La Ilíada se centra en los acontecimientos que tienen lugar en el décimo año de la guerra de Troya, cuando Crises, sacerdote de Apolo, se acerca al campamento aqueo para intentar rescatar a su hija Criseida de las manos de Agamenón, comandante en jefe de los aqueos. Previamente, los aqueos habían saqueado una ciudad cercana y se habían llevado como cautivas a varias mujeres y tesoros. Ante el pedido de Crises, Agamenón lo trata con desdén, y rechaza los ofrecimientos que el sacerdote hace para recuperar a su hija. Crises le reza a Apolo para lograr recuperarla y castigar a los aqueos. Apolo, enojado con los aqueos, les lleva una peste que cae sobre todo el ejército. Desesperados, los aqueos quieren averiguar la causa de la peste y Calcante, el mejor de los profetas, identifica correctamente la razones del problema, por lo que sugiere devolver a la muchacha con regalos a Apolo. Agamenón acepta a regañadientes, y exige que se le entregue a Briseida, la muchacha que Aquileo había tomado como cautiva en el mismo saqueo, como forma de compensación. Aquileo, el mejor guerrero aqueo, se enfurece y se opone. Los dos hombres se pelean violentamente. Enfurecido, Aquileo regresa a sus barcos y se niega a luchar. Agamenón hace que le quiten a Briseida a Aquileo y devuelve a Criseida a su padre, Crises. Aquileo, deseoso de vengarse de Agamenón, le pide a su madre, la diosa ninfa del mar Tetis, que convenza a Zeus, rey de los dioses, de que traiga la ruina a los aqueos mientras Aquileo no luche por ellos. Zeus está en deuda con Tetis y le concede su petición.
En el campo de batalla, Paris Alejandro y el aqueo Menelao se baten a duelo para dar fin a la guerra. Menelao sale victorioso, pero los troyanos rompen el acuerdo jurado de antemano. Los ejércitos entran en una batalla que dura varios días. En la lucha se distinguen muchos soldados, entre ellos el aqueo Diomedes y el hijo de Príamo, Héctor. Con Aquileo fuera del camino, Héctor, campeón de los troyanos, conduce a los aqueos de vuelta a sus barcos varados. Los aqueos construyen fortificaciones, pero a pedido de los caudillos, Agamenón envía una embajada para pedirle a Aquileo que vuelva a la batalla. Agamenón ofrece grandes recompensas, pero Aquileo rechaza la oferta y permanece fuera de la batalla. La marea de la batalla cambia varias veces, pero las fuerzas troyanas bajo el mando de Héctor acaban empujando a los aqueos hacia las fortificaciones que han construido alrededor de sus barcos.
Mientras tanto, se desata un conflicto entre los dioses que apoyan a los troyanos y los que apoyan a los aqueos. Atenea, Hera y Posidón apoyan a las fuerzas aqueas, mientras que Apolo, Afrodita y Ares, a los troyanos. En la batalla, los dioses favorecen cada uno a su bando, hasta que Zeus interviene. Este dios, comprometido a cumplir su promesa a la madre de Aquileo, la diosa Tetis, prohíbe que los dioses intervengan en la guerra. Por su parte, Zeus planea favorecer a los troyanos para que avancen contra los aqueos.
Los aqueos se encuentran acorralados, la batalla parece estar siendo perdida, y entonces Néstor, uno de los caudillos, el más anciano y más sabio, propone enviar una embajada a Aquileo para convencerlo de que acuda a la batalla y ayude a su pueblo. Aquileo escucha los ruegos de la Embajada pero se niega, y afirma que solo acudirá si los troyanos llegan a sus naves. Luego de una lucha sostenida, los troyanos rompen la fortaleza aquea e intentan quemar las naves. Los mejores guerreros aqueos están heridos o muertos, y el ejército aqueo ve concretamente la posibilidad de perder la guerra.
Patroclo, el compañero entrañable de Aquileo, está muy preocupado por el destino de los aqueos y decide intervenir. Le presenta a Aquileo un plan: ponerse su armadura y ocupar su lugar en el combate, para que los troyanos piensen que Aquileo está de vuelta en la batalla. Aquileo acepta, pero le pide a Patroclo que vuelva tan pronto como logre expulsar a los troyanos de las naves. Patroclo, ya con la armadura de Aquileo, lidera el ejército compuesto por los mirmidones y ellos luchan incansablemente, logrando expulsar a los troyanos de las naves. Sin embargo, Patroclo desobedece la orden de Aquileo y, luego de hacer regresar a los troyanos, los persigue hasta las murallas de Troya. Zeus permite que Héctor, con ayuda del dios Apolo, mate a Patroclo. Héctor le roba la armadura a Patroclo, y troyanos y aqueos luchan por el cuerpo. Con mucha dificultad, Menelao, junto a otros aqueos, consiguen salvar el cuerpo de Patroclo, pero no la armadura de Aquileo.
Al enterarse de la muerte de Patroclo, Aquileo no puede contener su dolor y rabia. Tetis, su diosa madre, le advierte que la muerte de Héctor le costará la vida. Aquileo está dispuesto a entregar su vida para vengar a su compañero, Patroclo. Se reconcilia con Agamenón para volver al combate, pero no tiene armadura, por lo que su madre, Tetis, le manda a forjar una por el herrero de los dioses, Hefesto. La armadura de Aquileo tiene características particulares, sobrehumanas, y en particular su escudo, que contiene la representación del mundo entero, es indestructible. Mientras tanto, los troyanos continúan fuera de las murallas de Troya, y subestiman el retorno de Aquileo a la lucha. Este se lanza a la batalla y mata a todos los troyanos que encuentra en su camino, logrando desarticular el ejército troyano prácticamente por sí solo. Aquileo lucha incluso contra el dios Escamandro, que está enojado por ver su corriente llena de sangre y cadáveres.
Los troyanos huyen de la furia de Aquileo y se esconden dentro de las murallas de Troya. Solo Héctor permanece fuera, decidido a resistir a Aquileo, pero cuando el guerrero aqueo se acerca, Héctor empieza a huir. Aquileo lo persigue alrededor de las murallas de Troya cuatro veces, pero finalmente Héctor, persuadido por la diosa Atenea, que toma la forma de su hermano Deífobo, se vuelve y se enfrenta a Aquileo. Con la ayuda de Atenea, mata a Héctor. Ata el cadáver a su carro y arrastra el cuerpo de vuelta al campamento aqueo como venganza por la muerte de Patroclo.
Luego de haber secuestrado el cuerpo de Héctor, Aquileo organiza el funeral por Patroclo y los juegos fúnebres. Después del rito, continúa angustiado, y reiteradas veces arrastra el cadáver de Héctor alrededor del cuerpo muerto de Patroclo. Los dioses se compadecen de Héctor y le piden a Zeus de que envíe a Tetis, la diosa madre de Aquileo, a que lo convenza de devolver el cadáver de Héctor a su padre, Príamo, a cambio de recompensas materiales. El mismo Príamo acude a ver a Aquileo, escoltado por Hermes, y le ruega que se apiade de él y que recuerde a su propio padre, Peleo, ya anciano. Aquileo se conmueve ante la súplica de Príamo y accede a devolver el cuerpo de Héctor. Príamo regresa a Troya con el cadáver de su hijo y los troyanos lloran su pérdida. Aqueos y troyanos respetan una tregua de once días mientras en Troya entierran a Héctor.