El pene (Motivo)
El órgano sexual masculino es un motivo recurrente a lo largo de la novela, y constituye un punto de conflicto en la identidad travesti. Durante su infancia, Camila recuerda rezarle a la virgen para que le dé una vagina, y su pene aparece como una marca en el cuerpo que le indica que su físico no concuerda con su identidad percibida.
"Entre las piernas tengo un cuchillo" (p.93), dice la narradora en un momento, transformando el pene en un elemento violento y extranjero, en algo peligroso y discordante. El pene también define una cierta relación de las travestis prostitutas con sus clientes: por un lado, la travesti debe esconder su pene, "trucarse", como lo llaman, para vender la fantasía de mujer cis que sus clientes desean. Sin embargo, a la hora de mantener relaciones sexuales, esos mismos clientes buscan también una mujer con pene, como indica Camila, por lo que el órgano sexual masculino se vuelve un elemento contradictorio, objeto a la vez de rechazo y deseo.
La flor (Símbolo)
La flor aparece a lo largo de la novela como un símbolo de la feminidad. En el primer capítulo, cuando se oficia el bautismo de María, la Muda, una flor se abre en el patio de la casa de La Tía Encarna como símbolo de aquella nueva integrante de la manada. Sin embargo, se trata de una flor de cactus que despide un potente olor a podrido. Así, la dualidad vuelve a aparecer en el relato: la belleza de la flor trae aparejado un rasgo contradictorio que descoloca. Lo mismo sucede con la identidad travesti, cargada de rasgos contradictorios:
La flor de uno de los cactus se había abierto de golpe, ahí, delante de los ojos de todas, y empezó a despedir un olor a carne podrida que las dejó desconcertadas. Una de ellas preguntó como podía ser que una flor oliera de esa forma, y otra que era una sabionda contestó que algunas flores son polinizadas por las moscas y por eso tienen que oler a carne podrida: para atraerlas. Pero no por eso dejan de ser hermosas y magnéticas, capaces de dejar mudas a un grupo de travestis que ejercen su íntimo ritual de bautismos y fidelidades (p.35).
En otro momento de la novela, La narradora hace referencia a la flor para representar el corazón de las travestis: "El corazón travesti: una flor de la selva, una flor henchida de ponzoña, roja, los pétalos de carne" (p.81).
El alcohol y las drogas (Motivo)
El alcohol, la marihuana y la cocaína conforman el motivo de los excesos en la vida travesti. Para soportar una larga noche de prostitución, Camila dice que las travestis echan mano a todas las sustancias que puedan expandirlas, hacerlas insensibles y anestesiar la realidad para que duela un poco menos.
Además, la presencia de alcohol y de marihuana se manifiesta en la vida cotidiana de las travestis y configura una de las formas de la desobediencia: para la clase media conservadora de fines del siglo XX y principios del siglo XXI, el consumo de marihuana es un tabú muy mal visto, mientras que las travestis lo integran como un elemento más de su día a día.
La noche (Motivo)
La noche marca la temporalidad de la vida de las prostitutas y es el ámbito que eligen las travestis para desarrollar sus vidas. La noche es un espacio de potencialidades, pero también puede ser dañino para la vida travesti: "La noche es la puerta abierta al mundo donde todo es posible" (p.65). Así lo experimenta Camila durante su adolescencia, cuando descubre que esa es la temporalidad que le permitirá desarrollar su identidad travesti y ganarse la vida como prostituta. Pero, a su vez, será también el tiempo de exponerse a la violencia de los hombres, de correr peligro constante mientras trabaja y de vivir al margen de la sociedad.
La vagina (Motivo)
Así como el pene es un motivo que atraviesa toda la novela, también lo es la vagina, el órgano sexual femenino. La narradora se refiere en muchas situaciones a la vagina como un elemento propio de la mujer cis con el que las travestis sostienen una relación conflictiva: hay quienes la desean y se someten a cirugías para tenerlas, y otras a las que les parece algo totalmente extraño y desagradable, y lo rechazan por completo.
La novela, además, presenta una serie de metáforas y comparaciones sobre la vagina; la llama "Flor carnívora" (p.49), o "herida abierta" (p.53) entre las piernas. La vagina puede ser un elemento que separa a las travestis de las mujeres cis. En primer lugar, porque no la poseen, y de querer realizar una transición de género fenotípica deben operarse, pero también porque, en la mayoría de los casos, lo que sus clientes buscan en ellas es una mujer con pene, por lo que realizar un cambio de sexo puede poner en peligro el trabajo de la travesti.