Resumen
Los aldeanos Mengo, Laurencia y Pascuala están conversando. Laurencia le pide a este que no se aleje, pues no hay hombres que las protejan, para no encontrarse con el Comendador. Además dice que no deja de perseguirlas nunca: ni “a sol ni a sombra” (v 1147). Mengo comenta que oyó que Frondoso le disparó una flecha de ballesta en el pecho. Laurencia dice que desde ese día mira de otra forma a los hombres, que Frondoso tuvo mucho valor pero que teme por su vida. Mengo y Laurencia acuerdan en que Frondoso debe marcharse.
Entonces entra Jacinta pidiendo socorro, pues los criados del Comendador la persiguen. Laurencia y Pascuala no la ayudan. La primera se va y Pascuala dice que no puede defenderla, por no ser hombre. Mengo se dispone a ayudarla. Llega el Comendador, Mengo apela a su piedad para pedir castigo para los soldados que quieren “robar” una labradora. Sin embargo, Fernán les da licencia a los soldados para vengarse de él, y manda que lo aten, lo desnuden y lo azoten.
Jacinta intenta huir. El Comendador le pregunta si prefiere a un labrador antes que a un hombre de su valor. Jacinta dice que tiene honor, y que tiene un padre más honrado que él, no por haber nacido de clase social alta, sino por sus comportamientos. El Comendador, enfadado, entrega a Jacinta a los soldados.
En la escena siguiente conversan Frondoso y Laurencia. Él le pregunta si lo ama y si quiere ser su esposa. Ella acepta y le dice que hable con su padre. En un nuevo cambio de escena, hablan el alcalde Esteban y un regidor sobre lo que el Comendador les hizo a Jacinta y a Mengo. Esperan que los Reyes Católicos ganen la batalla en Ciudad Real puesto que creen que eso pondría fin a los abusos del Comendador. El alcalde se pregunta para qué sirve su autoridad si no puede hacer nada al respecto.
Luego llega Frondoso y le pide la mano de su hija. El alcalde se alegra, pues teme por el peligro al que ella se expone con la presencia del Comendador. Entonces le dice que espera saber la opinión de ella. Ella llega y confirma que quiere casarse. Luego, su padre quiere arreglar el asunto de la dote pero Frondoso le dice que esta no es necesaria. Esteban se va a la plaza a hablar con el padre de Frondoso para acordar el matrimonio.
En un campo cerca de Ciudad Real, Fernán Gómez recomienda al Maestre que huya, pues sus enemigos están triunfando en la ciudad. El Maestre decide entonces volver a Calatrava y el Comendador a Fuenteovejuna. El Maestre se lamenta de su inexperiencia y la atribuye a su corta edad. En Fuenteovejuna están celebrando la boda de Laurencia y Frondoso. Entre las felicitaciones, los aldeanos recuerdan el mal que los soldados del Comendador le han hecho a Mengo. Entonces irrumpe el Comendador y ordena silencio. Frondoso intenta huir pero el Comendador ordena arrestarlo. Fernán Gómez quiere hacer creer que la causa contra Frondoso no es un asunto personal, sino de la Orden de Calatrava, a quien deben restaurar el honor mediante un castigo ejemplar: “es contra toda su Orden, / es su honor, y es importante, / para el ejemplo, el castigo.” (vv 1600-1602).
El alcalde Esteban defiende el acto de Frondoso y le replica que él quería quitarle a su mujer. Además, cuestiona el uso del poder que hace el Comendador. En un nuevo acto de tiranía, este le quita su vara y lo golpea con ella. Además, ordena a sus soldados llevar detenida a Laurencia. El Comendador y sus soldados se van y los aldeanos se escandalizan y quieren que alguien hable al respecto. Mengo se excusa de hablar diciendo que él ya ha sufrido un castigo.
Análisis
La tiranía con que el Comendador ejerce el poder se hace cada vez más notoria entre los habitantes del pueblo. Si bien se han mostrado respetuosos con él y le han ofrecido sus humildes presentes en el acto anterior, ahora su abuso de poder les resulta intolerable. Laurencia se refiere a él llamándolo "Heliogábalo": “Heliogábalo dirás, / más que una fiera inhumano” (vv 1177-1178). Heliogábalo fue un emperador romano que reinó entre 218 y 222. Se hizo conocido por su crueldad, y su nombre se convirtió en un símbolo de la misma. En este mismo pasaje, Mengo confunde el nombre de “Heliogábalo” con el de “Galván”, por el parecido fonético. Este es otro personaje cruel extraído de un romance morisco, el “Romance de Moriana y el moro Galván”. Este personaje raptó, vejó y mató a Moriana. Sin embargo, Mengo considera que su conducta atroz es superada por la maldad del Comendador: “Pero Galván (o quien fue, / que yo no entiendo de historia) / más su cativa memoria / vencida déste se ve. / ¿Hay hombre en naturaleza / como Fernán Gómez?” (vv 1179-1183).
