Nadie me había hecho caso, y los que allí estaban habían seguido con sus juegos eróticos. Yo ya no existía. No era joven. Allí mismo pensé que lo mejor era la muerte. Siempre he considerado un acto miserable rogar por la vida como un favor. O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo. En Cuba había soportado miles de calamidades porque siempre me alentó la esperanza de la fuga (...). Ahora la única fuga que me quedaba era la de la muerte.
Este pasaje, perteneciente al comienzo de Antes que anochezca, pone de manifiesto dos temas fundamentales para la compresión de esta obra: la homosexualidad y la fuga. Aquí, Reinaldo narra el momento en que se le ocurre la idea del suicidio, luego de haber ingresado a un baño público de Estados Unidos en busca de un encuentro sexual. El rechazo de los presentes y la consecuente decisión de suicidarse dan cuenta de la importancia de la sexualidad en la vida del escritor, para quien el deseo y el placer homosexual, no sólo constituyen un aspecto elemental de su identidad, sino que aparecen como equivalentes a la vida misma. La muerte, ante la certeza de ya no ser deseado, se presenta como una vía de escape encadenada, a su vez, a todas esas otras fugas que había realizado en Cuba y con el mismo exilio. Para Reinaldo, el suicidio se presenta, también, como un último gesto de autonomía y de búsqueda de la libertad.
¿Cuál fue la influencia literaria que tuve yo en mi infancia? Ningún libro, ninguna enseñanza, si se exceptúan las tertulias llamadas «El Beso a la Patria». Desde el punto de vista de la escritura, apenas hubo influencia literaria en mi infancia; pero desde el punto de vista mágico, desde el punto de vista del misterio, que es imprescindible para toda formación, mi infancia fue el momento más literario de toda mi vida. Y eso, se lo debo en gran medida a ese personaje mítico que fue mi abuela.
Arenas construye su identidad sobre dos pilares, el de la homosexualidad y el de la escritura, y rememora su infancia en la finca familiar como un periodo inaugural donde ambos aspectos comienzan a manifestarse. La humildad de su familia le impide a Reinaldo hacerse del capital literario que otros escritores de su generación gozan. Sin embargo, él consigue suplir esa carencia gracias al entorno natural en el que se cría, rico en imágenes y sensaciones y, sobre todo, gracias a la presencia de su abuela. La abuela de Reinaldo es crucial para su formación literaria, no sólo por las “historias de aparecidos (...), brujas (...), criaturas y animales misteriosos” (45) que le cuenta, sino debido a que ella misma aparece caracterizada como un ‘personaje mítico’. Es decir, más criatura literaria que persona. A veces, incluso, Reinaldo la describe como una bruja que intenta “conjurar ciclones con cruces de ceniza” (44), que habla con las plantas y conoce sus propiedades curativas y que puede predecir el estado del tiempo “por puro instinto” (44).
En sistemas políticos siniestros, se vuelven siniestras también muchas de las personas que los padecen; no son muchos los que puedan escapar a esa maldad delirante y envolvente de la cual, si uno se excluye, perece.
Pese a haber sido traicionado y delatado, una y otra vez, por familiares y personas que consideraba amigos, Arenas hace el esfuerzo por comprender sus acciones como una consecuencia esperable del sistema represivo en el que se encuentran. En cambio, dirige su odio hacia el gobierno de Fidel Castro, el cual arrastra a la gente a cometer actos atroces por desesperación. Pese a ello, también destaca ciertas excepciones, lejos de dejarse doblegar por el poder del Gobierno, le resultan un ejemplo de valentía, honestidad intelectual y coherencia política. Virgilio Piñera es una de estas excepciones. Por eso mismo, la muerte encuentra a Virgilio en una completa marginalidad y rechazo. Reinaldo llega incluso a preguntarse si su muerte no habrá sido orquestada por el Gobierno, que odiaba a Virgilio ya que “Representaba al eterno disidente, al inconforme constante, al rebelde incesante” (294).
