usualmente gracias a la mediación de un personaje que se la cuenta a otro. Este tipo de estructuras, de gran popularidad en la época de Bécquer, es la que prevalece en grandes obras de la literatura universal, como Las mil y una noches.
En las Leyendas de Bécquer, la vida ordinaria siempre es aburrida e insulsa. Sus personajes no toleran el tedio de vivir una existencia sin sobresaltos y eso los lleva a enamorarse de mujeres inventadas o imposibles, o también, como los gandharvas, en “La creación (Poema indio)” crean un planeta. Ahora bien, en "La cruz del Diablo", Bécquer presenta a un personaje que, para saciar salir de la vida ordinaria y saciar su sed de divertimento, hace el mal.
Como hemos dicho previamente, en el Romanticismo se exaltan los sentimientos y se valora lo excesivo y lo sublime. El mundo cotidiano, lleno de reglas y órdenes, es, por lo tanto, opresivo y asfixiante. Para contrarrestar la monotonía y el aburrimiento de la vida ordinaria, los personajes de las obras románticas suelen involucrarse en aventuras peligrosas, amores apasionados o actos rebeldes. En "La cruz del Diablo", el mal se presenta como el escape a esa monotonía. Esta es una de las leyendas más oscuras de la obra. De hecho, cierta parte de la crítica la asocia a la literatura del denominado “Romanticismo oscuro”, que tiene entre sus mayores exponentes a Edgar Allan Poe, Lord Byron y Mary Shelley. En el Romanticismo oscuro, la idea de hacer el mal es muchas veces presentada como una consecuencia lógica de vivir en un mundo tedioso y carente de emociones.
Tras esta leyenda cargada de oscuridad, aparece “Tres fechas”. Aquí, nuevamente, el amor se presenta como una fuga a la realidad ordinaria. “Tres fechas” es una de las leyendas más mesuradas de la obra. Si bien su protagonista se enamora apasionadamente de una mujer de la que solo ve el reflejo tras una ventana, al menos esta leyenda no termina con la muerte o la locura. En el final de “Los ojos verdes” se descubre que la mujer amada es un demonio y el protagonista pierde la vida. En el final de “El rayo de luna” se descubre que la mujer amada es un rayo de luna y el protagonista pierde la razón. En “Tres fechas”, a diferencia de sus antecesoras, se descubre que la mujer amada es solamente una futura monja. Así, el amor es imposible, pero no trágico. El narrador no muere ni enloquece, simplemente se pregunta si ese amor imposible pudo haber sido posible en el pasado.
En resumen, en las cuatro leyendas que analizamos en esta sección hemos visto que el amor y la muerte presentan una fuerte afinidad entre sí: amar y morir son dos acciones que les permiten a los personajes escapar de la vida ordinaria. Por otro lado, y en consonancia con los valores románticos, la vida ordinaria se presenta como aburrida e insulsa, y sus normativas oprimen el espíritu libre de los personajes de Bécquer. Además, se evidencia que los personajes de Bécquer son capaces de hacer cualquier cosa para salir del tedio de la vida cotidiana. Incluso, aunque ello implique matar, violar y someter a un pueblo entero. Finalmente, la naturaleza se presenta en estas leyendas como una fuente de inspiración y manifestación de lo divino. Nuevamente, aquí también cabe destacar que cada una de estas características de las Leyendas es propia, asimismo, del Romanticismo, movimiento en el que se inscribe —tardíamente, en relación con el resto de Europa— la obra de Bécquer.