Resumen
Calisto ha perdido un halcón que le pertenece y entra a una huerta para buscarlo. Allí encuentra a Melibea y se enamora de ella a primera vista. Se dirige a la joven para decirle que es hermosa, perfecta. Le dice que su pasión es tan intensa que lo hace sufrir y la compara con una divinidad. Ella le responde de dos maneras: primero le dice que, si persevera, tal vez obtenga su amor; después, anuncia que el amor entre ellos sería ilícito, y que tendría consecuencias negativas. Luego, le pide que se retire, y él obedece.
El joven va para su casa. Al llegar, conversa con Sempronio, uno de sus criados, sobre su amor por Melibea. Expresa su sufrimiento, el dolor que le genera ese amor tan intenso. Se siente como enfermo y sin esperanzas de sanar. Dice que puede morir por este amor. El criado intenta entender qué le ocurre y Calisto lo trata muy mal; lo manda al demonio. Sin embargo, Sempronio insiste, sorprendido porque el amo ha perdido la razón. Cree que si lo deja solo podría matarse, y eso sería un problema para todos. Con cuidado y de a poco logra que Calisto le confiese qué le ocurre.
Sempronio se ríe (sin que el amo se dé cuenta) porque la actitud de Calisto, ese nivel de sufrimiento por amor, le resulta ridículo. De inmediato le dice que las mujeres son imperfectas, que no vale la pena someterse a ellas. Calisto no está de acuerdo; insiste en que Melibea es una creación perfecta de Dios y que está dispuesto a sufrir eternamente por ella. El criado intenta decirle que está exagerando, pero Calisto no le hace caso. Entonces le dice que puede ayudarlo a conquistar a Melibea. Le recomienda visitar a Celestina, una mujer vieja con fama de resolver problemas de amor y sexualidad. Calisto acepta de inmediato y confía en el poder de la vieja.
En la casa de Celestina también vive Elicia, una joven que la asiste y trabaja como prostituta. Sempronio está enamorado de Elicia, por eso cuando él llega a la casa de la vieja, las mujeres esconden a Crito, otro amante de ella. Una vez dentro de la casa, Sempronio entabla una conversación con Celestina y le pide que vaya con él a la casa de Calisto. En el camino le cuenta la situación y negocia con ella para sacarle provecho. La llama "madre", aunque no es su hijo, para demostrarle respeto. Juntos se ponen de acuerdo para engañar al atontado Calisto y cobrarle dinero para enamorar a Melibea. Acuerdan hacerlo en secreto.
Mientras tanto, Calisto conversa con Pármeno, otro de sus criados, que desconfía de Celestina y le recomienda no pedirle servicios para enamorar a Melibea. Le cuenta que la vieja es muy conocida en la ciudad; ha sido prostituta y tiene oficios de hechicera, alcahueta, costurera y también hace engaños, brujerías y "virgos", es decir hace pasar por vírgenes a mujeres que no lo son. El amo le agradece la preocupación, pero recibe a Celestina con entusiasmo y halagos. Le dice que su vejez le da aspecto de sabia.
Luego, Celestina tiene un momento a solas con Pármeno. Este le dice que mantendrá su lealtad a Calisto porque le paga bien y es un señor honesto. Celestina, por su parte, le recuerda que ella ha compartido amistad con su madre, ahora muerta, y que lo ha cuidado de pequeño. Le ofrece un dinero que le corresponde como herencia y lo convence de que no complique su trabajo con Calisto. Le pide, además, que haga las paces con Sempronio y que colaboren juntos en el engaño a su amo.
Finalmente, Calisto le paga a la alcahueta cien monedas de oro para que haga el trabajo de seducir a Melibea. Ella acepta y se despiden encomendándose a Dios.
