"Convicto y confeso decía (me acuerdo) uno de los titulares y siempre me emocionaba ese título, como si aludiera a acciones heroicas y un poco desesperadas. «Convicto y confeso»: repetía y me exaltaba porque no entendía bien el significado de las palabras y pensaba que convicto quería decir invencible".
Renzi cuenta cómo comenzó su interés por la historia de su tío, Marcelo Maggi. Al parecer, en su familia apenas se hablaba de él, y solo se sabía que había estado preso tres años. De allí lo de llamarle 'convicto'. Siendo apenas un niño, Renzi piensa que esos adjetivos eran en sí mismos algo positivo y heroico. Ya de adulto, comenzará a investigar la vida de su tío e incluso a intercambiar correspondencia con él.
"Hay que armar a la peonada. Hay que armar a la peonada, decía el viejo, ¿no se dan cuenta? A estos calzonudos hay que correrlos a tiros. La peonada, decía el viejo, ¿con quién está? Así fue como empecé a visitarlo y así fue como la conocí a Esperancita".
El profesor Maggi le cuenta a su sobrino cómo fue que conoció a Luciano Ossorio, el senador, descendiente de Enrique Ossorio. En estas palabras se pueden apreciar las ideas revolucionarias de los personajes, puesto que se refieren a que los individuos de las clases más bajas deberían armarse y rebelarse contra la explotación que ejercen sobre ellos las clases altas.
"[...] ahora que pienso, no hay novelas epistolares en la literatura argentina, claro que eso se debe (para confirmar una de las teorías insinuadas en tu más bien melancólica carta recién recibida) a que en la Argentina no tuvimos siglo XVIII".
En su carta anterior, Maggi le aclara a su sobrino que quizás vaya a tardar en enviarle nuevas noticias suyas. Renzi, que no conoce la verdadera situación de su tío, le aclara que no es necesario que se vea obligado a responder en determinado momento. En ese sentido, reflexiona acerca del género epistolar en literatura, es decir de las novelas compuestas a base de cartas. Agrega que Argentina no tuvo siglo XVIII, queriendo significar que en ese siglo era común este tipo de literatura en Europa, pero Argentina, en ese entonces, era un país que recién se estaba consolidando, y la literatura se enfocaba en otros géneros y temáticas.
"¿Y entonces qué pasó? Él, bruscamente, se fue. Bruscamente, sin decirle nada a nadie, sin despedirse de mí. Andaba con otra mujer. ¿Y? Él me decía: don Luciano, su hija me pone melancólico. Esa mujer, me decía, refiriéndose a mi hija Esperancita, esa mujer es toda ella un error incomprensible".
Aquí conocemos el punto de vista del senador Ossorio acerca del proceder de Maggi. Renzi lo ha ido a visitar en persona, enterándose de la versión de Ossorio sobre por qué su tío se distanció de su esposa y se fue. Queda evidenciada la brecha de clases entre Maggi y su esposa, ya que ella era proveniente de clases altas y acomodadas, de apariencia frágil y desentendida de la realidad de su tiempo.
"Y pienso que al contarlo se disuelve y se borra de mi recuerdo: porque todo lo que contamos se pierde, se aleja. Contar es entonces para mí un modo de borrar de los afluentes de mi memoria aquello que quiero mantener alejado para siempre de mi cuerpo»".
Dado que el senador se encuentra parapléjico, en silla de ruedas, lo único que le queda es usar las palabras, narrar la historia y enunciar sus ideas. De este modo, la novela de Piglia coloca en escena la importancia de la palabra y el modo en que las narraciones según los distintos puntos de vista pueden cambiar la historia y, por lo tanto, la percepción de la realidad.
