El oro
A lo largo de los diferentes relatos que componen Las mil y una noches, el oro se vuelve una imagen recurrente, por lo general, asociada al tema del ascenso social de varios de los personajes. Esto se puede apreciar con claridad en el relato "Alí Babá y los cuarenta ladrones", en el cual el personaje principal extrae varias monedas de oro de la cueva de los ladrones y, con ellas, se vuelve rico. "Y la puso al tanto de su aventura, vaciando el oro de las bolsas en montículos delante de ella, que se quedó arrobada por su brillo..." (583); esta cita corresponde al momento en que Alí Babá regresa a su hogar con todo el oro que extrajo de la cueva de los ladrones y se lo muestra a su mujer.
Por otro lado, cuando Aladino baja a la cueva donde se encuentra la lámpara del genio, la primera habitación que atraviesa está repleta de oro: “El muchacho por fin se resolvió y bajó a la cripta de las cuatro salas donde halló las consabidas vasijas de oro, que resplandecían a la luz del fuego que él portaba…” (363). Si bien la mayor parte de la riqueza que ostenta al final del relato está asociada a lo que el genio le provee, en este punto del relato, Aladino toma varios objetos de valor de la cueva y sale de ella mucho más próspero que cuando entró.
El Ruc
La imagen del Ruc aparece en varios del los relatos que componen Las mil y una noches. Se trata de un ave de rapiña gigantesca, propia de la mitología persa, que es capaz de levantar hasta un elefante con sus garras. En principio, en "Aladino y la lámpara maravillosa", el genio describe al Ruc como el maestro de la mayoría de los genios. Asimismo, en varios de los viajes de Simbad también aparece el Ruc. En el segundo viaje en particular, se describe a través de una serie de imágenes visuales esta criatura: "... en cierta isla, vivía un enorme pájaro llamado Ruc, que alimentaba a sus crías con elefantes" (520). Asimismo, Simbad describe su experiencia al verlo por primera vez: "... creí que podía tratarse de una nube, pero como estábamos en verano me sorprendí y levanté la cabeza: era un pájaro enorme, de cuerpo gigantesco y alas descomunales que al volar tapaba el sol a su paso y oscurecía la isla" (520).
Por otro lado, en el quinto viaje, también a través de imágenes visuales, se describe cómo el Ruc arroja piedras sobre el barco de Simbad luego de que la tripulación se comiera a su cría recién nacida.
El mar
Fundamentalmente en la historia de los viajes de Simbad el Marino, el mar aparece como una imagen recurrente. En principio, está presente en cada uno de los viajes, cuando Simbad se embarca en busca de riquezas. Siempre aparece como el factor desencadenante de la aventura, ya que por las inclemencias de las aguas, que se describen, por lo general, con imágenes visuales, el barco de Simbad naufraga, y es el mar el que lo deposita en las diferentes islas en las que tendrá que luchar contra diferentes adversidades: "Un día y una noche pasamos así sobre las olas (...) hasta que, al día siguiente, a media mañana, el viento arreció, el mar se enfureció y el oleaje nos arrojó a una isla, medio muertos de cansancio, insomnio, frío, hambre, miedo y sed" (539).
Asimismo, en el quinto viaje, encontramos una imagen del mar, ya no como una fuerza incontrolable de la naturaleza, sino como un contexto de fatalidad: "El capitán viró el barco, evitando por un pelo que nos acertara, y la piedra cayó en el mar, con tal violencia que la nave se elevó y descendió de golpe, precipitándose a las profundidades, y fuimos a parar al fondo del mar" (553). Esta cita se corresponde con el momento en que el barco de Simbad es atacado con piedras por un grupo de Rucs.
Los palacios
En numerosas historias de Las mil y una noches, el palacio constituye una imagen recurrente que da cuenta de la riqueza de los personajes.
Dentro de los relatos enmarcados, tenemos, por ejemplo, el palacio en el que vive Simbad, que logró construir gracias a toda la riqueza que acumuló de sus viajes. La fastuosidad del este palacio se ve reflejada en la impresión del cargador al acercarse a él: "Fue hasta la puerta y mirando hacia dentro vio un gran jardín por el que iban y venían pajes, esclavos negros y un séquito de sirvientes y criados como solo suelen tener los reyes y sultanes (...). Era una hermosa residencia, resplandeciente y majestuosa" (507).
Asimismo, el personaje principal cuenta las historias de sus viajes, en los que conoce a diferentes reyes, todos ellos viviendo en fastuosos palacios: "... y era un palacio alto y fuerte rodeado de una amplia galería y con una puerta de entrada de dos hojas, hecha de ébano, y las dos estaban abiertas" (528). Esta descripción del palacio de uno de los reyes de las islas por las que pasa Simbad aparece en el tercer viaje.
Por otro lado, uno de los deseos que Aladino le pide al genio es un palacio en el que pueda vivir con la princesa: "Requiero un servicio muy importante: se trata de un palacio que quiero que edifiques para mí frente al del sultán, deberá ser espléndido y estar dotado de cuanto mobiliario corresponda, con alfombras y demás" (395).
Como podemos apreciar, la imagen del palacio se repite en varios momentos de Las mil y una noches y da cuenta ya sea de la riqueza de algunos personajes, como así también del ascenso social de otros, por lo general, por un golpe de suerte que estos personajes pudieron capitalizar por sus virtudes y su lucidez.