"Es llave la cortesía
para abrir la voluntad
y, para la enemistad,
la necia descortesía."
Estas palabras del Comendador en el primer diálogo de la obra señalan una conducta que es fundamental para el bienestar de la sociedad. Él manifiesta la importancia de la cortesía como llave para las buenas relaciones. Sin embargo, pronto se pondrá en evidencia la hipocresía de sus afirmaciones, puesto que su comportamiento no es cortés en absoluto, especialmente en su relación con los súbditos.
"Llaman la descortesía
«necedad» en los iguales,
porque es entre desiguales
linaje de tiranía."
Estas son las elocuentes y acertadas palabras que Flores, el criado del Comendador, comparte con su señor. Es evidente que el Comendador no sabe escucharlas, pues hace suyas las dos conductas que con ellas se reprueban. Por un lado, es descortés con sus iguales cuando se alza en armas contra los Reyes Católicos, quienes son "iguales" en la medida en que pertenecen a la nobleza. Este acto convierte al Comendador en un "necio". Por otro lado, es descortés con sus desiguales, es decir, sus súbditos, los villanos de Fuenteovejuna. Esta conducta lo convierte en tirano.
"Pues tales los hombres son:
cuando nos han menester,
somos su vida, su ser,
su alma, su corazón;
pero pasadas las ascuas,
las tías somos judías"
En el primer diálogo de las mujeres de la villa, Pascuala y Laurencia comentan los agravios que comete el comendador "¡Cuántas mozas en la villa, del Comendador fïadas, andan ya descalabradas!" (vv 193-195). Así se expone desde el primer diálogo en la villa la forma de comportarse del Comendador. Las mujeres comentan luego los peligros de fiarse de los hombres en general, diciendo que estos seducen a las mujeres con palabras halagüeñas para conseguir satisfacer sus deseos sexuales, y que luego de conseguirlo las insultan. Con la palabra "ascuas" se refiere al acto sexual. "Judías" es una palabra que en aquella época era insultante para quienes se preciaban de ser cristianos.
"Andar al uso queremos:
al bachiller, licenciado;
al ciego, tuerto; al bisojo,
bizco; resentido al cojo,
y buen hombre al descuidado.
Al ignorante, sesudo;
al mal galán, soldadesca;
a la boca grande, fresca,
y al ojo pequeño, agudo.
Al pleitista, diligente;
gracioso al entremetido;
al hablador, entendido,
y al insufrible, valiente.
Al cobarde, parapoco;
al atrevido, bizarro;
compañero al que es un jarro,
y desenfadado al loco.
Gravedad al descontento;
a la calva, autoridad;
donaire a la necedad,
y al pie grande, buen cimiento.
Al buboso, resfriado;
comedido al arrogante;
al ingenioso, constante;
al corcovado, cargado."
Este es un elocuente listado de ejemplos de la forma en que el la ciudad se usa con falsedad el lenguaje. Mediante este pasaje lleno de paralelismos, Frondoso menciona los eufemismos que usa la gente para no decir las cosas exactamente como son. Este parlamento sirve para mostrar la hipocresía de la gente de la ciudad, a quienes Frondoso critica, y para señalar el contraste con la forma de hablar, más honesta, de las personas de la aldea.
"(...) nadie tiene amor
más que a su misma persona."
Esta es la idea del amor que Mengo defiende al principio de la obra. Él cree que el amor no existe más que como forma de amor propio, pues piensa que todos los actos que llevamos a cabo son, en última instancia, para beneficio propio. Aún cuando creemos que amamos a otra persona, el deseo que sentimos por ella no sería más que una forma de buscar placer para uno mismo. Este pensamiento parece egoísta. Sin embargo, el personaje demuestra no ser egoísta en absoluto. Más adelante en la obra actuará en defensa de Jacinta, aún a costa del peligro personal al que se expondrá, mientras que hacia el final de la misma lo hará con amor por la comunidad, alzándose junto con el pueblo para matar al tirano, y cumpliendo luego con el pacto establecido de señalar como único responsable del crimen a Fuenteovejuna.
