Resumen
Clotaldo y Basilio entran en el palacio. Clotaldo dice que cumplió cada una de las órdenes del rey. Con el pretexto de una lección, fue a visitar al príncipe a su celda y llevó consigo una poderosa poción para sumir a Segismundo en un sueño profundo parecido a la muerte. Cuando el príncipe se durmió, los guardias lo colocaron en un coche y lo llevaron al cuarto del rey Basilio. Ahora que Clotaldo hizo exactamente lo que el rey le había ordenado, le pregunta al monarca cuáles son sus intenciones al llevar a Segismundo al palacio.
Basilio le comenta que Segismundo está destinado a mil desgracias y tragedias; él quiere saber si el príncipe puede superar la vida maligna que los astros quieren para él. Sin embargo, si es violento y tirano, promete que lo enviará a la cárcel de inmediato.
La idea de llevarlo dormido es que, si Segismundo supiera que es un príncipe para luego ser enviado de nuevo a la cárcel, se enojaría mucho. Por esto, Basilio insistió en que Segismundo fuera llevado al palacio en un sueño profundo: si hubiera que devolverlo a la cárcel, podrán decirle que todo fue un sueño. Clotaldo afirma que hay muchos argumentos que demuestran que la idea de Basilio es errónea, pero ya es demasiado tarde. Oyen que Segismundo se dirige hacia ellos y, mientras Basilio sale de la habitación, le ordena a Clotaldo que le explique a Segismundo quién es.
Clarín entra y le recuerda a Clotaldo que Rosaura es definitivamente una mujer. El gracioso hombre dice que ella se puso ropa más apropiada, cambió su nombre y ahora se hace pasar por sobrina de Clotaldo. Es tratada como una de las damas de compañía de Estrella y está esperando el momento en que Clotaldo vengue su honor. De repente, Segismundo, muy confundido, entra en la habitación. No puede creer estar rodeado de lujosas telas, en un elegante palacio. Sin embargo, dice que está muy despierto como para que todo sea un sueño.
Clotaldo se acerca a Segismundo y le pide besarle la mano, ya que es el príncipe heredero de Polonia. Le explica a su amo que vivió encadenado en la prisión porque su destino era ser un tirano malvado, pero su padre, el rey Basilio, cree que el buen sentido de Segismundo puede superar su naturaleza. El joven está furioso y amenaza con matar a Clotaldo con sus propias manos por mentirle, pero un criado interviene para disuadirlo. El sirviente intenta convencer al nuevo príncipe de que Clotaldo solo obedecía al rey, pero Segismundo insiste en que no hay que obedecer al rey si la ley no es justa.
Entra Astolfo y Segismundo lo saluda con poco entusiasmo. Astolfo le comenta que es su primo e insiste en que son iguales, lo que solo irrita más a Segismundo. En ese momento, Estrella entra en la habitación. Saluda cordialmente a Segismundo y Clarín la presenta como prima del príncipe. El hombre pregunta si puede besar la mano de Estrella, lo que molesta a Astolfo. Un criado interviene explicándole a Segismundo que su comportamiento es demasiado atrevido. Este lo agarra furiosamente y lo arrastra hasta el balcón, tirando al hombre por el borde.
Estrella pide ayuda y Astolfo intenta convencer a Segismundo de que sea más sensato con los hombres que lo rodean. Sin embargo, el hombre lo amenaza con arrancarle la cabeza. Cuando Astolfo sale, entra el rey Basilio, que exige saber qué está pasando. Segismundo le explica que el criado lo irritó y, por eso, lo arrojó por el balcón. El rey le dice a su hijo que lamenta verlo comportarse tan mal, ya que tenía la esperanza de reencontrarse con él, pero ahora solo le tiene miedo. El muchacho afirma que no necesita a Basilio, ya que ningún padre decente trataría a su hijo como él lo hizo. Frente a estos reclamos, Basilio le responde que, aunque Segismundo cree estar despierto, en realidad está soñando. El monarca se va, pero Segismundo se niega a creer sus palabras, ya que está seguro de estar despierto.
Análisis
En este segundo acto, los lectores conocemos las intenciones que tienen el rey Basilio y su servidumbre en relación con el destino de Segismundo. Así, el protagonista parece carecer de cualquier tipo de potestad. Como en el primer acto, se subraya la idea de que Segismundo no comparte propiedades características del ser humano, ya que ni siquiera es dueño de su destino. En este sentido, la poción es la herramienta con la que Basilio y Clotaldo pueden manejar la vida de Segismundo. La obra pone de manifiesto que ninguno de los dos duda en negarle al protagonista el acceso a la verdad en caso de que las circunstancias así lo requieran. Sin embargo, también se pone en primer plano la idea de que, a pesar de que los límites entre percepción y realidad pueden ser confusos, el linaje de Segismundo lo obliga a la trascendencia. En palabras de Clotaldo, la sangre del príncipe “le incita, mueve y alienta/ a cosas grandes” (p.38). Para el sirviente, Segismundo conoce realmente, en el fondo, su identidad. Esto, inevitablemente, terminará por salir a la luz.
