La Celestina es el nombre con el que se conoce popularmente la obra titulada Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida a Fernando de Rojas. El texto se escribe durante los últimos años del siglo XV, es decir, en la Baja Edad Media, en la actual España. Según los registros del presente, la primera edición de la obra es la publicada en Burgos en 1499. Muy rápido se reimprime en otras regiones de la Península Ibérica: se reconocen también las ediciones de Toledo en 1500 y Sevilla en 1501. Ya en el siglo XVI es un éxito editorial. Desde entonces se ha publicado ininterrumpidamente y se ha traducido a muchas lenguas. En el ámbito del teatro ha tenido público sin cesar, así como lectores permanentes en su formato impreso. Uno de los elementos más destacados de su novedad es que está escrita en castellano y no en latín.
Se trata de una obra incomparable en la Edad Media, que se caracteriza por presentar una gran originalidad en muchos aspectos. A su vez, combina rasgos típicos de la literatura medieval con elementos del Renacimiento. De modo general, el tema de la literatura de aquella época es el “amor cortés”, es decir, las historias de amor entre un varón y una mujer jóvenes, bellos, ricos y elegantes. En esas historias, el varón es un caballero que debe ser discreto y disimular su amor por la doncella para no manchar su reputación. La Celestina se escribe para burlarse de la idea del amor cortés. Para lograrlo, combina la trama típica de las comedias italianas con el final trágico de la ficción sentimental. Algunas características de la ficción sentimental presentes en este libro son: la simpleza de la trama, la importancia de los pensamientos y sentimientos de los personajes, la visión trágica del amor y la inclusión de fragmentos poéticos (en verso). Por su parte, las comedias italianas retratan personajes populares usando tonos burlones, ironías, ridiculizaciones y exageraciones.
Aún hoy existe un debate por definir a qué género pertenece la obra de Rojas: tiene elementos de la narrativa, por un lado, y del teatro, por el otro. Algunos críticos la consideran la primera novela moderna, mientras que otros la piensan como un texto dramático fundacional. La convención general indica que se trata de una novela dialogada. Su autor la llama “tragicomedia”, una combinación de los dos grandes géneros dramáticos (la tragedia y la comedia). Esto se debe a que es un texto cargado de comicidad y humor, ironías y burlas, pero tiene un final trágico, con la muerte de los protagonistas. El tono es tragicómico porque incluso las desgracias y fatalidades se presentan ridiculizadas, parodiadas. Según el especialista Germán Orduna, es una "historia en diálogo enmarcada por las prosas y coplas circunstanciales". Esto se debe a que los 21 autos de la tragicomedia van acompañados por breves apartados en prosa y verso al comienzo (textos preliminares) y dos apartados en verso al final (textos posliminares). Estos textos refuerzan la intención de la obra y aportan información sobre su escritura y publicación.
En ese sentido, es importante destacar que no hay una certeza absoluta de quién es su verdadero autor. La crítica especializada tiende a estar de acuerdo en que Fernando de Rojas crea al menos parte de la obra, pero hay mucho debate al respecto. En los textos preliminares, se dice que un jurista de La Puebla de Montalván ha encontrado el Auto I ya escrito y lo ha completado con los demás autos. De acuerdo con Rafael Beltrán, José Luis Canet y Marta Haro, expertos de la Universidad de Valencia, "Aceptando como probable la doble autoría de la Celestina, Rojas al haber continuado y acabado tan perfectamente el primer Acto, ha dado a la luz una obra maestra literaria universal y por tanto, hablaremos siempre de él como responsable final del texto que dio a la imprenta, quedando relegada la problemática de la autoría a los especialistas". Entonces, si bien la discusión no está saldada, lo más convencional es atribuir la autoría a Fernando de Rojas.
Además de burlarse del amor cortés, la obra tiene una función didáctica, se propone enseñarles algo a sus lectores. Tal como dicen los textos preliminares y posliminares, quiere ejemplificar lo que le pasa a los jóvenes que pierden la razón por estar enamorados. Así, La Celestina afirma que el amor-pasión termina inevitablemente en la muerte y el sufrimiento de los seres queridos. Esto se logra mostrando las desgracias que sufren Calisto, Melibea y, a través de ellos, todos los personajes. La intención es que los lectores (principalmente los de aquella época) se sientan reflejados en esas figuras y aprendan a partir de su mal ejemplo. Aunque en el presente sea difícil imaginarlo, en la España de la Baja Edad Media todos estos personajes resultan familiares. Una de las estrategias literarias para lograr esa familiaridad es el lenguaje de los personajes, que tiene muchos elementos de la conversación "natural" de la época. Además, hace uso del "aparte", propio del teatro: algunos parlamentos van entre paréntesis porque el personaje lo dice sin que los demás lo escuchen.
Es vital señalar que el mundo universitario europeo de fines del siglo XV está marcado por la incorporación del Humanismo, una corriente de pensamiento que rescata los saberes de la Antigüedad grecorromana, relativiza el poder y la centralidad de Dios en las vidas humanas y se interesa mucho por las lenguas y las artes. Muchos de los humanistas más célebres pasaron por la Universidad de Salamanca, donde estudia Rojas. Además, esta es la época del nacimiento y primer desarrollo de la imprenta, que permite hacer copias de los libros más rápido y más barato. Por todos esos motivos, el autor estudia en una época en que la educación está cambiando y se abre a nuevos públicos lectores, más cercanos a los sectores populares. El ambiente cultural en el que se educa se ve plasmado en varios aspectos de La Celestina.