"Al val de Fuenteovejuna
la niña en cabello baja;
el caballero la sigue
de la cruz de Calatrava"
Así comienza el canto de los músicos en la celebración del compromiso de Laurencia y Frondoso. La canción tiene lugar justo antes de la irrupción del Comendador en la sala, y anticipa el peligro que acecha a la novia.
La composición tiene la forma de la farsa medieval de la pastorela, en la que se relata el encuentro de una pastora con un caballero. El final habitualmente consiste en el rechazo de la pastora al caballero mediante palabras ingeniosas. En este canto, la "niña en cabello" representa a Laurencia y el "caballero de Calatrava" al Comendador. La expresión "en cabello", significa que ella es virgen, pues en muchas culturas las mujeres llevaban el cabello suelto hasta que se casaban. El canto sugiere que la niña corre peligro en presencia del caballero. De esta manera, sus palabras prefiguran los sucesos posteriores. Además, el cabello suelto de la niña también contrasta con los cabellos despeinados de Laurencia al comienzo del acto siguiente, donde se sugiere con esa descripción la posibilidad de haber sido violada por el Comendador.
"¡Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor
de verme en tantos dolores,
ovejas sois: bien lo dice
de Fuenteovejuna el nombre!"
Juego de palabras entre el significado metafórico de "ovejas" y el nombre del pueblo, Fuenteovejuna. Laurencia usa metafóricamente el palabra "ovejas" para comparar a los hombres del pueblo con este animal que tradicionalmente se considera pusilánime. "Fuenteovejuna" es la cuna de estos hombres, de manera que el nombre del pueblo ratifica la metáfora. Laurencia considera cobardes a estos hombres por no haber tomado a tiempo medidas en contra del Comendador.
"Cuando se alteran
los pueblos agraviados, y resuelven,
nunca sin sangre o sin venganza vuelven."
El comentario demuestra la lucidez de Flores. Anticipa el desenlace de la obra y el final del Comendador a manos del pueblo armado. Es de notar que él reconoce el justo motivo que mueve a actuar a los villanos, pues dice "pueblos agraviados". Sin embargo, luego de que los aldeanos matan al Comendador, en su relato frente a los reyes oculta este móvil fundamental, para presentar el levantamiento como un acto injusto, diciendo “con leve causa se atreven” (v 1969).
"Yo voy, señor, que amor les ha movido."
Cuando los habitantes de Fuenteovejuna se alzan en contra del Comendador y se disponen a matarlo, Frondoso le explica a este que es el amor el sentimiento que los ha movido para hacerlo. Los villanos cuidan en última instancia la armonía de la comunidad, que fue quebrada por los abusos del Comendador. El pueblo no quiere leventarse contra el orden establecido: por el contrario, quieren restituir el orden que el tirano corrompió. Por eso el amor social es lo que los unió en su contra.
Esteban:
¡Vivan Castilla y León,
y las barras de Aragón,
y muera la tiranía.
Advertid, Fuenteovejuna,
a las palabras de un viejo,
que el admitir su consejo
no ha dañado vez ninguna.
Los Reyes han de querer
averiguar este caso,
y más tan cerca del paso
y jornada que han de hacer.
Concertaos todos a una
en lo que habéis de decir.
Frondoso:
¿Qué es tu consejo?
Esteban:
Morir diciendo «¡Fuenteovejuna!»,
y a nadie saquen de aquí.
Frondoso:
Es el camino derecho:
¡Fuenteovejuna lo ha hecho!"
Tras la muerte del Comendador, Esteban les da a los villanos este sabio consejo. Sabe que los reyes buscarán al culpable del asesinato y les propone responder todos en el interrogatorio que el responsable del crimen es "Fuenteovejuna". El pueblo toma su consejo y respeta el pacto con altruismo cuando finalmente sucede lo que el alcalde ha previsto. De esta manera, por no encontrar a un responsable individual del crimen, el rey decide perdonar a todo el pueblo.