"Es cierto que trato a este mi pequeño corazón como a un niño enfermo" (p.10) (Símil)
Werther utiliza este símil para referirse a su personalidad inestable. Desde el inicio de la novela, el protagonista se presenta como un hombre de sentimientos exaltados, melancólico y pasional. Él consiente a su corazón "como a un niño enfermo", es decir, se deja dominar por sus pasiones, y esta es la característica que lo define.
" (...) por más prisionero que esté, en su corazón mantendrá siempre el dulce sentimiento de la libertad y de que puede abandonar esta celda cuando quiera" (p.15) (Metáfora)
Esta es la primera alusión al suicidio que aparece en obra. Werther se refiere metafóricamente a la vida como a una celda, y sostiene que las personas pueden "liberarse" de ella cuando lo deseen. Werther sostiene esta postura durante toda la novela: él concibe el suicidio como forma de liberación, de escapar a la existencia, y cree que es una elección válida para quienes han alcanzado el límite de sufrimiento soportable.
No veo otra cosa que un monstruo, un eterno rumiante que todo lo devora (p. 63) (Metáfora)
Werther utiliza la metáfora de un monstruo para referirse a la naturaleza, ya que esta posee un enorme poder destructivo. En el mismo sentido, poco antes Werther se refiere a la fuerza "devoradora" (p. 63) que yace oculta en ella. Él admira la naturaleza, con la que se siente identificado. Por eso, al final del libro primero, cuando su felicidad declina, la naturaleza deviene amenazante e insinúa tristes augurios. Por último, la evocación del poder destructivo de la naturaleza también remite al poder autodestructivo del protagonista, y funciona como un presagio del desenlace de la novela.
"Estaría dispuestro a seguir trabajando diez años más en esta galera a la que estoy encadenado, si supiera que mi esfuerzo vale más que el de aquel que siembra papas y cabalga a la ciudad a vender su trigo" (p.76) (Metáfora)
Werther se refiere a su trabajo como una galera a la que está encadenado. A principios de la edad moderna, era una práctica habitual condenar a las personas que habían cometido un delito a trabajos forzados de remo en embarcaciones llamadas "galeras". Werther utiliza la metáfora para dar cuenta de su falta de libertad y del malestar que le produce su situación laboral. Él se había negado durante un tiempo a aceptar el puesto y, en el mismo sentido, había aludido a "la fábula del caballo que, impaciente por lograr su libertad, se deja ensillar la montura y termina sometido y maltrecho" (p. 64).
"Mis hojas se están poniendo amarillas, y ya se han caído las de los árboles vecinos" (p. 93) (Metáfora)
Al final de sus días, Werther siente decaer su ánimo y sus fuerzas, y con esta metáfora compara su debilitamiento con el color amarillo de las hojas en otoño, próximas a caer. Esta metáfora presagia la muerte del protagonista. Además, la caída de las hojas "de los árboles vecinos" alude a otras muertes: inmediatamente después del pasaje citado, Werther le comenta a Wilhelm la trágica noticia de la muerte de Hans, el niño al que había retratado junto a su hermano durante sus primeros días en Wahlheim.