La Celestina

La Celestina Resumen y Análisis Autos II-XII

Resumen

Auto II

Calisto conversa con sus criados. Sempronio va en búsqueda de Celestina para asegurarse de que haga su trabajo. Pármeno todavía desconfía de Celestina, pero como Calisto no cambia de opinión, se da por vencido.

Auto III

Sempronio se encuentra con Celestina y juntos planean el engaño. Celestina conjura a Plutón para que la acompañe en esta misión. Luego va para la casa de Pleberio. Sempronio y Elicia se quedan solos en la casa.

Auto IV

Celestina habla consigo misma en el camino hacia la casa de Pleberio; evalúa la situación. Al llegar encuentra a Lucrecia y le dice que quiere vender un hilado. Alisa, madre de Melibea, recibe a la vieja con falsa cordialidad porque desconfía de ella. Le compra un poco de hilado. Luego se retira y Celestina se queda sola con Melibea. Entonces le cuenta que Calisto está enamorado de ella. La joven rechaza la idea; se siente insultada y ofendida. Sin embargo, la alcahueta insiste, haciéndose la inocente, y le pide que rece por la salud de Calisto, como si él tuviera dolor de muelas. Además, le pide a la joven su cordón, que tiene un valor sagrado. La chica cambia de opinión, entrega el cordón y le pide que vuelva al día siguiente por la oración, para que no se entere su madre. Celestina acepta hacerlo en secreto. Lucrecia se preocupa por Melibea y desconfía de Celestina.

Auto V

Celestina vuelve a su casa y, al llegar, encuentra a Sempronio, que la esperaba para conocer las novedades de la visita a Melibea. Caminan juntos hasta la casa de Calisto, conversando. Sempronio se da cuenta de que es riesgoso hacer negocios con ella, porque es falsa y manipuladora. Pármeno los ve llegar desde la casa de su amo y les abre la puerta. Calisto está ansioso por conocer las novedades.

Auto VI

Celestina le cuenta a Calisto todo lo que sucedió en la casa de Melibea. Asegura que el rechazo inicial de la joven es positivo: significa que es honesta y elegante, que tiene buenos valores. Pármeno sigue desconfiando de la anciana. Celestina le muestra a Calisto el cordón de Melibea. Él se siente tan feliz que está dispuesto a entregarle todo a la vieja, hasta su casa. Luego se despide y vuelve para su casa. Celestina se lleva el cordón para continuar su trabajo.

Auto VII

Celestina convence a Pármeno para que deje de discutir con Sempronio; le habla mucho de su fallecida madre. El criado le recuerda una promesa: ayudarlo con su amor por Areúsa. Van hasta la habitación de la chica, que tiene dolores de útero, y Pármeno pasa la noche con ella. La alcahueta los convence de que será beneficioso para ambos.

Auto VIII

Pármeno se despierta en la casa de Areúsa y se despide apurado porque llega tarde a la casa de su señor. Encuentra a Sempronio en la puerta y se amigan. Toman comida y vino de la casa de su amo para una cena con sus amantes. Van juntos a la habitación a Calisto, que todavía no se ha levantado, aunque es casi el mediodía. Lo encuentran hablando solo, como loco. Luego se levanta y se dirige a la iglesia para la misa.

Auto IX

Sempronio y Pármeno van a la casa de Celestina, donde encuentran a sus amantes, Elicia y Areúsa. Todos se sientan a la mesa para comer. Elicia y Sempronio discuten y se retiran de la mesa. Celestina calma la pelea. Llega Lucrecia en búsqueda de Celestina, ya que Melibea la necesita. Le reclama el cordón de la doncella. Areúsa reflexiona sobre la falta de libertad que tiene su prima por ser sirvienta de una familia rica.

Auto X

Celestina y Lucrecia caminan hacia la casa de Melibea. La joven, mientras tanto, habla sola en su habitación; está acongojada por la intensidad de su pasión. Cuando se encuentran las tres, Melibea confiesa que ama a Calisto. Dice que arde en amores, como si tuviera serpientes comiéndole el corazón. Celestina disfruta porque su plan se va cumpliendo. Lucrecia observa que su ama ha perdido la cordura; su entrega es exagerada. Llega Alisa, por lo que disimulan y se despiden.

Auto XI

En el camino de regreso a su casa, Celestina encuentra a Calisto y sus criados en la puerta de la iglesia. El joven le entrega una cadena de oro a la anciana tras escuchar que Melibea lo ama. Luego vuelve a su casa para descansar.

Auto XII

Se acerca la medianoche. Calisto y sus criados van hacia la casa de Melibea. La joven y Lucrecia los esperan en la puerta. Los varones llegan y Calisto y Melibea conversan sin mirarse directamente, cada uno a un lado de la puerta. Se confiesan amor mutuo. Se acerca gente por la calle. Entonces Calisto se despide. Acuerdan volver a verse la noche siguiente. Pleberio se despierta por los ruidos y le preguntan a la hija qué pasa; ella disimula diciendo que tiene sed. Calisto se va a dormir. Por su parte, Pármeno y Sempronio van para la casa de Celestina a reclamar su porción de la ganancia por el enamoramiento de los jóvenes. Celestina se hace la distraída frente al reclamo. Se pelean y la matan con una espada. Elicia llora, desesperada, y pide ayuda. Ellos escapan para no caer en manos de la justicia.

