Más allá de algunos fragmentos de información, los historiadores y los clasicistas pueden solo especular sobre la vida de quien compusiera la Ilíada y la Odisea. Los detalles son pocos. Ni siquiera sabemos en qué siglo vivió, y es difícil decir con absoluta certeza que el mismo poeta haya compuesto, de hecho, ambas obras. Los griegos atribuían ambas epopeyas al mismo autor, y no hay pruebas sólidas que nos hagan dudar de las antiguas autoridades, pero la incertidumbre es una constante del trabajo académico relacionado con la época de Homero de la historia griega.
Los griegos lo aclamaban como su mayor poeta, y también como el primero. Aunque reconocían a otros poetas que habían compuesto en griego antes de Homero, ninguno de sus textos ha sobrevivido. Quizás se perdieron, o tal vez nunca fueron anotados. El propio Homero estaba probablemente en la cúspide entre la tradición de la poesía oral y la nueva invención de la escritura. Los textos de la Ilíada y la Odisea existen, al menos, desde el siglo VI a.C., y probablemente desde bastante antes que eso. Estos dos grandes poemas épicos también tuvieron una vida performática: a través de los siglos, artistas profesionales se ganaron la vida recitando a Homero, interpretando las grandes epopeyas para públicos que, a menudo, conocían de memoria gran parte de los poemas.
Es imposible precisar con certeza cuándo vivió Homero. Eratóstenes propone la fecha tradicional de 1184 a.C., por el final de la guerra de Troya, el evento semi-mítico que constituye la base de la Ilíada. El gran historiador griego Heródoto puso la fecha en 1250 a.C. Se llegó a estas fechas de manera muy aproximada: los historiadores griegos usualmente usaban la genealogía y la estimación cuando intentaban encontrar fechas de eventos de un pasado lejano. Pero los historiadores griegos eran muy poco precisos en relación con las fechas de la vida de Homero en particular. Algunos decían que era contemporáneo de los eventos de la Ilíada, mientras que otros lo ubicaban sesenta o cien o varios cientos de años después. Heródoto estimó que Homero vivió y escribió en el siglo IX a.C. Es casi seguro que vivió en una de las ciudades-estado griegas de Asia Menor.
Todas las fuentes tradicionales dicen que era ciego. En el transcurso de milenios de especulación académica, las teorías predominantes sobre Homero y su relación con su trabajo han tenido tiempo de cambiar una y otra vez. En varias ocasiones a lo largo de los siglos, los estudiosos han sugerido que Homero fue solo un transmisor, o que nunca existió, y que las epopeyas que se le atribuyeron fueron en verdad el esfuerzo combinado de generaciones de vates. Sin embargo, los estudiosos modernos tienden a aceptar que la Ilíada y la Odisea son más que amalgamas transmitidas desde la Antigüedad, y que hubo de hecho un gran poeta que participó en la creación de estas epopeyas en las formas en las que las conocemos hoy. Actualmente, la academia sostiene que Homero fue un gran poeta que vivió entre los siglos VIII y VII a.C. Aunque hay pocas dudas de que Homero heredó una gran cantidad de material de generaciones de vates anteriores a él, la mayoría de los estudiosos sostienen ahora que Homero fue un innovador y un artista original, además de un transmisor. La escritura probablemente jugó algún papel en la composición de sus grandes poemas.
Las teorías actuales describen a Homero como un maestro de la poesía oral que utilizó el nuevo invento de la escritura para componer epopeyas a una escala mayor de lo que jamás se había hecho. Hay signos en la Ilíada que podrían sugerir una revisión inacabada: es posible que estos enormes proyectos hayan sido reelaborados una y otra vez a lo largo de toda la vida del poeta. Intérprete además de poeta, puede que Homero haya compuesto los poemas a través de una combinación de utilización de material antiguo, de escritura y revisión, y de improvisación oral. Poco se puede saber con certeza. Pero a pesar de que los detalles de la vida de Homero siguen siendo, y probablemente serán siempre, un enigma, sus grandes epopeyas nos llegan intactas. Sus trabajos han constituido una base para toda la literatura occidental que vino después, y sus personajes e historias han tenido un gran impacto en sus lectores a lo largo de tres mil años. Los hechos concretos sobre la vida del poeta poco pueden aportar a este legado. La leyenda dice que, de niño, Alejandro Magno dormía con una copia de la Ilíada debajo de su almohada.