El juguete rabioso

El juguete rabioso Ironía

Los comentarios de Silvio sobre la familia Izurbeta (Ironía verbal)

En la primera parte de la novela, al presentar al personaje de Enrique, amigo de la infancia de Silvio Astier, este recuerda que "eran muy joviales los Izurbeta" (p. 42), pero luego cuenta cómo uno de los hermanos de Enrique echa a puñetazos a un panadero que llega a la casa a reclamar el pago de una deuda. Este comportamiento no es para nada jovial, y da cuenta de que el comentario anterior era irónico.

Los comentarios de Silvio sobre la familia Naidath (Ironía verbal)

En el segundo capítulo, Silvio describe a una familia vecina y, para caracterizarla, narra la violenta reacción del padre de la familia cuando se entera de que su hijo ha cometido un robo: "(...) el señor Naidath (...) sacudió dos puntapiés al trasero de su mujer, cogió a Maximito del cuello y después de quitarle el polvo lo condujo a la puerta de calle, y a los vecinos que en mangas de camisa se divertían inmensamente con el barullo, desde la ventana del comedor les arrojó el arpa a las cabezas". Como comentario, Silvio señala: "Esto ameniza la vida, y por eso la gente decía del judío: -¡Ah¡ el señor Naidath... es una muy buena persona" (págs. 118 y 119). Estas reflexiones de Silvio, a la luz de los acontecimientos narrados, son claramente irónicas.

La introducción a la historia de cómo Enrique se hace conocido como "el falsificador" (Ironía verbal)

Antes de contar por qué a Enrique Izurbeta lo apodan así, Silvio señala: "He aquí cómo se establece una reputación y cómo el prestigio secunda al principiante en el laudable arte de embaucar al prójimo" (pp. 35 y 36), calificando, con ironía, la fama de falsificador de Enrique como una reputación que da prestigio, y el engaño como un "laudable arte".

La definición que da Silvio del destino de Enrique (Ironía verbal)

Al presentar el personaje de Enrique, el narrador señala que, en el momento en que escribe, "Enrique se hospeda en uno de esos hoteles que el Estado dispone para los audaces y bribones" (p. 36). Por supuesto, esos hoteles son las cárceles y Enrique fue puesto allí por las autoridades debido a que cometió un delito, como se narra en el capítulo IV (p. 156).

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