Análisis

En este segmento se desarrolla en detalle el trabajo de Celestina, el proceso de seducción de Melibea. Esta serie de autos evidencia el planteo de la filóloga María Rosa Lida de Malkiel: la tragicomedia recorta un caso sencillo de la realidad (la historia de amor entre un joven y una doncella) y lo dilata, lo estira, lo alarga con gran destreza. El desarrollo de la trama central es muy sencillo. La alcahueta avanza en su trabajo para despertar la pasión de Melibea y lo logra con éxito. Sin embargo, la obra demora ese avance para narrar muchas situaciones que ocurren con los demás personajes. Así, pinta retratos populares de las clases bajas: muestra los modos de vida, las relaciones y los conflictos de las ciudades castellanas.

Uno de los rasgos principales de los retratos populares de La Celestina es la fusión de varios niveles de lenguaje: los parlamentos combinan la grosería y los temas mundanos con reflexiones filosóficas, referencias a grandes pensadores grecorromanos y motivos de la literatura medieval. Esos contrastes entre lo sofisticado y lo común o lo grosero contribuyen con el efecto paródico del género sentimental. En los textos de amor cortés, todos los personajes se expresan con delicadeza sobre temas elevados, elegantes, preciosos. En la obra de Rojas, en cambio, los pasajes de esas características se entrelazan con menciones explícitas a la sexualidad, a las miserias humanas, a la pobreza y la fealdad. A su vez, esta fusión sirve para presentar a los personajes como lectores de la literatura de la época, influidos por la corriente humanista del pensamiento, predominante en el período.

En esa línea ha sido estudiado el pasaje denominado "Conjuro de Plutón", del Auto III. Se trata de un monólogo en el que Celestina invoca al dios de los infiernos para que la acompañe en su tarea de seducción y engaño. Así, por un lado se pone de manifiesto que esta alcahueta es bruja y que no sigue las creencias cristianas. Pero también muestra que conoce la mitología romana y la retórica académica de la época. De hecho, tanto en este conjuro como en todos sus parlamentos, Celestina demuestra ser una maestra de las palabras, una gran oradora. En todas las ocasiones utiliza esa habilidad para manipular a los demás según sus intereses avaros y egoístas. En los primeros autos, por ejemplo, la despliega para persuadir a Pármeno de que se una al engaño contra Calisto. El talento retórico es uno de los aspectos que convierten a la anciana de Rojas en la alcahueta más destacada de la literatura medieval. Su trabajo de seductora es muy poderoso y no es inocente, sino que causa verdaderos males y desgracias, incluso su propia muerte. Ahora bien, no hay certeza absoluta sobre el origen del enamoramiento de Melibea. Los lectores debaten sobre la presencia de la magia y la brujería en la obra. El conjuro puede ser un simple juego de palabras. De todas maneras, lo que es seguro es que el auténtico poder de Celestina radica en su genialidad para usar las palabras.

Por otra parte, en su conjuro menciona el hilado que llevará como excusa para entrar en la casa de Melibea y comenzar su trabajo. Es decir que también se vale de algunos objetos que funcionan como símbolos para desarrollar la seducción. Uno de sus oficios es la costura, trabajo típicamente femenino en la época, y no sorprende que utilice recursos como tejidos e hilos para actuar. Es posible pensar de ese mismo modo en el cordón que le pide a Melibea. Se trata de un cordón que ha tocado objetos sagrados de Roma y Jerusalém, es decir, objetos sagrados cristianos, y que la chica usa como cinturón. Celestina lo exhibe ante Calisto como prueba de que su trabajo está dando resultado. Es interesante que ambos objetos remiten a las ataduras, a los amarres; simbolizan el proceso de seducción y tienen asignados poderes religiosos contrapuestos (el hilado es diabólico, el cordón es santo).

En el Auto X, como se ha mencionado, la seducción surte efecto y Melibea se enamora de Calisto. La intensidad apasionada de ese amor hace que tenga dolores muy dañinos en el cuerpo. Por eso recurre a Celestina, que llega para aconsejarla y tratarla como si fuera un médico, y como si el amor fuera una enfermedad. De ese modo, la anciana logra que Melibea le cuente todo lo que siente y rápidamente le indica el remedio que la curará: consumar su amor con Calisto. La muchacha teme perder su virginidad y comprometer la reputación de su familia. Sin embargo, la anciana demuestra una vez más su gran talento para la manipulación mediante las palabras. La noche siguiente se produce un encuentro entre los jóvenes, que se declaran amor mutuo.

En esta instancia, la anciana cree tener la situación totalmente bajo control. Es ella quien ha diseñado la relación entre Calisto y Melibea. Sin embargo, muy rápidamente las consecuencias trágicas del amor-pasión empiezan a manifestarse. Tras comprobar que la seducción ha sido existosa, Pármeno y Sempronio buscan a la alcahueta para obtener sus partes del pago. Tal como se presenta desde el comienzo, Celestina es engañosa y traicionera; aprovecha su vejez para victimizarse y hacerse la distraída, ya que no está dispuesta a dividir el pago. Entonces los criados, que ya sospechaban que los traicionaría, la matan a cuchillazos. Esta escena sorprende porque ocurre muy rápidamente. Además, ofrece un ejemplo nítido del procedimiento narrativo de la obra, que se reparte entre las voces de los personajes. Conocemos que Celestina muere porque ella misma lo enuncia: "¡Ay, que me han muerto, ay, ay! ¡Confesión, confesión!" (Auto X, p. 234).

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