El gaucho Martín Fierro

El gaucho Martín Fierro Guía de Estudio

El gaucho Martín Fierro es considerado el gran poema nacional de la Argentina. Para entender esta importante ubicación en la literatura de este país, es necesario retroceder hasta la década de 1910, cuando se cumple el centenario de la Revolución de Mayo de 1810 y de la Independencia de 1816.

En un clima de fervor patriótico, y ante la necesidad de construir símbolos nacionales que facilitaran la integración de la afluente masa inmigratoria, intelectuales como Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas recuperan la figura del gaucho para consolidarla como emblema de la argentinidad. En sus discursos, el gaucho aparece como el hijo genuino de la pampa que sacrificó su cuerpo por la causa revolucionaria y que otorgó su voz para la emergente literatura argentina, con la invención del género gauchesco. Desde allí hasta ahora, el Martín Fierro es celebrado como el pináculo de la gauchesca y un emblema de la identidad nacional.

Es importante aclarar que el gaucho se convierte en símbolo de la nacionalidad argentina una vez que el gaucho real desaparece. El gaucho fue un habitante de las llanuras argentinas y otras regiones aledañas que llevó un estilo de vida nómade y marginal, en permanente conflicto con el orden que se imponía desde las ciudades. Fue por mucho tiempo considerado un paria social, hasta que empezó a ser incorporado como peón de campo contratado por terratenientes en el período independentista.

Es también entonces cuando toma participación en las guerras contra los españoles por la emancipación, contra los denominados “indios” por el territorio, y contra los federales o los unitarios en las luchas de facción, durante las guerras civiles posteriores a la Independencia. Estos enfrentamientos, en los que el gaucho solía ser puesto en el frente de batalla, son los que progresivamente producen la extinción del gaucho.

Durante esta época surge la literatura gauchesca como una forma de recrear el habla del gaucho, su forma de ser y sus condiciones de vida, tomándolo como figura patriótica o para denunciar su situación social. Los autores de la gauchesca, en su mayoría, no eran gauchos, sino hombres de ciudad familiarizados con la vida del campo; tal es el caso de José Hernández. La gauchesca pretende ser una imitación exacta de la lengua del gaucho, pero en realidad es una construcción ficticia de aquella lengua, elaborada a partir de convenciones codificadas por y para el género.

El público al que interpela la gauchesca procede también del estrato social rural y es mayoritariamente analfabeto, hasta entonces ignorado por el mundo literario. En virtud de reivindicar un tipo y una tradición populares, la gauchesca toma el habla desvalorizada del gaucho para convertirla en destreza literaria.

El gaucho Martín Fierro aparece en 1872, cuando la gauchesca ya está establecida como género literario, aunque todavía las elites criollas lo consideran un género menor. El poema recupera del género sus peculiaridades fonéticas y gramaticales, su vocabulario rural y una sintaxis simple, que evita la subordinación. La métrica en octosílabos que domina el poema refuerza su vinculación con la poesía popular, mientras halla su originalidad en la estrofa sextina, comúnmente denominada “sextina hernandiana”.

El poema de Hernández también toma de la gauchesca la puesta en escena de una situación de comunicación oral en primera persona, pero en vez de acudir a la forma del diálogo preferida por el género, en El gaucho Martín Fierro predomina el monólogo. Esta forma de expresión, junto con otros elementos, le da al poema una filiación más antigua, de tradición popular española.

El poema de Hernández gana rápidamente popularidad y es reeditado varias veces en pocos años. Retoma de la gauchesca el motivo de la denuncia social, pero a diferencia de obras anteriores del género, produce un impacto mayor, generando una nueva conciencia sobre la condición social del gaucho.

En 1879, José Hernández publica La vuelta de Martín Fierro como continuación del primer poema, no prevista por el autor cuando publicó la primera parte, que empieza a ser llamada La ida. Ambos poemas constituyen lo que actualmente se conoce como el Martín Fierro, poema que ha aparecido en cientos de ediciones y ha sido traducido a más de 70 idiomas.

En La vuelta de Martín Fierro, el tono de protesta que caracterizaba al primer poema es atenuado por una nueva configuración del personaje de Martín Fierro, un gaucho que busca reintegrarse pacíficamente a la sociedad. Sin esta Vuelta, con la que su autor expresa una posición más conciliadora con el gobierno de turno, es difícil saber qué lugar hubiera ocupado El gaucho Martín Fierro dentro de la cultura argentina.

De esta manera, tanto La vuelta de Martín Fierro como las interpretaciones realizadas en el centenario constituyen operaciones que modifican las inscripciones del gaucho como tipo social, la gauchesca como género literario y el poema de Hernández como épica nacional. La permanencia actual de la cultura gaucha en la Argentina es, en este sentido, indisociable de la herencia imaginaria que produjeron el siglo XIX y el siglo XX.

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