"¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?"
En esta cita, Segismundo introduce una de sus mayores preocupaciones: a pesar de haber nacido, carece de los mismos privilegios y derechos que el resto de los seres humanos. En su mirada, el personaje complejiza la idea de “vivir”: el mero hecho de respirar no significa necesariamente ser una persona. El concepto de ser humano incluye, para él, libertad de acción y pensamiento. En este sentido, Segismundo sufre el castigo de vivir sin estos derechos esenciales.
"Aquí, por que más te asombres
y monstruo humano me nombres,
entre asombros y quimeras,
soy un hombre de las fieras
y una fiera de los hombres”.
En este pasaje, el protagonista deja entrever una de las características más singulares del barroco español: la búsqueda de la antítesis y la contradicción. Así, cuando se define como monstruo humano, hombre entre las fieras y fiera entre los hombres, deja ver su frustración frente a una realidad adversa y hostil. Los años de encierro lo redujeron a un estadio salvaje que poco tiene que ver con lo que se define como humano.
“su madre infinitas veces,
entre ideas y delirios
del sueño, vio que rompía
sus entrañas, atrevido,
un monstruo en forma de hombre,
y entre su sangre teñido,
le daba muerte, naciendo
víbora humana del siglo”.
En esta cita, Basilio explica la premonición que tuvo su esposa, Clorilene, a la hora de gestar a Segismundo. Este mal augurio sugestiona al rey y lo condiciona a tomar la decisión de encerrar a su hijo por temor a que estos presagios fueran finalmente ciertos. Una vez más, Segismundo es caracterizado como “un monstruo en forma de hombre”. La diferencia fundamental es que esta descripción es previa al encierro que padece el protagonista y que termina por transformarlo en un ser vivo que poco tiene de humano.
"Yo, acudiendo a mis estudios,
en ellos y en todo miro
que Segismundo sería
el hombre más atrevido,
el príncipe más cruel
y el monarca más impío,
por quien su reino vendría
a ser parcial y diviso,
escuela de las traiciones
y academia de los vicios;
y él, de su furor llevado,
entre asombros y delitos,
había de poner en mí
las plantas, y yo, rendido,
a sus pies me había de ver".
En esta cita, Basilio da cuenta de la importancia que tienen sus estudios sobre los astros para determinar el futuro de Segismundo. En este sentido, es importante destacar que es la interpretación que hace Basilio de las estrellas la que determina la decisión de encerrar a Segismundo; los astros no son una verdad probada sino que permiten diversas lecturas. Entre las cosas que se pronostican para el futuro del príncipe, se encuentra ser el monarca más cruel de Polonia. Pero, además, Basilio subraya que él deberá verse rendido a los pies de su propio hijo. Esta afirmación exhibe que, al menos en parte, la preocupación del rey se debe a la posibilidad de verse obligado a sucumbir frente a la autoridad de su vástago.
"(...) si él,
soberbio, osado, atrevido
y cruel, con rienda suelta
corre el campo de sus vicios,
habré yo, piadoso, entonces
con mi obligación cumplido;
y luego en desposeerle
haré como rey invicto,
siendo el volverle a la cárcel
no crueldad, sino castigo"
Luego de decidir dejar a su hijo en libertad, Basilio se compromete a castigar a Segismundo si no cumple con las expectativas de lo deseado para un príncipe de la nobleza polaca. Una vez más, la obra destaca que la potestad de Segismundo no le pertenece, sino que su destino está en manos de alguien más.
"Ni aun agora he despertado;
que según, Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo,
y no estoy muy engañado;
porque si ha sido soñado
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto;
y no es mucho que, rendido,
pues veo estando dormido,
que sueñe estando despierto".
En este intercambio con Clotaldo, Segismundo expresa su desconcierto al despertarse nuevamente en la celda luego de la experiencia vivida en el palacio de su padre. Frente a la incertidumbre que ofrece la realidad, comienza a dudar de todo lo que lo rodea. Así, se vuelve confuso poder afirmar los límites entre la realidad y el sueño, ya que ambos planos parecen compartir características en común. La certeza de que la vida puede asemejarse al mundo de lo onírico representa un aprendizaje para Segismundo; el protagonista cambia su carácter al contar con este conocimiento nuevo.
"¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son".
En esta cita, Segismundo incorpora una de las preguntas fundamentales del pensamiento filosófico del ser humano en cualquier época: ¿qué es la vida?. El príncipe ofrece una respuesta tentativa: la vida es una mentira, una ilusión; en definitiva, un sueño. Así, estos dos últimos versos condensan la visión barroca de la vida humana: la existencia está repleta de contrastes y oposiciones, en la que lo certero de la vida puede ser tan volátil e inverosímil como el más fugaz de los sueños.
"mas en sueños fuera bien
entonces honrar a quien
te crió en tantos empeños,
Segismundo, que aun en sueños
no se pierde el hacer bien".
En este diálogo con Segismundo, Clotaldo expresa uno de los principios fundamentales: a pesar de que la vida pueda ser un sueño, el ser humano no está eximido de comportarse de acuerdo a normas morales. Así, el príncipe comienza a actuar como hombre: prioriza gobernar según las leyes humanas en vez de dejar que la bestia que habitaba en él lo domine. La obra pone en escena los conflictos que atraviesa Segismundo para concluir en su camino como príncipe: para ser un digno monarca, debe vencer sus pasiones, porque le nublan el juicio.
"¿Quién creerá que habiendo sido
una estrella quien conforma
dos amantes, sea una Estrella
la que los divida agora?
Yo ofendida, yo burlada,
quedé triste, quedé loca,
quedé muerta…”
En esta cita, Rosaura expresa su desasosiego frente al romance de Astolfo y Estrella. Así, contrapone el nombre de la mujer con la leyenda de la estrella que reúne a los amantes. Este relato esconde la idea de que las posiciones de los astros rigen el destino de las personas. Una vez más, reaparece la tensión entre el libre albedrío y la fortuna como un camino prefijado en el que el ser humano poco puede hacer para torcerlo. Esta paradoja entre las dos estrellas -los astros y la prometida de Astolfo- condiciona el presente de Rosaura y la obliga a tomar decisiones específicas. Así, para vengar la ofensa y la burla, la mujer le pide ayuda a Clotaldo para revertir su situación.
"pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como un sueño,
y quiero hoy aprovecharla".
Esta cita del último parlamento del protagonista muestra que su pesimismo original fue reemplazado por un sentimiento radicalmente diferente. Así, en estos versos, Segismundo acepta que la felicidad forma parte de la vida humana, aunque sea solo por un instante. El muchacho encarcelado y sufriente del comienzo de la obra parece haber desaparecido para dar paso a este nuevo Segismundo, dueño de una voluntad capaz de sacarle el provecho a la existencia humana, más allá de las limitaciones que pueda tener.