Análisis
Este primer auto está compuesto por varias escenas en las que se presenta a los personajes principales y el argumento central de la obra: el joven Calisto ama a Melibea y cae en la trampa de un criado y una alcahueta en el intento de seducir a la doncella. Es un auto significativamente más extenso que los demás y tiene singularidades que lo distinguen. De acuerdo con las declaraciones de los textos preliminares, aquí se reúnen todas las escenas que Fernando de Rojas ha encontrado ya escritas. En ellas ya aparecen todos los elementos del universo social del siglo XV: el caballero y la doncella, los padres cuidadosos, los criados leales y desleales, la alcahueta codiciosa, las prostitutas resentidas, los rufianes burlones. Sin embargo, esos elementos se presentan con originalidad: todos los personajes tienen virtudes y características negativas al mismo tiempo.
Otro punto destacable y novedoso es que todos los personajes, incluso los más "bajos" (es decir los más pobres), aparecen retratados como ellos mismos se ven y no desde un punto de vista "desde arriba". En la literatura de la época es frecuente encontrar figuras populares caracterizadas desde la perspectiva de las élites para burlarse de ellas o para mostrar que son inmorales. Por el contrario, en La Celestina todos los personajes, incluso los ricos, se muestran en clave paródica y todos exhiben su humanidad, sus sentimientos y reflexiones, sus pesares y deseos.
La crítica especializada ha estudiado en detalle el recurso narrativo específico de esta obra: la ausencia de un único narrador. Como se ha mencionado, esta tragicomedia combina rasgos del teatro y de la narrativa. El uso de diálogos y monólogos, propio de los textos dramáticos, permite a los personajes contar la historia desde una pluralidad de voces. Esto se ve potenciado por el uso del "aparte". Algunos parlamentos están escritos entre paréntesis porque los personajes se expresan sin que los demás los escuchen. Esto permite conocer lo que realmente piensan, incluso cuando son falsos con sus interlocutores. Así, no conocemos los hechos desde un único punto de vista, sino que observamos la complejidad social y los conflictos de intereses de la sociedad de la época en las ciudades castellanas. Esos conflictos tienen que ver con la división en clases sociales y la distribución desigual de las riquezas; por ese motivo el dinero y la justicia están en el centro de la trama. Todo esto se mantiene a lo largo de toda la obra y permite identificar características realistas en La Celestina.
En la misma línea, los personajes no actúan siempre de manera unívoca y esperable, no siempre respetan las lealtades basadas en las relaciones de parentesco o la amistad. A partir de esa dinámica, en el transcurso de toda la tragicomedia hay relaciones cambiantes, como la de Celestina y Sempronio, con altibajos y contradicciones. Esos contrapuntos aportan sensatez a la narración. Aunque haya personajes egoístas e interesados (como Celestina) o soñadores y confundidos (como Calisto), las perspectivas de otros personajes organizan el relato. Así, los lectores reciben una presentación transparente de lo que ocurre, de las acciones y comportamientos de los personajes.
Ahora bien, el tono fundamental de toda la obra es la parodia. Esa clave paródica se manifiesta desde este primer auto, ya que se propone una gran burla al amor cortés, típico de la literatura sentimental de la época. Esto se manifiesta con mucha nitidez en la figura de Calisto, caballero ridículo y torpe. Se trata de un joven hildago, noble o burgués (o sea, rico) que queda loco o atontado por el amor-pasión intenso que siente desde que ve a Melibea por primera vez. Calisto es un mal seductor: no cumple con las reglas del amor cortés, es un mal caballero. De acuerdo con Alan Deyermond, el discurso "cortesano" del joven es falso; es un intento de disfrazar su lujuria egoísta (p. 86). Y ni siquiera es talentoso en ese intento: se muestra impulsivo, desesperado, le habla a la muchacha de manera muy directa, exagera. Tanto es así que, enceguecido por la intensidad de su pasión, le ofrece a Melibea cosas que en realidad no está dispuesto a entregar.
