El escudo de Aquileo (Símbolo)
El escudo que utiliza Aquileo para regresar al campo de batalla luego de la muerte de Patroclo representa el mundo humano durante la guerra y también en tiempos de paz. Algunas de las escenas de la vida cotidiana incluyen conflictos o violencia que evocan la brutalidad de la guerra. Así, aparece representada una ciudad “cercada por dos ejércitos / cuyos individuos, revestidos de lucientes armaduras, / no estaban acordes: los del primero deseaban arrui- / nar la plaza, y los otros querían dividir en dos partes / cuantas riquezas encerraba la hermosa población” (18.509-512). Pero también aparece la vida normal en tiempos de paz, con sus ritos y festejos. En una imagen “se celebraban bodas y / festines: las novias salían de sus habitaciones y eran / acompañadas por la ciudad…” (18.491-493). Esto simboliza el mundo más allá del campo de batalla, e implica que la guerra constituye solo un aspecto de la existencia. Así, el escudo representa que la vida en su conjunto incluye fiestas y bailes, mercados y cosechas. Los seres humanos no solo trabajan, sino que también disfrutan y juegan. Aunque la Ilíada es una glorificación de la guerra y la vida del guerrero, el escudo simboliza que la vida cotidiana es tan importante como los tiempos de combate.
Las armaduras (Símbolo)
Las armaduras simbolizan la gloria y el honor. En la Ilíada, tomar la armadura de un enemigo es despojarle del honor y apropiarlo para uno mismo. Esto hace que los combatientes se expongan a sufrir daños en el campo de batalla para hacerse con este premio. Es ejemplar al respecto el interés que tiene Héctor por despojar el cadáver de Patroclo: quedarse con “las magníficas armas” (17.126), que originariamente eran de Aquileo, implica apropiarse también del prestigio del héroe aqueo. Sin embargo, esta armadura posee también un punto débil; como Aquileo la usó numerosas veces, sabe también las vulnerabilidades que posee como estrategia defensiva. Así, atraviesa a Héctor con su espada en esos sitios en donde falla la protección de la armadura. En este punto de la historia, Aquileo tiene una nueva armadura, creada por el dios Hefesto, que también parece tener vida propia. Aunque el cuerpo mortal de Aquileo puede ser herido -y, de hecho, el poema nos recuerda la muerte inminente de Aquileo en muchas ocasiones-, las “labradas armas” (19.11) tienen el poder casi sobrenatural de aterrorizar a quien las ve. El escudo de Aquileo también es invulnerable a los ataques. Las lanzas atraviesan muchos otros escudos, pero no el suyo. Su armadura superior (sobre todo el escudo) representa su estatus especial en el conflicto, que lo glorifica y lo aleja de sus compañeros. Sin embargo, ni siquiera su armadura divina evitará su eventual muerte.
Por momentos, las armaduras parecen tener vida propia. Héctor es mencionado con el epíteto de “el de tremolante casco” (22.232); en esta personificación, el objeto parece moverse solo, diferenciándolo de los demás guerreros.
Además, las armaduras tienen también un gran valor como símbolo de confianza y buena voluntad. Cuando en el canto VI se encuentran Glauco y Diomedes, proponen cambiar “la armadura, a / fin de que sepan todos que de ser huéspedes pater- / nos nos gloriamos” (6.230-232). Así, este intercambio viene a mostrar lazos de amistad y cercanía entre los guerreros.
Las comidas y los banquetes (Símbolo)
En la Ilíada, el ritual de la comida simboliza la presencia de las normas sociales en el campo de batalla. Así, el poeta emplea la importancia de la comida como un medio de caracterización en el poema. Cuando los personajes comen, y el modo en que lo hacen, revelan importantes estados de ánimo. Tras la muerte de Patroclo, Aquileo decide no desayunar, ya que quiere llegar a la batalla lo antes posible. Esta actitud representa su distanciamiento de los demás guerreros; por otro lado, algunos estudiosos han interpretado que actúa simbólicamente en solidaridad con su amigo muerto, que, naturalmente, no puede comer. Cuando Aquileo lucha contra Héctor, afirma: “Ojalá el furor y el coraje me incita- / ran a cortar tus carnes y a comérmelas crudas” 22.(346-347). Este deseo caníbal ilustra el alejamiento de la civilización y la pérdida total de humanidad de Aquileo.
Sin embargo, al final Aquileo comparte una comida con Príamo, reconectando con su costado más humano a través de este ritual social.
Los entierros (Motivo)
En la Ilíada, los entierros son escenas recurrentes en donde se muestra el vínculo entre deberes y ritos sagrados que todo griego debe tener. El entierro de Héctor es objeto de una atención especial, ya que marca el final de la cólera de Aquileo. Luego de una lucha violenta, el troyano recibe un funeral espectacular. Asimismo, el entierro de Patroclo también recibe mucha atención en el texto, ya que Homero dedica un canto entero al funeral y a los juegos en honor del guerrero. Este rito refleja, en parte, los intereses de la cultura griega antigua, que hacía hincapié en el entierro adecuado como requisito para el descanso pacífico del alma. Sin embargo, este motivo también revela la perspectiva sombría de la Ilíada, ya que en el texto se subraya la impermanencia de la vida humana y la voluntad implacable del destino.