Resumen:
Telémaco y su tripulación llegan a Pilo, donde se está llevando a cabo un sacrificio de docenas de toros en honor a Poseidón. Atenea anima al tímido Telémaco a buscar al viejo Néstor. Él y sus hombres son invitados a celebrar y rendir homenaje a Poseidón. Atenea ora a Poseidón por el éxito de su misión. Después de comer, Telémaco le dice a Néstor, quien luchó junto a Ulises en la Guerra de Troya y fue un gran amigo suyo, que está buscando información sobre su padre. Néstor no sabe qué le sucedió. Cuenta que después de la caída de Ilión (Troya), Atenea provocó una pelea entre los hermanos Menelao y Agamenón y dividió a los aqueos en dos bandos: los que estaban bajo el mando del primero se fueron, mientras que el otro grupo se quedó. Ulises se fue, pero pronto tanto él como su tripulación regresaron para complacer a Agamenón. Néstor y su tripulación llegaron a destino, al igual que otros grupos, pero muchos no lo lograron.
Telémaco se lamenta por su situación con los pretendientes, y Néstor le sugiere que Ulises podría regresar, o que quizás Atenea lo ayude, tal como solía hacer con su padre. Telémaco cree que los dioses no lo ayudarán, y que incluso si lo hicieran sería en vano. Atenea no está de acuerdo. Telémaco le pregunta a Néstor cómo logró matar Egisto a Agamenón. Néstor le cuenta que mientras Agamenón y Menelao estaban lejos, luchando, Egisto finalmente se ganó a la reina de Agamenón, Clitemnestra. Gobernó sobre el reino de Agamenón como un tirano durante siete años, antes de que Orestes lo matara a él y a Clitemnestra.
Néstor le advierte a Telémaco que no cometa el mismo error de mantenerse alejado de su casa demasiado tiempo. Lo alienta a que busque a Menelao para obtener más noticias y le ofrece caballos, un carro y a sus hijos para que lo acompañen. Atenea elogia esta idea, y luego desaparece con la forma de un águila. Los hombres quedan aturdidos, y la prueba de que los dioses están del lado de Telémaco inspira a Néstor, quien se compromete a hacer sacrificios para Atenea. Por la mañana, él y sus hijos sacrifican una novilla de cuernos dorados, y su hijo, Pisístrato, acompaña a Telémaco en un carro. Llegan a Feras por la noche, a Laconia al día siguiente, y continúan hacia su destino final: Esparta.
Análisis:
La veneración de los griegos antiguos por los dioses es bastante evidente aquí: se realizan no uno sino dos sacrificios para Poseidón y Atenea, respectivamente. Afortunadamente para los historiadores, Homero detalla acciones y reacciones del sacrificio ritual de las reses.
Los sacrificios también son fundamentales para la trama de la Odisea, ya que el castigo aguarda a quien no muestra el debido respeto a los dioses. Ya sabemos que Poseidón ha causado estragos en las aventuras de Ulises por cegar a su hijo, Polifemo. Atenea le recuerda a Telémaco el poder de los dioses, y es imposible subestimar la influencia de estos en la cultura y la mitología griegas: los griegos creían que todo estaba predestinado por los dioses, por lo que era vital ganarse sus favores.
Pero los griegos antiguos, y también la mayoría de los modernos, son igualmente hospitalarios con los mortales, incluso con los extraños. Telémaco es acogido amablemente por la familia de Néstor, y tanto la hospitalidad de los anfitriones como el agradecimiento de los huéspedes son exhibidas a lo largo de la Odisea. Por supuesto, la imagen invertida de esta hospitalidad tiene lugar en la casa de Telémaco: él les da todo a los pretendientes, y ellos le pagan con burlas y planes para asesinarlo.
De hecho, los pretendientes permanecen en la mente de Telémaco, y es por esto que él pregunta sobre Orestes y su misión de venganza. Telémaco está haciéndose lentamente del conocimiento y del coraje necesarios para enfrentar a sus enemigos.