"La fiesta ajena" y otros cuentos

"La fiesta ajena" y otros cuentos Metáforas y Símiles

"Como si la perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio" ("La fiesta ajena", p.21) (Símil)

Al final de "La fiesta ajena", la madre de la cumpleañera rompe la ilusión de la protagonista al ofrecerle dinero en lugar de una bolsita de souvenir como a los demás niños. Frente a la estupefacción de Rosaura y su madre, la dueña de casa no se anima a retirar la mano que ofrece el dinero; ni siquiera atina a moverse. La expresión citada es un símil con el cual el narrador asocia esa inmovilidad de la dueña de casa con el temor de que algo se altere, se rompa violentamente. Ese temor bien puede asociarse al miedo de las clases altas frente al delicado sistema de clases que los sostiene en lo alto (y a otros, en lo bajo), al temor de que ese sistema de diferencias entre en caos debido a una rebelión de los escalones más bajos de la sociedad (en este cuento, encarnados en Rosaura y su madre).

"(...) los almohadones naranja resplandecían como una llamarada de alegría" ("El visitante", p.28) (Símil)

La expresión citada aparece hacia el final del cuento "El visitante", cuando Willy Campana ya se retiró y Ema se dio cuenta del verdadero propósito del hombre al llamarla. El foco del relato vuelve a centrarse en esos almohadones que Ema compró especialmente para la visita de Willy. El símil, que asimila el brillo anaranjado de los almohadones con un rapto de alegría, resulta irónico: el resplandor de esos almohadones parece más bien angustiante, en tanto se contaminarían ya de la frustración de la protagonista.

"(...) saber con exactitud cuántos kilómetros más debería seguir hablando le produjo una sensación angustiosa, como de estar cayendo en un pozo" ("Maniobras contra el sueño", p.196) (Símil)

En "Maniobras contra el sueño", Eloísa no quiere hablar con el chofer cuando sube al auto, pero el hombre amenaza con quedarse dormido si no lo hace. El símil utilizado por el narrador del cuento establece una asociación entre la sensación que le produce a la protagonista saber que deberá seguir hablando un largo tiempo más con la de caer en un pozo. Si se piensa en el peligro que representaría dejar de hablar para Eloísa, el símil no resulta demasiado poético: efectivamente, si la protagonista dejara de hablar, podría chocar en la ruta, lo cual, probablemente, se viviría con una sensación parecida a la de caer en un pozo.

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