"¿Qué me ha sucedido?".
Esto se pregunta Gregorio Samsa cuando se despierta convertido en un monstruoso insecto. La reacción parece inverosímil teniendo en cuenta la magnitud de lo que le sucede. El tono sereno y reflexivo de su pregunta reflejan un nivel de cordura imposible frente a semejante transformación. Esta suerte de apatía con la que Gregorio asimila su nueva e inesperada condición de bicho también es la forma en la que Kafka refleja la alienación que provoca el mundo moderno en las personas.
"Una ligera indisposición, un desvanecimiento, me impidió levantarme".
En esta cita podemos observar que Gregorio está más preocupado por justificarse con el principal por no haber ido al trabajo que por su nueva condición de bicho. Siguiendo la idea de la cita anterior, la alienación que le produjo la presión social de tener que ser una persona generadora de dinero no le permite concentrarse en su problema más urgente: el insecto monstruoso en el que se convirtió. Esta cita puede ayudarnos a entender la crítica que Kafka realiza durante todo el relato a ese sistema capitalista, que aliena tanto a las personas que no les permite conectarse con sus emociones más verdaderas.
La costumbre, tanto en la familia, que recibía agradecida el dinero de Gregorio, como en éste, que lo entregaba con gusto, hizo que aquella primera sorpresa y primera alegría no volviesen a reproducirse con el mismo calor".
Esta cita nos ayuda a comprender el rol que ocupaba Gregorio en la familia antes de su metamorfosis: él era el único que aportaba a la economía familiar. Los Samsa, más allá de mostrarse agradecidos al principio, luego asumen esta actitud de Gregorio con cierta indiferencia, como si simplemente estuviera cumpliendo con su deber. Esta naturalización del rol de Gregorio como único sostén de la familia representa uno de los principales problemas cuando se transforma en bicho, ya que, al no poder desempeñar más ese rol, destruye la dinámica de la casa y obliga a que el resto de los miembros de la familia abandone esa posición cómoda en la que se encontraban y tenga que desempeñar el rol que Gregorio dejó vacante.
"Cada vez que la conversación venía a parar a esta necesidad de ganar dinero, Gregorio abandonaba la puerta y, encendido de pena y de vergüenza, arrojábase sobre el fresco sofá de cuero".
Gregorio se siente responsable por los problemas económicos que enfrenta la familia a raíz de que él ya no puede ir a trabajar. Tanto el señor y la señora Samsa como Grete hablan de estos problemas sin importarles que Gregorio esté escuchándolos. Tarde o temprano, todos terminan desarrollando un sentimiento de rechazo y rencor hacia Gregorio por haberse vuelto una criatura tan desagradable y, sobre todo, tan improductiva, para los intereses de la familia.
"Yo creo que lo mejor sería dejar el cuarto como antes, a fin de que Gregorio, al volver de nuevo entre nosotros, lo encuentre todo en el mismo estado, y pueda olvidar más fácilmente este paréntesis".
A partir de esta cita, podríamos pensar que la madre de Gregorio todavía conserva alguna esperanza de que su hijo vuelva a su forma humana. Sin embargo, no tiene ningún argumento que respalde esa idea. El deseo de que Gregorio recupere su "humanidad" está vinculado a la necesidad de la familia Samsa de que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando Gregorio trabajaba y sostenía la economía familiar. De esta forma, la palabras de la señora Samsa están más relacionadas con su necesidad de negar la realidad -el bicho monstruoso en el que se ha convertido su hijo, la mala situación económica de la familia- que con cualquier otra cosa.
"¡Ven aquí, pedazo de bicho! ¡Vaya con el pedazo de bicho éste!"
