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¿Qué relevancia tienen los presagios y el destino en Julio César?
Los presagios abundan a lo largo de la obra: la muerte de César es anticipada por la proliferación de extraños hechos sobrenaturales, por excepcionales fenómenos climáticos, por el resultado de un sacrificio, por un adivino, por un sueño de Calfurnia. Estos son centrales en la trama: constituyen un motivo recurrente y anticipan los sucesos, a la vez que aportan a la descripción de César como un hombre cegado por la soberbia, en tanto el líder ignora las señales una tras otra.
Además, estos presagios remiten a la concepción isabelina de un orden predeterminado del universo que entra en crisis cuando un elemento se corrompe o se mueve de su lugar: una crisis política en Roma reverbera en todas las esferas de la vida, atentando incluso contra las leyes naturales que rigen el universo.
Por último, estos presagios aluden también a un destino ya escrito del que las personas no parecen poder escapar. Las señales descritas, en última instancia, le anuncian a César su muerte inminente como si esta ya estuviera escrita, y la ceguera del personaje frente a las numerosas advertencias parece confirmar que no hay forma de escaparle al destino. César se muestra consciente de esto: "¿Cómo puede evitarse / aquello cuyo fin han decidido / los poderosos dioses?" (II.II., 77), se pregunta, irónicamente, horas antes de ser abatido por sus propios amigos.
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Analiza la distinción entre las imágenes públicas y privadas de Julio César y Bruto.
Tanto Julio César como Bruto se presentan como personajes conscientes de la diferencia entre su rol y su imagen en el mundo privado, por un lado, y en el ámbito público, por el otro.
César es un hombre poderoso y confiado que lidera grandes ejércitos y gobierna con gran éxito el imperio romano, pero no está exento de debilidades que se manifiestan puertas adentro: es muy supersticioso, sufre de sordera de un oído y de epilepsia, y la soberbia le produce tal ceguera que termina asesinado por un gran amigo. César da cuenta de una especial autopercepción que distingue con claridad esta diferencia: se refiere a sí mismo, en el ámbito público, en tercera persona, y reconoce que su identidad está desdoblada, que hay una tensión entre su ser privado —un simple mortal con defectos, con miedos— y su figura pública —una verdadera y poderosa institución que seguirá operando en la vida de los romanos, de hecho, tras su muerte física—.
Bruto, por su parte, es fuerte y se niega a mostrar debilidad cuando está en público, ya sea hablando con los ciudadanos o dirigiendo un ejército a la batalla. Sin embargo, vemos a través de sus conversaciones íntimas con su esposa Porcia y con Casio que a menudo tiene inseguridades y remordimientos que, también él consciente de la relevancia de su imagen pública, se ocupa de ocultar frente a otros.
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Analiza cómo se desarrolla el tema del poder del discurso en el personaje de Antonio.
Antonio es presentado como un hombre sagaz que planifica su venganza contra los asesinos de César sobre la base de su conciencia del poder del discurso, así como de la naturaleza irreflexiva y manipulable de los ciudadanos.
Así es que, cuando acuerda con Bruto en hablar en el funeral de César después de aquel y aceptando no injuriar a los conspiradores, tiene un plan para enfurecer a la multitud contra los asesinos cumpliendo al mismo tiempo con las condiciones impuestas. Primero, luego del breve, austero y racional discurso de Bruto, Antonio despliega una brillante oratoria que apela a las emociones de sus oyentes: hace uso de halagos a sus oyentes, de la repetición de las ideas que quiere insertar en estos y de bellos versos, además de la ironía, que le sirve para cumplir con el requisito que le exigió Bruto para expresarse en el funeral y negar al mismo tiempo, frente a sus oyentes, la honorabilidad de su principal contrincante. De este modo, mediante un uso magistral y astuto de la palabra, Antonio logra su cometido y se erige como un perfecto ejemplo del gran poder de la palabra.
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¿Qué similitudes y qué diferencias presentan Casio y Bruto como asesinos de César?
Líder de la conspiración contra César, Casio es presentado por Shakespeare como un hombre ambicioso e inescrupuloso que no duda manipular, mentir y engañar a Bruto para convencerlo de unirse al complot. Además, dado que lo convence de la ambición desmedida de César mediante pruebas falsas, surge la pregunta de si Casio realmente creía en el peligro de esa ambición, y la consecuente duda acerca de sus verdaderas motivaciones.
Bruto, por su parte, se muestra genuinamente conflictuado por su participación en el magnicidio: exige argumentos y tiempo para pensarlo antes de sumarse a la conspiración, y afirma: "Desde que Casio por primera vez / me instigó contra César, no he dormido" (II.I., 59). En ese insomnio se manifiesta su remordimiento, pues Bruto cree actuar contra quien considera su amigo en pos de un bien mayor, que es la libertad de los romanos. Además, luego del crimen Bruto es abordado por el espectro de César, que encarna su culpa y su pesar. Así, a diferencia de Casio, Bruto es presentado como un hombre honorable que comete errores y es perseguido por el remordimiento.
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5
Relaciona las consecuencias del asesinato de César con la cosmovisión isabelina del universo.
La armonía necesaria del universo es parte esencial de la cosmovisión isabelina. Esta concepción implicaba un orden cósmico establecido, jerárquicamente organizado y pretendidamente armónico, en el que cada cosa en el mundo tenía su lugar. Así, mientras se respetara la jerarquía intrínseca de las cosas, el orden del universo estaba asegurado, pero un desorden en una parte de la pirámide podía poner en peligro todo el resto.
En Julio César, la guerra civil que sigue al asesinato de César se presenta como un caos irrefrenable que excede en mucho el plano político, remitiendo de este modo a la concepción isabelina del mundo arriba descrita.
Antonio lo anticipa así:
fulminará una maldición los miembros
de los hombres; discordias intestinas
y atroz guerra civil asolarán
todas las zonas de Italia. Sangre
y destrucción serán tan habituales,
los objetos de horror tan familiares,
que las madres tendrán una sonrisa,
nada más cuando miren desmembrados
sus niños por las manos de la guerra;
ahogará la costumbre de hechos crueles
toda piedad, y el espectro de César,
que andará errante en busca de venganza,
(...) gritará en estas tierras
con su voz de monarca: ¡A la matanza!
(III.I., 106)
Aquí queda claro que el desorden que introduce la muerte de César tiene el poder de producir madres aberrantes que se sonríen ante el desmembramiento de sus hijos, de naturalizar la crueldad y de atentar contra las leyes de la naturaleza, poniendo el espectro de César en la Tierra para vengar su propia muerte. El magnicidio no se limita, de esta forma, a consecuencias políticas, sino que atenta contra el orden total del universo.