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Ficciones Resumen y Análisis "El fin"

Resumen

“El fin” comienza con Recabarren, dueño de una pulpería (un bar de campo característico de la pampa húmeda argentina del siglo XIX), tendido en su catre y contemplando, indiferente, su entorno. Desde otra habitación le llegan los acordes de una guitarra. Quien los interpreta es un negro que llegó una noche a su pulpería y se enfrentó en una payada con un gaucho que también estaba de paso. El moreno perdió y, desde ese día, volvió a la pulpería todas las noches. No obstante, ya no canta; solo toca la guitarra. Recabarrren recuerda con claridad el episodio puesto que, al día siguiente, su cuerpo sufrió una parálisis que lo dejó postrado y sin habla.

Desde su catre, con las últimas luces del día, Recabarren ve aproximarse a un gaucho en la llanura. Luego, lo escucha atar el caballo, entrar y dirigirse al negro. De su conversación se desprende que el recién llegado es Martín Fierro, quien le ganó la payada hace siete años y, que, a su vez, había sido el asesino de su hermano. Después de todos esos años, Fierro volvía a buscarlo para saldar el duelo que les había quedado pendiente.

Los dos salen a la llanura y se enfrentan. El moreno hiere de muerte a Fierro y, tras rematarlo con una segunda puñalada, limpia su facón y se pierde en la noche. Desde su habitación, Recabarren es mudo testigo del fin de Martin Fierro. El narrador reflexiona que, tras haber matado al gaucho como él había hecho con su hermano, el moreno se ha transformado, figurativamente, en Fierro: ahora él ha matado un hombre y no tiene más destino sobre la tierra.

Análisis

El rasgo fundamental que estructura “El fin” es la intertextualidad. En la literatura, comprendemos la intertextualidad como las marcas que aparecen en un texto y hacen referencia a otros textos de la cultura. La literatura nos propone, muchas veces, un diálogo abierto entre obras literarias y épocas a través de los textos. Borges, que siempre se consideró mejor lector que escritor, componía sus obras en diálogo constante con la literatura que había leído. En sus cuentos y poemas hallamos referencias al mundo clásico, a los mitos griegos, al Quijote de Cervantes y, por supuesto, a la literatura gauchesca argentina.

En este sentido, “El fin” es un excelente ejemplo de intertextualidad, al tratarse de un posible “cierre” de la historia de Martín Fierro. Por eso, es imposible pensar este cuento sin leer en él también los ecos del poema de José Hernández. El gaucho Martín Fierro, publicado en 1872, y su continuación, La vuelta de Martín Fierro, de 1879, conforman en su ensamble el poema fundacional de las letras argentinas. Tal como lo señaló Ricardo Rojas, uno de los críticos literarios más importantes en la historia de la literatura argentina, con el Martín Fierro se establece el inicio del canon literario de una República en pleno desarrollo. Por eso, al revisitar este poema fundacional, Borges está no solo revisando el tema fundacional de las letras en Argentina, sino que de alguna manera se está introduciendo él mismo en esa línea literaria.

La idea de diálogo, de dos voces ordenando el relato (la de Borges y la voz subyacente de Hernández), nos ayuda también a pensar la idea de contrapunto que Borges utiliza como recurso en el relato. Tradicionalmente, se denomina contrapunto a una estructura particular de composición musical o de improvisación en la que dos o más voces se relacionan de forma independiente para conformar una estructura armónica. En la tradición folclórica argentina, la payada gauchesca propone una estructura improvisada de contrapunto: un payador comienza el recitado de versos rimados y otorga luego el turno a su contrincante, quien responde, recitando a la vez. En este sentido, la payada es un duelo musical muy similar a las batallas de freestyle rap de hoy en día. Otro contrapunto presente en la tradición gauchesca (y que a veces era la derivación de una payada) es el duelo a cuchillo: dos contrincantes se enfrentan, facón en mano y, muchas veces, con el poncho envolviendo el otro brazo a modo de escudo, en una pelea a muerte.

Durante toda su vida, Borges estuvo fascinado por las historias de gauchos y compadritos (personajes, estos últimos, de la ciudad de Buenos Aires), sus duelos y su culto a la valentía. Muchos de sus cuentos y poemas dan cuenta de ello, como, por ejemplo, las milongas publicadas en Para las seis cuerdas o los cuentos “Historia de Rosendo Juarez” y “El encuentro”.

En “El Fin”, toda la estructura del relato se desarrolla como un contrapunto. Hay un primer indicio de ello: Recabarren, desde su habitación, escucha el rasguido de una guitarra en una melodía de contrapunto. A este escenario estático se le introduce luego el movimiento, con la aparición de Fierro, que viene a buscar al moreno para saldar una cuenta pendiente. El contrapunto ahora se desarrolla en el duelo a cuchillos que termina con la muerte de Fierro y, al final del relato, aparece otra pareja de oposiciones en diálogo: el moreno, una vez consumado su objetivo, se ha transformado en Fierro: en un hombre sin destino que ha matado a otro hombre.

El destino es uno de los temas principales en “El fin”, y está presente tanto en la obra de Borges como en el Martín Fierro. En el poema de José Hernández encontramos muchas sentencias, en palabras de Fierro, sobre la idea de lo inevitable en la vida de un hombre. Valgan como ejemplo estos versos:

Yo no se lo que vendrá,

tampoco soy adivino;

pero firme en mi camino

hasta el fin he de seguir:

todos tienen que cumplir

con la ley de su destino.

(Hernández, 1879 : versos 4481-4486)

Así, vemos que Borges recupera el tema y construye un cuento especialmente para cerrar el destino de Martín Fierro, que es una imagen espejada de la muerte del negro. Como en la tragedia griega, tanto en la obra de Hernández como en los cuentos borgeanos, las acciones de los personajes no siempre responden a su voluntad, sino que existe, muchas veces, la idea de un destino prefijado, del cual el hombre no puede escapar y, aunque lo intente, su camino lo conduce inevitablemente a cumplirlo.

Otro tema que se desarrolla en el cuento, asociado a la idea del destino, es el ajuste de cuentas: tanto el moreno como Fierro se buscan para saldar una cuenta pendiente que los moviliza. La idea del ajuste de cuentas moviliza las pasiones de los personajes y saca a relucir sus emociones:

De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo: —Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano. Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro. (p. 197)

Los personajes deben cumplir un destino, sí, pero sus emociones y sus pasiones están entrelazadas a ese destino. El negro guardó su odio durante siete años esperando el momento de la venganza, y a Fierro, aunque no quiera, el combate lo llena de adrenalina, “le hace hervir la sangre”. El destino y el ajuste de cuentas son temas recurrentes en la literatura argentina y la universal. Borges no es la excepción.