Gregorio no solo es abandonado por toda su familia, sino que también tiene que lidiar con la actitud despectiva de la asistenta. Paradójicamente, ella es la única que lo trata como lo que es: un bicho. No le tiene miedo e, incluso, lo enfrenta amenazándolo con una silla. Cada interacción con la asistenta es importante para la evolución psicológica del personaje de Gregorio, ya que contribuye a confirmarle de una manera definitiva que ha perdido su identidad humana. Después del episodio de la silla, Gregorio casi no come y se sumerge en una profunda depresión. La asistenta, sin embargo, no ha hecho otra cosa que mostrarle de una manera más explícita lo que la actitud de su familia venía insinuándole desde antes: Gregorio ya no es uno de ellos.
"Cuando hay que trabajar lo que nosotros trabajamos, no es posible sufrir además, en casa estos tormentos".
Esta cita responde a un momento clave de la historia: cuando Grete les dice a sus padres que ya no aguanta más la situación a la que su hermano los ha confinado. Gregorio no solo es culpable de tener esa figura espantosa de bicho, sino también de que ellos hayan tenido que salir a trabajar para compensar la falta de ingresos que produjo la nueva condición de él. Grete hace referencia a lo cansados que están todos debido a sus nuevas obligaciones como para, encima, tener que soportar convivir con un bicho improductivo como Gregorio. Esta cita no solo marca un punto de inflexión en la historia; también completa la evolución psicológica del personaje de Grete, que al principio del relato tiene una actitud más bien compasiva hacia su hermano, y que ahora es la que más harta está de él, de quien propone, finalmente, deshacerse.
"Basta con que procures desechar la idea de que se trata de Gregorio. El haberlo creído durante tanto tiempo es en realidad el origen de nuestra desgracia. ¿Cómo puede ser esto, Gregorio?"
Este es el argumento que utiliza Grete para convencer a su padre de que deben deshacerse de Gregorio. En esta cita se vuelve explícito aquello que se viene insinuando a lo largo del relato: Gregorio ha perdido su identidad humana. Para él, esa pérdida no está relacionada con su fisonomía de bicho, sino, justamente, con el hecho de que su familia ya no lo reconoce como persona. Más allá de que Gregorio tenía indicios de esto a partir de la actitud de sus padres y de su hermana en el último tiempo, escucharla a Grete decirlo en voz alta se lo confirma de una manera brutal. A partir de este hecho, Gregorio siente que su vida ya no tiene sentido.
"Hallábase, a ser posible, aún más firmemente convencido que su hermana de que tenía que desaparecer".
Gregorio vuelve a su habitación después de escuchar a su hermana decir que la familia necesita deshacerse de él. Casi sin poder moverse, con el cuerpo dolorido, se queda tirado en la oscuridad, pensando. Mientras espera que le llegue la muerte, y a pesar de la actitud de su familia, piensa con emoción y cariño en los suyos. Desde el momento en que Grete explícitamente lo desconoce como persona, Gregorio entiende que se ha vuelto una carga insoportable para su familia. Ya no puede trabajar, no aporta a dinero a la casa y, encima, su fisonomía de bicho representa un espectáculo desagradable tanto para sus padres y su hermana como para el resto de la sociedad. La pérdida de su identidad es, al mismo tiempo, la pérdida del sentido de la vida para él.
"El cuerpo de Gregorio aparecía efectivamente completamente plano y seco. De esto, sólo se enteraban ahora, porque ya no lo sostenían sus patitas, y nadie apartaba de él la mirada".
Esta cita se corresponde con el momento en que el señor y la señora Samsa y Grete contemplan el cadáver de Gregorio. Lo observan con cierta impasibilidad, concentrándose en algunas características particulares que hasta ese momento no habían visto porque siempre evitaban mirarlo. Gregorio ya no representa ni una amenaza ni una deshonra para la familia; es tan solo un bicho muerto.
Ahora bien, si Gregorio representaba un problema para los Samsa cuando estaba vivo, el hecho de que evitaran mirarlo puede entenderse también como una metáfora de la capacidad de negación que tiene la familia sobre sus problemas. El cadáver de Gregorio es, al mismo tiempo, el cadáver de un problema que ya no los molestará más.