El insecto (Símbolo)
Gregorio Samsa amanece transformado en un monstruoso insecto, y permanece en ese estado durante todo el relato hasta su muerte. Esta metamorfosis en "bicho" tiene una profunda carga simbólica. Por un lado, hace referencia a un sujeto alienado por el peso de sus obligaciones y responsabilidades sociales. Se puede ver en la nueva fisonomía de Gregorio la consecuencia de ese proceso alienante, es decir, su deshumanización. Por otro lado, el insecto también simboliza lo diferente, lo ajeno, lo incómodo. El hecho de que Gregorio esté tan alienado que ya no pueda trabajar lo convierte en una criatura tan inútil, desagradable y perturbadora como un bicho.
La manzana (Símbolo)
Para hacer que Gregorio vuelva a su habitación, el señor Samsa lo ataca arrojándole manzanas. Una de ellas le produce una herida muy seria a su hijo. La manzana siempre tiene una carga simbólica que se relaciona con el relato bíblico del pecado original y del enojo de Dios con el hombre. En este caso, la manzana que queda incrustada en el cuerpo de Gregorio, pudriéndose, simboliza el desprecio del señor Samsa hacia su hijo, justamente, por haber traicionado ese orden familiar que establecía que él tenía que mantener económicamente a todos. La manzana, entonces, simboliza la discordia entre el hombre y Dios, o sea, entre Gregorio y el padre o, incluso, entre Gregorio y el sistema que el padre representa. Al mismo tiempo, en el relato bíblico, el episodio de la fruta perdida da lugar al exilio de Adán y Eva del paraíso. En el caso de Gregorio, la manzana que lo hiere también da lugar a un exilio: el de Gregorio de la familia o, incluso, el de Gregorio de su condición de ser humano. Es a partir de la herida que le produce la manzana que le arroja el padre que Gregorio empieza a tomar verdadera conciencia sobre la pérdida de su identidad humana.
Los muebles (Símbolo)
La madre y Grete quieren sacar los muebles de la habitación de Gregorio para que él esté más cómodo y pueda moverse mejor. Pero él no quiere e intenta impedirlo trepando por la pared y aferrándose a un cuadro. Los muebles, y en especial el cuadro, simbolizan el deseo de Gregorio de seguir conectado con su parte humana. El cuadro, en el que se ve el retrato de una mujer, simboliza esa vida que él ya no puede tener desde que se convirtió en ese monstruoso insecto. Su madre y su hermana en esta escena representan la autoridad que busca arrebatarle lo pocos vestigios humanos que le quedan.
Al mismo tiempo, los muebles representan los bienes materiales que el mundo moderno les hace creer a las personas que necesitan para formar parte del orden social. El hecho de que Gregorio no quiera que le saquen los muebles de su habitación es un símbolo del materialismo alienante que propone el mundo moderno.
La familia (Símbolo)
La familia simboliza la sociedad en su conjunto y también al sistema que la gobierna. Si el bicho en el que se convirtió Gregorio respresenta a un sujeto alienado por los efectos del sistema capitalista, podemos establecer una relación entre cómo sus padres y su hermana lo van abandonando y cómo la sociedad en su conjunto rechaza a un sujeto que se rebela contra el sistema y se vuelve improductivo. La familia también simboliza ese orden que impone la sociedad y que Gregorio altera transformándose en algo diferente a lo que se espera de él.
La habitación de Gregorio (Símbolo)
La habitación de Gregorio, al igual que él, también sufre un proceso de transformación. Al principio del relato es un ambiente normal, humano, pero conforme avanza el relato, esta habitación va a sufrir varios cambios hasta terminar siendo una "caverna de monstruo". La habitación de Gregorio es un símbolo del aislamiento y la incomunicación que sufre él a raíz de su nueva condición de bicho. Cuanto más tiempo pasa desde la metamorfosis, más aislado está Gregorio y menos humana se vuelve su habitación. En ese sentido, la habitación también refleja la perspectiva del resto de la familia sobre la metamorfosis de Gregorio. El hecho de que la habitación se vaya convirtiendo en ese espacio oscuro al que nadie quiere entrar es producto de que sienten a Gregorio cada vez menos humano.