La militancia homosexual ha dado otros derechos que son formidables para los homosexuales del mundo libre, pero también ha atrofiado el encanto maravilloso de encontrarse con una persona heterosexual o bisexual (...). Lo ideal en toda relación sexual es la búsqueda de lo opuesto y por eso el mundo homosexual actual es algo siniestro y desolado; porque casi nunca se encuentra lo deseado.
Estando en el exilio, Reinaldo rememora las múltiples aventuras sexuales que tuvo durante su juventud en Cuba y lamenta no encontrar algo de tal calibre en el “mundo libre” (133). Para él, la organización política y la mayor libertad de la comunidad homosexual en Estados Unidos tienen como consecuencia una pérdida de la división tajante entre homosexuales pasivos y activos -las locas y los bugarrones- de la que tanto gozaba en su país natal. Sin embargo, Reinaldo reproduce, bajo la lógica de ‘los opuestos’, una forma tradicional y heterosexista de considerar tanto la sexualidad humana como la división de los géneros masculino y femenino. Su concepción, en este sentido, es problemática, ya que la oposición no sólo se produce en el ámbito sexual, también establece jerarquías y funciones sociales misóginas y homofóbicas, en las que ‘lo masculino’ -los bugarrones, hombres y heterosexuales- goza de ciertos privilegios sociales en detrimento de ‘lo femenino’.
El mayor encarnizamiento de ese congreso fue contra los homosexuales. Se leyeron acápites (...) donde se decidía que todo homosexual que ocupase un cargo en los organismos culturales debía ser separado, inmediatamente, de su puesto de trabajo. Comenzó el parametraje.
En este pasaje, Reinaldo describe las recomendaciones leídas en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura realizado en Cuba, en 1971. En ese momento, se termina de hacer evidente la orientación virulenta contra los homosexuales del Gobierno cubano y comienza una verdadera “caza de brujas” contra cada “escritor, cada artista, cada dramaturgo homosexual” (164). La situación, ya bastante precaria de Arenas, se recrudece significativamente a partir de la celebración del Congreso. La acción del ‘parametraje’ mencionada por el autor, consiste en la recepción, por parte de los trabajadores homosexuales, de un telegrama de despido a sus cargos laborales, luego del cual se quedan sin trabajo o son invitados a realizar trabajos forzados. Tras este pasaje -que vincula los temas de “La persecución” y “La homosexualidad”-, Reinaldo señala la ironía de que el Primer Congreso de Educación y Cultura haya servido, contrariamente a lo que su nombre indica, a la destrucción sistemática de la cultura cubana.
Toda mi vida fue una constante huida de mi madre; del campo a Holguín, de Holguín a La Habana; luego, queriendo huir de La Habana al extranjero (...) Yo sólo podía abandonar a mi madre o convertirme en ella misma; es decir, un pobre ser resignado con frustración y sin instinto de rebeldía y, sobre todo, tendría que ahogar mis instintos fundamentales.
En este pasaje se presenta un elemento novedoso vinculado al tópico de la fuga. Comúnmente, este tema se asocia a la persecución y hostigamiento que Reinaldo sufre debido a su enfrentamiento con el Gobierno cubano. Enfrentamiento que lo arrastra a un estado de paranoia y alerta permanente. En esta cita, sin embargo, el tema de la fuga no se enmarca en lo político sino en lo familiar. Luego de que el padre de Reinaldo la abandona, su madre cae en un estado de frustración y castidad “peor que la de una virgen, porque ella había conocido el placer durante algunos meses y luego renunció a él para toda la vida” (19). Reinaldo, criado en una casa dominada por mujeres e identificado profundamente con ellas y, especialmente, con su madre, intenta romper la tradición de frustración familiar a toda costa. Su carácter rebelde y temerario, en este sentido, encuentra su origen en el ámbito familiar antes que en el político.
Recuerda que la única salvación que tenemos es por la palabra; escribe.
Antes de que Lezama Lima muera, Reinaldo, él y Virgilio Piñera se reúnen, luego de un largo tiempo sin encontrarse debido al encarcelamiento de Reinaldo. Este pasaje presenta las últimas palabras que Lezama le dice a Reinaldo y, pese a su brevedad, posee la importancia de reunir tres temas fundamentales de Antes que anochezca: “La amistad”, “La escritura” y “La libertad”. Tanto Lezama como Virgilio son dos personajes de gran relevancia, ya que representan a la generación de escritores homosexuales comprometidos con la literatura; generación en la cual Reinaldo intenta inscribirse. Ambos cumplen el rol de maestros literarios de Reinaldo, y él les dedica varias páginas de su autobiografía. Pese a su prestigio, la adversidad castrista los lleva a morir olvidados y en la miseria. En medio de la persecución estatal, la escritura se les presenta como el único medio de escape ante la hostilidad del entorno: ‘La única salvación’ de la que Lezama Lima le habla a su discípulo y amigo.
Yo sabía ya que el sistema capitalista era también un sistema sórdido y mercantilizado (...) La diferencia entre el sistema comunista y el capitalista es que, aunque los dos nos den una patada en el culo, en el comunista te la dan y tienes que aplaudir, y en el capitalista te la dan y uno puede gritar; yo vine aquí a gritar.
Reinaldo se expresa de este modo al llegar a Estados Unidos, cuando nota que todos aquellos que se congraciaban con él y celebraban su literatura mientras estaba en Cuba, ahora lo rechazan e incluso critican su decisión de haberse exiliado. En particular, le molesta el rechazo manifestado por aquellos que habían ganado dinero gracias a la venta de sus obras y que ahora se niegan a darle las ganancias, solapando su interés bajo diferencias políticas. Este pasaje es relevante porque ilustra la decepción de Reinaldo frente al sistema capitalista y permite vislumbrar la relevancia del tema de la libertad en su obra. La oposición de Reinaldo ante el gobierno castrista se debe, fundamentalmente, al hecho de no poder hacer oír ‘su grito’ en Cuba, de no poder expresar su identidad literaria y sexual.
En Cuba una de las cosas que más había padecido era el hecho de no tener un lugar donde vivir y tener que andar siempre ambulante; tener que vivir en el terror de que en cualquier momento me pusieran en la calle y no tener nunca un lugar que me perteneciera. Y ahora en Nueva York tenía que pasar por lo mismo.
Durante toda su vida, Reinaldo Arenas debe esforzarse al máximo para asegurarse un lugar donde vivir y comida para sustentarse, y son numerosas las ocasiones en las que pasa hambre por días o viviendo en la calle. Durante muchos años, Reinaldo culpa de ello a la situación económica cubana y el estado de persecución constante que sufre por el carácter subversivo de su identidad literaria y sexual. Sin embargo, su situación no mejora del todo cuando consigue exiliarse en Estados Unidos. Una vez en el exilio, debe enfrentarse nuevamente a problemas habitacionales, laborales y a la imposibilidad de acceder a los servicios de salud -sobre todo al contraer sida- debido a que no cuenta con dinero ni seguro médico. El tema de la supervivencia, en este sentido, acapara toda la autobiografía de Arenas y este pasaje es un ejemplo de ello.
En los últimos años (...) he podido terminar mi obra literaria (...) La dejo pues como legado de todos mis terrores, pero también con la esperanza de que pronto Cuba será libre (...) Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy.
Antes de suicidarse, Reinaldo escribe una carta de despedida que integra este pasaje, con el objetivo de que sea publicada y repartida entre varios de sus amigos. Su forma de concebir la escritura como una práctica política, como una forma de lucha para la emancipación del pueblo cubano, se aprecia en este fragmento con toda claridad. En este punto, pese a que Arenas pida no ser “catalogado bajo ninguna etiqueta oportunista y política” (322), resulta evidente que su obra se encuentra atravesada por el tópico del activismo. Desde el momento en que utiliza su carta para exhortar al pueblo cubano a luchar por la libertad, su escritura se transforma en una herramienta de difusión política. De este modo, el tema de la libertad presente a lo largo de todo Antes que anochezca, concluye también su carta de despedida, dejando un "mensaje de lucha y esperanza" y presentando a su suicidio como una forma individual de conseguir esa libertad siempre anhelada.