"Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas, y es muy aburrido para los niños tener que darles explicaciones una y otra vez".
Esta cita se halla en el primer capítulo. Se trata de la conclusión a la que llegó el narrador cuando era chico y los adultos no veían otra cosa que un sombrero en su dibujo de una boa digiriendo un elefante. Aquí podemos ver que para el narrador los adultos no pueden ver lo esencial y por ello necesitan una explicación. Es irónico cómo aparece acá invertido el rol de los niños y los adultos: son estos últimos a quienes hay que explicar el mundo. Sin embargo, en el resto de la obra, es el principito el que hace todas las preguntas a tal punto que exaspera, por momentos, al narrador. De todas maneras, sus preguntas le permiten conocer lo esencial, mientras que los adultos parecen incapaces de percibirlo.
"Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero, y si intento describirlo aquí es solo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo".
El relato es una retrospectiva que hace el narrador seis años después sobre el tiempo que compartió con el principito. Según esta cita, el narrador se propone escribir esta historia para no olvidar a su amigo. Este personaje no es el único que debe lidiar con la ausencia de un ser querido. De hecho, uno de los temas centrales de la obra es la nostalgia, porque son varios los personajes que anhelan reunirse con alguien de quien se han separado. En este caso, la nostalgia se torna en una alegría porque toma la forma del recuerdo sentido.
"¡Niños, cuidado con los baobabs!".
Acá el narrador apela directamente a sus lectores: los niños. Llama su atención sobre un peligro del que el principito lo ha alertado: dejar crecer un baobab. En este capítulo, el principito le cuenta al narrador su rutina para mantener su planeta en orden. Un trabajo muy importante y que no se puede posponer es la limpieza de baobabs. Según el principito, se trata de tener la disciplina de hacerlo siempre porque no limpiarlos resulta en una catástrofe. Es posible interpretar a los baobabs como problemas o pequeños vicios que, si uno no descarta a tiempo, lo ocupan todo y destruyen el planeta. Por ese motivo, es urgente advertir a los niños sobre la importancia de lidiar con las dificultades y los defectos cuando son apenas un brote.
"¡Había en una estrella, en un planeta -el mío, la Tierra-, un principito a quien consolar!".
Esta cita muestra la empatía de la que es capaz el narrador. En la inocencia del principito, durante la conversación entre él y el piloto sobre las rosas, las espinas y los corderos, no hay nada más importante que procesar un descubrimiento doloroso: su flor es vulnerable. En un principio, el narrador reacciona como un adulto e ignora la urgencia de las preguntas del principito. Pero luego comprende lo que es importante y deja de lado la urgencia de reparar el avión para consolar a su amigo.
"Yo era demasiado joven para saber amarla".
El principito se va de su planeta desconcertado por la flor. A lo largo del viaje madura y aprende algunas lecciones que lo llevan a comprende a su amada mucho mejor. Acá le confiesa al narrador que se equivocó en la manera en la que actuó con ella. Esto nos muestra el proceso de maduración que vive en principito y también el éxito de su viaje, que lo ha ayudado verdaderamente a amar mejor.
"Las personas mayores son muy extrañas".
En su viaje por los distintos planetas, el principito conoce a varios hombres que actúan de manera ridícula. Ninguno de ellos parece comprender la verdad detrás de su realidad o su verdadero propósito. Cada vez que el chico percibe el sinsentido de estos hombres repite: "Las personas mayores son muy extrañas", o alguna frase equivalente. Se convierte casi en un refrán que cierra la serie de capítulos en los que el principito recorre los asteroides.
"Yo tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo los posea. Pero tú, tú no eres útil para las estrellas".
Estas palabras se las dice el principito al hombre de negocios. Este hombre cree poseer las estrellas porque nadie más las ha reclamado como suyas. Para el chico, hacer una lista de posesiones y guardarlas bajo llave no es el verdadero significado de poseer. Él también es dueño de un planeta y algunas pertenencias, entre ellas, una flor y tres volcanes. Pero el principito se ocupa de ellos: riega su flor y deshollina sus volcanes. Desde la mirada de este chico, la relación que se establece entre los objetos y sus dueños está vinculada al servicio: no basta con poseer, sino que hay que trabajar y cuidar de nuestras pertenencias.
"Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es igual que hiciera nacer una estrella más o una flor, y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita, y por ser bonita es verdaderamente útil".
Inmediatamente después de visitar el planeta del hombre de negocios, el principito visita el del farolero. Allí se encuentra con un hombre que trabaja incansablemente prendiendo y apagando un farol. El chico considera que, de todos los hombres que conoció hasta ese momento, solo con el farolero podría tener una amistad. El motivo por el cual siente más afinidad por este hombre es que, a diferencia de los demás, este trabaja para algo distinto de sí mismo; está al servicio de lo bello. Para Saint-Exupéry parece haber una tríada fundamental para vivir con propósito: lo verdadero, lo útil y lo bello. La belleza aparece en esta cita como algo valioso que da sentido a una tarea. Y precisamente porque el farolero se dedica a algo que no resulta en el beneficio propio sino que puede servir a otro porque es bello, su ocupación es menos ridícula que la de los demás.
"-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos".
Esta es la cita más famosa de toda la obra y esto no es casual, pues resume la mirada del autor sobre lo que verdaderamente importa en la vida. Para Saint-Exupéry, el propósito en la vida es establecer vínculos profundos y significativos, en lugar de vivir de una manera superficial. Además, esta frase expresa la sabiduría que ha adquirido el principito sobre su relación con la rosa: gracias al zorro, el chico logra comprender que, aunque su flor pueda parecer una más en un campo de rosas, es única porque a ella le ha dedicado su tiempo y, entonces, ha conseguido domesticarla.
Asimismo, la cita nos permite volver sobre lo que sucede cuando el narrador era niño y dibujaba una boa que digería un elefante. Los adultos no podían ver lo que había en ese dibujo porque valoraban lo equivocado: los números, la vanidad, los libros, el éxito y las ocupaciones "serias". En el proceso de convertirse en adultos, las personas pierden la capacidad de ver lo esencial.
"Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la tierra".
El narrador piensa que las personas mayores creen que son muy importantes, como un baobab, pero si las juntáramos a todas, no ocuparían más que una isla. Con este comentario, el narrador enfatiza los delirios de grandeza que tienen los adultos. Esa opinión tan alta de sí mismos contrasta fuertemente con el modo en que los adultos son caracterizados a lo largo de la novela.