La estructura de la novela es compleja, ya que se mueve entre cartas, conversaciones y secciones narradas por el protagonista. A través de estos diversos métodos de narración, Piglia aborda los temas de la historia, la memoria y la identidad. Se centra especialmente en la importancia de la memoria individual y en cómo puede utilizarse para dar forma a nuestra comprensión del pasado.
A través de las interacciones del protagonista con su tío, vemos cómo los acontecimientos del pasado pueden interpretarse de diferentes maneras, y cómo nuestros recuerdos de estos acontecimientos influyen en nuestra comprensión de los mismos. En esencia, la idea de cómo se escribe la historia, y cómo la verdad de un acontecimiento histórico queda a menudo oscurecida por la narración del mismo. El autor muestra cómo la fabricación y la exageración pueden moldear la forma en que vemos la historia, y cómo estas interpretaciones pueden alterar nuestra percepción del pasado. El protagonista observa cómo los recuerdos pueden distorsionarse, reinterpretarse e incluso olvidarse. También cómo son moldeados por la experiencia personal.
La historia de Enrique Ossorio plantea cuestiones sobre el papel de la lealtad y la naturaleza hipócrita del poder. Examina cómo las personas pueden ser manipuladas por la dinámica del poder. Ossorio es un leal servidor de Juan Manuel de Rosas pero, al mismo tiempo, es un espía de la oposición. Esta dualidad revela la complejidad del poder político y su capacidad para influir en las personas independientemente de sus creencias personales. Ossorio se ve obligado a tomar una difícil decisión entre la lealtad y la libertad. Este dilema muestra lo difícil que puede ser decidir sin repercusiones. También plantea cuestiones sobre la responsabilidad de las personas ante sí mismas y sus creencias.