Otro motivo al que aluden en este pasaje es al de la crianza con leche de tigre. “No, / que parece que le dio / de una tigre la aspereza” (1184-1186). Era una creencia popular que el carácter de un niño se transmitía por leche que mamaba. En este caso su carácter parece proceder de la leche de tigre, por ser áspero. Este motivo también aparece en la Eneida (IV, 367), de Virgilio. Allí, Dido atribuye esa crianza a Eneas, por la crueldad de haberla dejado abandonada en Cartago.
Luego, Mengo se dispone a ayudar a Jacinta diciendo que tiene las primeras armas del mundo, refiriéndose probablemente a la honda y las piedras. En el libro del Génesis, se dice que con estas armas Caín mató a Abel. Mengo actúa con dignidad y apela al honor del padre y del esposo de Jacinta en su defensa: “Señor, si piedad os mueve / de soceso tan injusto, castigad estos soldados, / que con vuestro nombre agora / roban una labradora / a esposo y padres honrados, / y dadme licencia a mí / que se la pueda llevar.” (vv 1225-1232). No obstante, su acción será duramente castigada.
Jacinta luego insiste apelando a la honra de su padre. Le dice incluso al Comendador que su padre es más honrado que él. La idea que defiende Jacinta se opone a la idea de honor que tiene el Comendador. Como se ha señalado anteriormente, Fernán Gómez creía que los villanos no podían tener honor, pues este atributo les correspondía por nacimiento a las personas de la nobleza. Pero para Jacinta, como para todos los habitantes de la aldea, esto no es así. Ella cree que el honor no depende tanto del estrato social sino del comportamiento de las personas: “porque tengo un padre honrado, / que si en alto nacimiento / no te iguala, en las costumbres te vence” (vv 1262- 1264). Una vez más se pone en entredicho la correspondencia entre el atributo del honor y el alto estrato social. Así, el honor no corresponde al Comendador, sino al villano que tiene conductas honradas.
El Comendador también se enfurece con Jacinta y la entrega a sus soldados para que la violen. Su nivel de crueldad no tiene límites. Jacinta apela al juicio divino para que castigue al Comendador. Esta apelación ayuda a justificar los acontecimientos finales de la obra, donde su crueldad resulta vengada.
Por otro lado, en Fuenteovejuna también se refieren al Comendador con la justa acusación de “bárbaro homicida [que] a todos quita el honor” (vv 1487-1488). Esto también hará justificable las acciones posteriores que el pueblo lleva a cabo contra él. Aquí se lo llama “bárbaro” por segunda vez, y volverán a insistir con esta calificación más adelante.
Para la canción “Al val de Fuenteovejuna” (vv 1548-1571) que cantan los músicos en la boda, Lope aprovecha materiales tradicionales. Los motivos aparecen expresados bajo la forma de la farsa medieval de la pastorela, una composición musical de origen pastoril. En este tipo de composición se relataba el encuentro de un caballero con una pastora. Habitualmente, el desenlace consistía en que la pastora rechazaba al caballero mediante palabras ingeniosas.
En este canto aparece la imagen de una mujer escondiéndose tras las celosías que ella misma construye. La misma imagen está presente en dos dramas célebres del Siglo de Oro, El mejor alcalde, el rey, también escrita por Lope de Vega, y El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca.
Al final de este acto, el Comendador interrumpe el clima festivo de la boda que se está por celebrar y vuelve a actuar con su crueldad característica. Golpea a Esteban con la vara, que es el símbolo de su autoridad como alcalde; rapta a Laurencia, la hija de este, el mismo día de su boda, y se lleva prisionero a su futuro esposo. Esteban entonces apela a la justicia de los Reyes, que están por encima del Comendador, y cuya insignia de la cruz merecen más que él:
“¡Sí quisistes...! Y esto baste,
que reyes hay en Castilla
que nuevas órdenes hacen,
con que desórdenes quitan.
Y harán mal, cuando descansen
de las guerras, en sufrir
en sus villas y lugares
a hombres tan poderosos
por traer cruces tan grandes.
Póngasela el Rey al pecho,
que para pechos reales
es esa insignia, y no más.
(vv 1621-1632).
La tensión con la que se cierra este acto está en el punto más alto. Sin embargo, Lope le da al final un tono humorístico con el comentario de Mengo: “Como ruedas de salmón / me puso los atabales.” Esto produce un contraste de efectos. Lope consideraba que así se realzaba mejor lo patético de las escenas ominosas.
Sobre la versificación
A continuación detallamos el sistema métrico correspondiente a los versos de esta parte de la obra.
1139-1450; redondillas;
1451-1473: versos sueltos;
1474-1547: redondillas con estribillo;
1548-1571: romance á-a con estribillo;
1572-1653: romance á-e.