Entre los detalles que menciona Clotaldo sobre su conversación con Segismundo, incorpora también una discusión sobre el mundo de las aves. El siervo acota que Segismundo no entiende cómo algunas especies obedecen a otras sin cuestionarse en absoluto esta conducta: “Por lo menos, si estoy/ sujeto, lo estoy por fuerza;/ porque voluntariamente/ a otro hombre no me rindiera” (p.38). Los lectores leemos este comentario de manera anticipatoria, ya que justamente esta estrategia de Basilio apuesta por la libre voluntad de Segismundo para demostrar que la profecía está equivocada y poder confirmar que el destino del ser humano se construye con las acciones que las personas llevan adelante.
En oposición a este deseo de libertad, el personaje de Clotaldo se basa en el principio de “obediencia debida”. El sirviente no sabe por qué Basilio quiere sedar a Segismundo y llevarlo a su palacio; simplemente hace lo que se le ordena, lo que refleja de nuevo el honor de Clotaldo y su incuestionable lealtad al rey. Sin embargo, este criterio de fidelidad desmedida también convierte al ser humano en una masa despersonalizada que puede conducir a tomar decisiones criminales. Una vez más, uno de los temas fundamentales de la obra es puesto en crisis: para Clotaldo, ese libre albedrío tan anhelado por Segismundo ocupa un rol secundario en relación con su fidelidad a Basilio.
El experimento que Basilio realiza con Segismundo, al llevarlo dormido a la corte, es cuestionable y no sabemos si efectivamente será exitoso. En este punto, el rey no es únicamente un sabio, sino también un científico que plantea experimentos e hipótesis que corren el riesgo de ser peligrosos fracasos para el conjunto de la sociedad. Así, llevar a Segismundo a su palacio y hacerlo rey es la forma que encuentra de validar su teoría: el destino del ser humano finalmente predomina por sobre el poder de las estrellas.
En este acto, las acciones de Segismundo parecen refutar esta teoría, ya que el príncipe carece de cualquier actitud civilizada. El cambio de mundos, de la prisión a los “palacios suntuosos” (p.43), es muy brusco, y exhibe que Segismundo carece de herramientas para enfrentarse a él. En este sentido, en La vida es sueño también se problematizan las responsabilidades que conlleva la libertad. El gran conflicto que atraviesa al protagonista es que, después de tanto desear su libre albedrío, no sabe cómo usarlo a su favor. Así, amenaza violentamente a todo aquel que se atreva a manifestar alguna crítica a sus acciones: “También oíste decir/ que por un balcón, a quien/ me canse sabré arrojar” (p.51), le dice a uno de sus criados.
Es significativo que esta ira emerja cuando uno de los sirvientes pone de manifiesto las contradicciones de Segismundo. El protagonista es inconsecuente: es víctima de su violencia porque cree que ser libre equivale a imponer su primacía sobre las ideas de los demás. En este sentido, el texto pone de manifiesto que en las relaciones humanas hay ciertas reglas que deben respetarse y ciertos impulsos que necesitan ser dominados. Segismundo ejerce esa violencia contra los hombres y contra las mujeres, de manera que transgrede las normas morales y sociales establecidas. Al convertir su deseo en norma absoluta y llevar este impulso al extremo, su actitud resulta intolerable para la corte y para la sociedad de la época.
A pesar de que este hecho nos muestra la dimensión más salvaje de Segismundo, el personaje también puede tener conductas sensatas. En este sentido, las críticas que Segismundo le hace a su padre sobre su crianza son absolutamente legítimas: haber recluido a su único hijo en la torre fue una medida extrema y cuestionable a nivel moral.
Así, la obra expone que haber recibido una educación cortesana, tal como lo hizo Basilio, no transforma a alguien necesariamente en buena persona. Los conocimientos del rey lo confirman como un sabio reconocido en la sociedad de la época, pero es un personaje que no duda en experimentar con su propio hijo al recluirlo bajo condiciones inhumanas. De alguna manera, Basilio nos muestra que tampoco las conductas que se enmarcan dentro de lo civilizado carecen de contradicciones. A pesar de ser conocido por su sabiduría y conocimiento, Basilio priorizó la satisfacción de sus intereses como monarca y la continuidad de su reino antes que el bienestar de su hijo.
Por otra parte, Segismundo se crió como un animal, como una bestia, de modo que es natural que se comporte como tal, ya que carece de todo conocimiento sobre las costumbres y reglas morales características de un monarca. El personaje es consciente de sus limitaciones: "Sé que soy/ un compuesto de hombre y fiera" (p.55), le comenta a su padre. En esta frase se condensa la dualidad característica del barroco: el ser humano no vive únicamente bajo las luces de la razón y del intelecto, sino que es también producto de sus pasiones e instintos salvajes.