El principito

El principito Realidad y ficción en 'El principito'

Saint-Exupéry no necesita mirar lejos para inspirarse al momento de escribir literatura. Su vida, llena de sucesos extraordinarios, le basta como fuente de inspiración. Quizá no hay un mejor ejemplo de esto que la novela que nos ocupa ahora, en la que el autor, a partir de un accidente de aviación en el desierto del Sahara, escribe una de las novelas cortas más conmovedoras que se han escrito jamás.

Hacia mediados de 1930, Saint-Exupéry era un piloto sumamente experimentado. Cierto gusto por la adrenalina y el deseo de empujar los límites de la aviación lo llevaron a intentar batir el récord de tiempo de vuelo entre París y Saigón. Desgraciadamente, él y su copiloto, André Prevot, se accidentaron en el medio del Sahara. Durante días, vagaron por el desierto y estuvieron muy cerca de perecer a causa de la deshidratación y la falta de provisiones. Su rescate fue producto de una mera casualidad: una caravana de beduinos que pasaba por allí los encontró.

El 17 de junio de 2009, en la galería Sotheby’s en París, se subastó el manuscrito en el que el autor describe los preparativos del vuelo, el accidente y lo que sucedió luego en el desierto hasta su rescate. Si bien parte de ese relato estuvo disponible para el público desde la publicación de Tierra de hombres, de 1939, en el que el autor describe su experiencia en el capítulo central de su novela, el manuscrito ofrece un relato muchísimo más detallado.

Asimismo, otro detalle de su vida inspira uno de los conflictos centrales de la novela: la relación entre el principito y su flor. Un explorador incansable, Saint-Exupéry no dudó cuando surgió la oportunidad de mudarse a Latinoamérica para dirigir una nueva empresa de correo: Aeroposta Argentina. Permaneció dieciseis meses en este país, organizando nuevas rutas postales y sobrevolando regiones que luego describiría en su obra Vuelo Nocturno.

Durante este período de su vida y en Argentina, Saint-Exupéry conoció a Consuelo Suncín, una artista salvadoreña que se había instalado en Argentina tras la muerte de su segundo esposo. Cuando se conocieron, en 1930, el amor fue instantáneo y un año después se casaron. Su matrimonio duró hasta la muerte de Saint-Exupéry en 1944, pero nunca fue del todo feliz. A pesar de numerosas oportunidades en las que trataron de recomponer el vínculo, las discusiones eran constantes y ambos vivieron separados y sostuvieron relaciones con otras personas durante los catorce años que estuvieron casados.

Muchos años después de la muerte de Consuelo de Saint-Exupéry, se encontró un manuscrito titulado “Memoria de la rosa”, en la que ella describía la relación tormentosa que sostuvo con el piloto. Existen muchos paralelos entre la rosa y Consuelo. Por ejemplo, la artista sufría de asma y, en la novela, la flor usa su tos para llamar la atención del principito.

La chispa que inspiró la obra El principito fue un suceso extraordinario, pero el propósito más profundo parece haber surgido de algo muchísimo más cotidiano: lo importante que es comprender y cuidar los lazos que nos unen con nuestros seres queridos. A través de su libro, el autor explora, en buena medida, su relación con su mujer.

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