Reinaldo Arenas pasa su infancia en el campo. Abandonado por su padre a los pocos meses de vida, se cría junto a su madre -una mujer depresiva y poco cariñosa-, sus abuelos, y varios primos y tías. Pese al hambre que caracteriza su infancia, Reinaldo recuerda nostálgicamente ese periodo como un momento de absoluta libertad y despertar creativo, estimulado por las historias que le cuenta su abuela y por la riqueza de la naturaleza circundante. Desde niño, Reinaldo descubre que es homosexual y aprende a mantenerlo en secreto, consciente de que sus gustos no serán bien aceptados por la sociedad cubana.
Al llegar a la adolescencia, la pobreza que genera en el pueblo cubano el gobierno del dictador Fulgencio Batista desencadena en la familia de Arenas la necesidad de mudarse a Holguín. Allí Reinaldo pasa mucha hambre y, con el objetivo de encontrarle un rumbo distinto a su vida, termina sumándose a las tropas rebeldes de Fidel Castro, quienes intentan sacar a Batista del poder.
En 1959, los rebeldes consiguen el poder y el movimiento revolucionario dirigido por Fidel Castro asume el gobierno cubano. Privilegiado por su relación con los rebeldes, a Reinaldo le otorgan una beca para estudiar contaduría agrícola. Mientras tanto, mantiene su homosexualidad en secreto para no entrar en conflicto con las autoridades revolucionarias.
Reinaldo consigue su título y trabaja durante un tiempo como contador agrícola. Durante este periodo se desilusiona con el modo de gobernar de Fidel Castro y empieza a tener sus primeros encuentros homosexuales. Pasado un tiempo, logra que lo contraten en la Biblioteca Nacional y deja su empleo de contador agrícola.
Un día, Reinaldo presenta su primera novela, Celestino antes del alba, en un concurso celebrado por la UNEAC y gana la primera mención. A partir de entonces, su carrera literaria toma vuelo y empieza a escribir en forma constante. Al año siguiente, presenta su segunda novela, El mundo alucinante, en el mismo concurso y, pese a ganar, la UNEAC decide no publicar su obra por considerarla contrarrevolucionaria. Debido a ello, Reinaldo la publica en forma clandestina en el exterior, lo que lo deja en una situación comprometida con las autoridades cubanas.
Un cambio en las autoridades de la Biblioteca Nacional provoca que Reinaldo abandone su puesto y comience a trabajar en el Instituto Cubano del Libro. Por ese entonces, su vida sexual se desarrolla plenamente y se hace amigo de otros escritores e intelectuales homosexuales con quienes comparte gustos literarios y aventuras eróticas. Sin embargo, debido a sus escritos y su vida sexual disidente, comienza a ser perseguido y hostigado por el Gobierno.
Un día, unos jóvenes acusan a Reinaldo por homosexual ante la policía y las autoridades del Gobierno deciden apresarlo. Temiendo por su vida, él intenta fugarse de Cuba e incluso busca quitarse la vida. Sin embargo, la policía lo encuentra y acaba encarcelado por el delito común de corrupción de menores. Reinaldo pasa un largo tiempo en prisión mientras la Seguridad del Estado intenta sacarle información y que delate a sus amigos y amantes. Luego de colaborar con las autoridades, Reinaldo consigue la libertad y pasa un tiempo viviendo precariamente y sin conseguir un hogar propio.
En 1980, la tensión social y política cubana es tal que el Gobierno castrista habilita la salida del país de miles de cubanos disconformes. Reinaldo consigue exiliarse con este movimiento y comienza a vivir en Estados Unidos.
Una vez en el exterior, Reinaldo se desilusiona con la sociedad norteamericana, no consigue la plenitud sexual que tuvo en Cuba y tampoco logra insertarse del todo en el mercado editorial extranjero. Pese a ello, ahora se siente libre de expresarse como quiere y logra disfrutar de la compañía de sus amigos. A fines de los ochenta, sin embargo, Reinaldo contrae sida. Cuando la enfermedad le impide llevar una existencia digna y continuar con su obra, toma la decisión de quitarse la vida.