La caza (Alegoría)
El Comendador se presenta frente a Laurencia diciendo: "No es malo venir siguiendo / un corcillo temeroso, / y topar tan bella gama." (vv 779-781). De esta manera compara a Laurencia con una gama, es decir, una especie de ciervo, utilizando la alegoría del amor como caza. Esta es una alegoría muy común en la lírica tradicional. Sin embargo, en este caso el sentimiento del Comendador no es amor sino un deseo lujurioso. El concepto de la mujer y del vínculo del hombre con ella que encierra esta alegoría se ajusta al personaje del Comendador, puesto que connota una relación violenta y de dominio sobre la mujer-presa, víctima de su fuerza.
En unos versos más adelante, el Comendador alude a Laurencia con la palabra "caza", continuando con esta alegoría, cuando se ve amenazado con el arma que ha dejado de lado: "¡Oh, malhaya el hombre loco, / que se desciñe la espada! / Que, de no espantar medroso/ la caza, me la quité." (vv 834-836). Es decir, ha bajado insensatamente su arma, su ballesta, para no espantar a su presa, que en este caso es Laurencia. Las palabras del comendador revelan que no considera Laurencia una persona, sino un animal, su "presa". En este sentido, ella es solo "carne" para el Comedador. Así lo vemos también en unos versos anterioriores, después de que le presentan al Comendador los regalos de los aldeanos. Entonces, Laurencia le dice a Ortuño: "¿No basta a vuestro señor / tanta carne presentada?", a lo que Ortuño responde: "La vuestra es la que le agrada." (vv 623-625).
Por último, después de que el Comendador habla con sus criados sobre sus conquistas femeninas y sobre las mujeres del pueblo que desea, llega el soldado Cimbranos para advertirle que Ciudad Real está casi en poder de Los Reyes Católicos, y que debe apresurarse a marchar hacia allá para impedirlo. En su discurso le dice: "Trueca la verde montera / en el blanco morrïón" (vv 1108-1109). La "montera" es un sombrero de cazador, mientras que el "morrïón" es el casco de los caballeros. De esta manera, se utiliza nuevamente la alegoría de la caza en relación a la búsqueda de mujeres, ya que el Comendador no está cazando literalmente, sino hablando de las mujeres que desea.
El gorrión (Símbolo)
El gorrión, en la simbología cristiana, representa la lujuria. Este símbolo es opuesto el de la paloma, que es el emblema de la castidad. Pascuala se refiere a este ave cuando traza una comparación entre los gorriones y los malos amantes. Los gorriones, interesados, en invierno seducen al campesino con su canto, para poder comer "las migajas de la mesa" (v 258), y más tarde, cuando ya no necesitan su alimento, se olvidan de los beneficios que tuvieron y los insultan. De la misma manera, los hombres que solo buscan satisfacer sus apetitos sexuales, interesados, seducen a las mujeres con palabras lisonjeras y, luego de saciarse, las insultan y maltratan: "Pues tales los hombres son: / cuando nos han menester, / somos su vida, su ser, / su alma, su corazón; / pero pasadas las ascuas, / las tías somos judías" (vv 265-270). Las ascuas son brasas o cualquier material incandescente; acá hace alusión al apetito sexual. "Pasadas las ascuas" quiere decir "después de satisfacer el deseo sexual". El verbo "comer", en el verso 257, también tiene un sentido erótico. Por último, el término "judío", en el contexto histórico y cultural de esta obra, era considerado un insulto. Por eso, cuando dice "las tías somos judías", hay que interpretar la frase en el sentido de que los buenos tratos se convierten en malos tratos.
Los palomos (Símbolo)
Los palomos son un símbolo de las parajes bien casadas. Por eso Frondoso lo emplea para expresarle su amor verdadero a Laurencia: "y que ambos como palomos estemos, / juntos los picos, / con arrullos sonorosos, / después de darnos la Iglesia..." (vv 768-771). El símbolo de los palomos, pacíficos e inofensivos, contrasta con la alegoría de la caza expuesta más arriba, que se presenta a continuación en esa misma escena. A ella recurre el Comendador para aludir a sus sentimientos por Laurencia, con una evidente violencia implícita.
La liebre (Símbolo)
La liebre era un símbolo medieval que aludía al órgano sexual femenino. El Comendador se refiere a Laurencia de manera brutal frente a su padre, usando este símbolo: "Comendador: Quisiera en esta ocasión que le hiciérades pariente / a una liebre que por pies por momentos se me va. Esteban: Sí haré, par Dios. ¿Dónde está Comendador?: Allá. Vuestra hija es." (vv 959-963).
El laurel (Símbolo)
Flores alude a ese símbolo al final de su parlamento sobre el triunfo del Maestre en Ciudad Real: "Mas ya la música suena: / recebilde alegremente, / que al triunfo las voluntades / son los mejores laureles." (vv 525-528). Los laureles simbolizan la inmortalidad conseguida por la victoria. Con sus ramas y hojas antiguamente se confeccionaban coronas para honrar a los héroes, a los genios y a los sabios. El símbolo proviene de la mitología griega. Dafne, que en griego significa "laurel", perseguida por su enamorado, Apolo, le pide ayuda a su padre para escapar de él. Su padre entonces la transforma en un laurel. Apolo hace entonces del laurel su árbol sagrado y lo adopta como símbolo. Según el relato de “La metamorfosis”, de Ovidio, Apolo pronuncia estas palabras: "Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria".