Aunque Gúrov desprecia profundamente a las mujeres, no puede vivir sin ellas (Ironía situacional)
A Gúrov le desagrada mucho su esposa y a menudo entra en vínculos transitorios y superficiales con otras mujeres, a quienes siempre termina despreciando. Por este motivo, suele referirse a ellas despectivamente al llamarlas: “—¡Esa raza inferior!” (7). Irónicamente, solo con ellas está a gusto, ya que se aburre en compañía de otros hombres, con quienes no se siente libre ni cómodo. Esta ironía aparece claramente sugerida a través de la voz narrativa: “Consideraba que su amarga experiencia le había instruido lo bastante para llamarlas lo que se le antojara; sin embargo, no habría podido vivir dos días sin esa «raza inferior»” (7). Puede que esta yuxtaposición entre el amor y el deseo de Gúrov hacia las mujeres parezca absurda, pero no deja de ser ilustración clásica del modo en que se suele expresar la misoginia.
Aunque Anna se presente a los ojos de Gúrov como una mujer poco excepcional, es la única que consigue enamorarlo de verdad (Ironía situacional)
Gúrov es un mujeriego con experiencia. Durante años, le ha sido infiel a su esposa con muchas otras mujeres, y eso lo lleva a tener una perspectiva misógina y generalizada sobre ellas: “—¡Esa raza inferior!” (7). Aunque es una joven hermosa, Anna no se presenta ante sus ojos como una mujer particularmente especial, sea por su belleza, su estatus social o su personalidad. De hecho, antes de asumir sus sentimientos por ella, Gúrov la percibe como una mujer buena pero sencilla, incluso vulgar. Irónicamente, esta persona presuntamente poco excepcional es la única que consigue encender de manera única la chispa de amor en él: “Perdida en esa multitud provinciana, aquella menuda mujer, que nada tenía de particular, con unos vulgares impertinentes en la mano, llenaba ahora toda su vida” (25-26).