Gracias a ello, Sempronio puede aprovecharse de Calisto. Este es tan joven que carece de experiencia, no sabe nada sobre el amor ni sobre las mujeres. No logra regular su amor para comportarse con discreción; es burdo. El criado, con sagacidad, se da cuenta rápido de que puede sacarle ventaja a ese atontamiento y urde el engaño junto a Celestina. De ese modo, los personajes pobres se asocian para obtener dinero engañando a los ricos. El atontamiento de Calisto es tan grande que ni siquiera entra en razón cuando Pármeno le avisa que la anciana es peligrosa. Es interesante señalar que toda la obra muestra a las mujeres como mentirosas y falsas, pero el que propone el gran engaño desde el inicio de la tragicomedia es un hombre (Sempronio).
Sin embargo, Sempronio no tiene el talento necesario para poner en marcha ese engaño, por eso debe recurrir a Celestina. La presencia de un personaje que media entre los enamorados es central en la literatura sentimental medieval. Suele tratarse de una alcahueta, también llamada "tercera en amores", "medianera" o "trotaconventos". Celestina cumple con las características específicas de esta figura y se convierte en el ejemplo más célebre de alcahuetas literarias. Tanto es así que reconocemos la Tragedia de Calisto y Melibea por el nombre de este personaje, y en la actualidad se usa el sustantivo "celestina" como sinónimo de alcahueta.
Las mujeres alcahuetas trabajan como mediadoras para facilitar encuentros amorosos entre dos amantes, típicamente un varón y una mujer jóvenes, ricos y elegantes. Suelen ser ancianas pobres y recibir beneficios económicos por esta mediación. Su trabajo implica seducir a la joven, guardar secretos y manejar con discreción toda información sobre la intimidad de los enamorados. Esto les otorga mucho poder. En la clave paródica de esta obra, Celestina aparece como la verdadera seductora, desplazando al caballero de ese lugar y exponiendo su torpeza.
En ese sentido, Celestina es una alcahueta muy original, ya que tiene un enorme protagonismo en la obra. Su centralidad se vincula con el magnífico talento retórico que demuestra. Es una maestra en el uso de las palabras y de la argumentación. Sabe cómo hablar en cada situación; puede expresarse de manera formal, cortés y elevada y citar a grandes pensadores, así como puede ser grosera, ruda y autoritaria. Logra persuadir a los otros personajes para que actúen según su propia conveniencia. Una de sus estrategias típicas es el uso de las lisonjas, los halagos falsos y exagerados para dejar contentos a sus interlocutores. Por ejemplo, a Calisto lo trata como un gran caballero y a Melibea le habla de su honestidad y hermosura. Otro recurso es el que usa con Pármeno: le genera culpa y melancolía hablándole de su madre muerta.
Se trata de una figura compleja porque fusiona características positivas y negativas: es muy inteligente y muy buena oradora, pero usa esos talentos para obtener beneficios egoístas. Es traicionera y codiciosa, "sagaz en cuantas maldades hay", de acuerdo con Sempronio (Auto I, p. 68). Su talento para el engaño también se evidencia en uno de sus oficios más destacados: fabrica "virgos", es decir que ayuda a las jóvenes a pasar por vírgenes cuando en realidad no lo son. A su vez, es responsable de la pérdida de la virginidad de muchas jóvenes, ya que trabaja para seducirlas contratada por sus enamorados.
Por último, es preciso subrayar la función didáctica de esta obra. Desde los textos preliminares se explicita el objetivo de enseñar, a través del ejemplo, cómo no caer en las trampas de malos sirvientes y alcahuetas falsas. Según el crítico literario Germán Orduna, el Auto I muestra ese didactismo en la presentación misma de los personajes. Celestina es codiciosa, manipuladora y traicionera; Sempronio es falso; Pármeno es débil; Calisto está atontado o enloquecido por su amor pasional. Esto permite a los lectores de la época (principalmente a los hombres jóvenes) identificarse con las situaciones narradas y sacar conclusiones para aprender de los errores de Calisto.