La Celestina es una obra literaria novedosa, entre otras cuestiones, por su representación del habla popular de las ciudades castellanas en la Baja Edad Media. Una característica central del discurso de sus personajes es la combinación del registro coloquial, cotidiano, natural, con otro registro elevado, formal, sofisticado. En ese sentido, tanto los ricos como los pobres mezclan las groserías y los temas mundanos con reflexiones filosóficas, referencias a grandes pensadores grecorromanos y motivos de la literatura medieval. Pensando específicamente en el registro coloquial, destaca la presencia de refranes, dichos, proverbios y sentencias, que abundan a lo largo de toda la obra. De acuerdo con Germán Orduna, especialista en literatura española, aunque la Tragicomedia de Calisto y Melibea usa distintos registros y niveles de la lengua, "cuando recurre a los refranes populares está mostrando la verdad de su pensamiento" (p. 220). Es decir que a través de los refranes se muestra el saber popular de la época, las bases de lo que la sociedad considera bueno, justo y verdadero.
Es importante señalar que los refranes y estas formas del saber popular forman parte del primer auto y también de los siguientes. Se trata de un recurso fundamental para todo el texto. Algunas de estas frases aparecen entre comillas y otras se cuelan, en cambio, disimuladas entre las palabras de cada personaje. Es posible afirmar que sirven para dos grandes efectos: por un lado, exhiben los códigos y normas populares de la época; por el otro, reflejan de manera transparente las ideas genuinas del personaje que los enuncia. Por ejemplo, en las primeras páginas de la obra, Sempronio usa una sentencia para tratar de explicarle a Calisto la naturaleza de las mujeres: "Las mujeres y el vino hacen los hombres renegar" (Auto I, p. 63). Lucrecia, por su parte, usa la expresión "que nunca metes aguja sin sacar reja" para dirigirse a Celestina y acusarla de falsa, traicionera e interesada. Este refrán aparece sin comillas en las palabras de la criada, incorporado a su discurso con mucha naturalidad. Se trata de un dicho que describe a las personas que no hacen actos desinteresados, que siempre quieren obtener alguna ventaja. Del mismo modo, Alisa, para advertir a Melibea sobre los engaños de Celestina, le dice: "el sotil ladrón siempre rodea las ricas moradas" (Auto X, p. 207). Todos estos ejemplos demuestran que los refranes reflejan a la perfección la personalidad y la actitud del personaje que los pronuncia.
Celestina es el personaje que más aplica el recurso de los refranes y los aprovecha para presentarse como sabia, como autoridad. En cierto punto afirma: «La que las sabe las tañe» (p. 89), refrán usado para expresar que solo debe hablar de un tema aquel que realmente sabe al respecto. Además, muestra explícitamente el uso de estas formas de conocimiento popular para validar sus discursos, cuando enuncia: "Refrán viejo es: «quien menos procura, alcanza más bien»" (Auto VI, p. 145). En la misma línea, Calisto sostiene: "Proverbio es antiguo, que de muy alto grandes caídas se dan" (Auto XIII, p. 239), anticipando, paradójicamente, su propia muerte. En ambos casos, las frases son valiosas por su antigüedad; el hecho de que se pronuncien desde hace mucho tiempo les da carácter de verdaderas.
Cuando Calisto recibe a Celestina por primera vez, la halaga diciendo que tiene aspecto de sabia. La alcahueta, experta en lisonjas, se queja y afirma: "Jo, que te estriego, asna coja" (Auto I, p. 80), refrán muy conocido en la época para rechazar alabanzas inoportunas. Esto se debe a que Celestina no busca recibir piropos del muchacho, sino dinero. Un poco más adelante, en el mismo auto, la anciana le dice a Pármeno: "Da dios habas a quien no tiene quijadas" (p. 88). En la actualidad existe otra versión de este dicho ("Dios da pan a quien no tiene dientes"). En cualquiera de sus formas, se trata de una expresión usada para referirse a alguna persona que no valora lo que tiene.
En varias oportunidades, además, los personajes presentan frases y reflexiones propias con la forma de un refrán, aunque no se trate de un dicho popular sino de una expresión individual. Por ejemplo, cuando comienza el negocio con Celestina, Sempronio se siente inseguro, teme las consecuencias que puedan afectarlo si las cosas salen mal. Entonces le dice a la anciana: "Más vale perder lo servido, que la vida por cobrallo" (Auto III, p. 100). Con ello expresa que no es bueno asumir riesgos demasiado grandes. Esa frase toma la estructura de un refrán para expresar un razonamiento propio del personaje. Lo mismo ocurre con la afirmación de Celestina "no hay lugar tan alto, que un asno cargado de oro no le suba" (Auto III, p. 104), que forma parte de la misma conversación con Sempronio. Celestina está convencida de que será fácil aprovecharse de Calisto porque es al mismo tiempo tonto y rico. A lo largo de la obra también encontramos expresiones populares que no se constituyen como refranes, pero que tienen un significado propio y conocido en la época. Por ejemplo, "díjele el sueño y la soltura" quiere decir "le dije toda la verdad", y que dos personas son "uña y carne" quiere decir que son muy cercanas.
Otro elemento notable es el uso del "etc." para completar algunos refranes. Por ejemplo, Pármeno lamenta que Calisto no le preste atención a sus advertencias sobre Celestina como mujer engañosa y enuncia: "«Mal me quieren mis comadres», etc." (Auto II, p. 98). El dicho completo es "Mal me quieren mis comadres porque digo las verdades", y se usa para afirmar que hay gente que se ofende ante la honestidad de otros. Este procedimiento se repite varias veces. Por ejemplo, conversando con la alcahueta, Elicia dice: "«más vale a quien Dios ayuda» etcétera" (Auto III, p. 106), refrán que se completa con "que al que mucho madruga". En el presente se usa la versión "Al que madruga, Dios lo ayuda"; ambas sirven para resaltar los beneficios de despertarse temprano por la mañana. El uso del "etcétera" es muy interesante, porque indica que los lectores de la época podían reponer fácilmente el fragmento faltante (en este caso, la segunda parte del refrán: "porque digo las verdades"). Eso indica que se trata de frases y saberes muy familiares para el público de la obra. En este punto es preciso recordar que La Celestina quiere funcionar como ejemplo para los jóvenes enamorados, y por eso necesita que los lectores se sientan identificados con los personajes.
En conclusión, el habla de los personajes de esta tragicomedia tiene como ingrediente principal el uso de refranes, proverbios, dichos y sentencias. Estas formas del saber popular exhiben las ideas consideradas justas, verdaderas y buenas en la época. A su vez, cada personaje muestra aspectos de su carácter o su actitud en los refranes que elige para expresarse.