Tras un accidente en el desierto de Sahara, un piloto intenta reparar su avión averiado. Un niño aparece como de la nada con una demanda muy peculiar: quiere que el piloto dibuje un cordero. Tras discutir si es más urgente el dibujo o la reparación, y ante la insistencia del chico, el piloto accede.
Este chico, el principito, viene de un asteroide lejano, el B-612, donde ha dejado todas sus pertenencias. De todas ellas, la más valiosa es una rosa a la que el principito atiende y cuida diligentemente. Sin embargo, la rosa es caprichosa y su actitud llega a exasperarlo a tal punto que decide dejar su planeta y empezar a viajar.
Antes de llegar al lugar donde se encuentra con el piloto, el principito visita otros planetas, donde conoce personajes muy particulares: un rey, un vanidoso, un hombre aficionado a la bebida, un farolero y un geógrafo. De hecho, es este último quien le sugiere visitar el planeta Tierra, aunque no esperaba caer en medio del desierto.
En su visita a este planeta, el principito no consigue hacer amigos, pero conoce a una serpiente que se ofrece a ayudarlo cuando quiera volver a casa y a un zorro, con quien habla extensamente sobre la domesticación. Cuando alguien domestica a otro, consigue hacerlo único ante sus ojos.
Si bien al principio el narrador se exaspera con el niño porque este no sabe apreciar el apuro en el que se encuentra, poco a poco se establece un vínculo afectivo entre los dos. Al narrador le resulta encantador que el principito sea tan serio al hablar de asuntos importantes a pesar de su corta edad y aparente fragilidad. Hacia el final, el piloto sentirá genuino amor y aprecio por el chico.
En un momento dado, él y el chico encuentran un pozo del que beber. Ese sorbo salva la vida del piloto, que ha conseguido reparar su motor. Pero la alegría de saberse a salvo dura poco, pues encuentra al principito hablando con una serpiente. El principito quiere volver a su asteroide y, sobre todo, ver otra vez a su rosa. Para ello, le permite a la serpiente inyectar su veneno. Este plan es devastador para el piloto, quien no puede imaginar la ausencia de su amigo. A la mañana siguiente, el piloto no puede encontrar el cuerpo del chico; lo único que puede hacer es desear que esté a salvo.
Una vez de regreso a casa, el narrador piensa con frecuencia en el niño que conoció en el desierto y desea volver a verlo. Hace un pedido al público para que lo dejen saber si alguna vez se encuentran con él.