Sin dudas, las Leyendas de Bécquer se inscriben dentro del Romanticismo. Como hemos visto en el transcurso de la guía, en los diferentes relatos se encuentran presentes distintos elementos y características típicas de este movimiento literario, como la idealización de la mujer amada, la búsqueda de lo trascendental y la presencia de lo sobrenatural.
Ahora bien, el Romanticismo fue un movimiento cultural y artístico que tuvo lugar en Europa durante el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX. Mientras que las Leyendas, por su parte, fueron publicadas entre 1858 y 1865. Es decir, pese a ser plenamente románticas en cuanto a temas y modos, salieron a la luz cuando ya el Romanticismo europeo estaba prácticamente en desuso y se imponía el Realismo como la estética predominante. De hecho, en Alemania e Inglaterra se considera que el final del Romanticismo se produce en el año 1848, conocido también como el “Año de las Revoluciones”, debido a la oleada de revoluciones que acaban con la Europa de la Restauración, como se conoce al periodo en el que las monarquías europeas buscan volver a ocupar el poder tras la derrota de Napoleón.
Este aparente desfasaje temporal entre la obra del autor y la estética romántica, en realidad, no es tal, dado que, en España, el Romanticismo comenzó más tarde que en Alemania (donde se originó la estética) e Inglaterra, continuando durante varias décadas más, cuando este ya se había extinguido en dichos países. A este periodo, entonces, se lo denomina Romanticismo tardío o posromanticismo. Además de Bécquer, los otros autores destacados del Romanticismo tardío son Rosalía de Castro y el poeta, amigo de Bécquer, Augusto Ferrán.
La diferencia más importante entre el Romanticismo y el posromanticismo radica en la temática. Los representantes más fundamentales del Romanticismo español son José de Espronceda, Mariano Larra y José Zorrilla. Estos autores se destacan por reivindicar en sus obras a la nación española, sus costumbres y sus baluartes. Durante el Romanticismo tardío, sin embargo, el interés por lo histórico y la importancia de la nación pasan a un segundo plano, y se privilegia la temática sentimental e íntima, ligada al amor. Se considera que Heinrich Heine fue una influencia crucial para los autores españoles de este segundo periodo.
Heine fue un poeta alemán que nació en 1797 y murió en 1856. Considerado “el último poeta” del Romanticismo, fue quien, con su Libro de canciones, publicado en 1827, inauguró ese romanticismo que, utilizando un lenguaje sencillo, puso en primer lugar la lírica sentimental por sobre los otros tópicos de la estética. La afinidad de las Rimas de Bécquer con la obra de Heine es tal que cierta parte de la crítica ha llegado a afirmar que la obra del autor español es una copia de la de Heine e, incluso, un plagio.
El posromanticismo español tiene la particularidad de mantenerse al margen de las otras escuelas estéticas europeas. Heine, su máxima influencia extranjera, ya estaba muerto cuando los poetas posrománticos escribían obras de su estilo. Incluso, dentro de España, el Realismo ya imperaba dentro del teatro y la novela mientras Bécquer escribía sus Leyendas. La fontana de oro, primera novela de Benito Pérez Galdós, el autor español más importante del Realismo, data de 1868. Es decir, es coetánea a la escritura de las Leyendas de Bécquer.
De algún modo, se consideraba que los posrománticos estaban escribiendo fuera de época. Podían llegar a ser leídos por una gran cantidad de personas, pero no tenían reconocimiento dentro de los círculos literarios, ya que estaban demodé. La sociedad de mediados del siglo XIX estaba atravesada por conflictos políticos y sociales como nunca antes. Las luchas obreras habían comenzado a visibilizar enormes complejidades y se consideraba que la literatura debía representarlas. El Realismo, entonces, era visto como la estética que correspondía a la época, incluso desde el punto de vista ideológico. El mundo de ensoñación de los posrománticos aparecía como una cursilería insensata, de otra época.
Así y todo, hoy, ciento cincuenta años después, muchos de los escritores realistas fundamentales de esa época, como Ramón de Campoamor o Gaspar Núñez de Arce, están prácticamente olvidados. Bécquer, por su parte, sigue siendo leído e, incluso, ha influenciado a escritores de la talla de Antonio Machado y Pablo Neruda.