La esposa de Gúrov (Imágenes visuales)
La esposa de Gúrov recibe una larga descripción que tiene como principal objetivo crear un contraste entre ella y Anna. En un principio, se dice que “parecía mucho mayor que él” y que “Era una mujer alta, con las cejas oscuras, envarada, grave, con aire de importancia y, como ella misma decía, intelectual” (7). En la medida en que la descripción no solo se produce en términos de apariencia física, sino también de intelecto y personalidad, las imágenes visuales que la acompañan buscan reforzar el desagrado que genera en su marido: “La consideraba limitada, mezquina y vulgar; le tenía miedo y no le gustaba estar en casa” (ídem). Como la esposa de Gúrov no realiza ninguna acción en la historia, los lectores no podemos diferenciar la descripción que recibe de la opinión subjetiva de su esposo.
Yalta y el mar (Imágenes visuales y auditivas)
Chéjov es conocido por fusionar elementos del paisaje con las perspectivas subjetivas de sus personajes, de modo que los lectores accedemos a una descripción de los lugares a través de sus miradas. El paisaje de Yalta es el escenario en el que se despliega el amor entre Anna y Gúrov, y no es de extrañar, por ello, que las descripciones de este espacio tiendan a acompañar y reforzar los sentimientos de amor y plenitud del protagonista. Por ejemplo, en su primer paseo juntos, los amantes destacan la belleza del paisaje marino y se dejan encantar por “La extraña luminosidad del mar; el agua tenía una tonalidad lila, delicada y cálida, y la luna dibujaba sobre ella una banda dorada” (7). Este tipo de imágenes, plácidas y bellas, vuelven a repetirse más adelante, cuando el amorío entre los personajes ya se ha consumado: “Yalta apenas alcanzaba a verse a través de la bruma matinal, las cumbres de las montañas estaban cubiertas de nubes blancas e inmóviles. Las hojas estaban quietas en las ramas, se oía el chirrido de las cigarras; el ruido sordo y monótono del mar, que llegaba desde abajo, hablaba de sosiego, del sueño eterno que nos espera” (16).
Anna (Imágenes visuales y auditivas)
En este relato, Chéjov construye un narrador omnisciente subjetivo que hace foco en Gúrov, el protagonista, al introducirse en sus pensamientos mediante el procedimiento narrativo del estilo indirecto libre, también llamado monólogo indirecto. Ello le permite a la narración generar descripciones teñidas de las distintas reflexiones del protagonista. La descripción de Anna resulta ilustrativa en este sentido: Gúrov repara en que ella es joven -tiene casi la edad de su hija-, nota “su cuello fino y delicado y sus hermosos ojos grises”, y repara en “la timidez y torpeza que transparentaban sus risas y su manera de conversar con un desconocido” (9). Esos elementos lo llevan a inducir que “Su expresión, sus andares, su vestido y su peinado le decían que pertenecía a la buena sociedad, que estaba casada, que era la primera vez que iba a Yalta, que estaba sola y que se aburría…” (8).
Anna triste y preocupada por su infidelidad (Imagen visual)
Anna es una joven ingenua y orgullosa que, pese a ser infeliz, nunca le fue infiel a su marido. Por este motivo, cuando consuma su amorío con Gúrov, la tristeza y vergüenza comienzan a dominarla, llegando incluso a afectar su aspecto. Después de que tienen relaciones sexuales, el narrador dice que “Sus rasgos se alteraron, perdieron su lustre, los largos cabellos colgaban con aire triste a ambos lados de la cara; se quedó pensativa y adoptó una expresión afligida, como la pecadora de un cuadro antiguo” (14).
Momentos después, la joven comienza a temer que Gúrov deje de respetarla y la tristeza acaba por imprimirse en su apariencia “Anna Serguéievna estaba conmovedora, desprendía ese aura de pureza de las mujeres honradas, ingenuas y poco conocedoras de la vida; una vela solitaria, que ardía sobre la mesa, iluminaba apenas su rostro, pero era evidente que sentía un peso en el corazón” (15).