El piloto
Es el narrador del libro De chico cuenta con una viva imaginación y se inclina por lo artístico. Su gran sensibilidad le permite establecer rápidamente un vínculo con el principito, pues ha logrado mantener vivo a su niño interior. De hecho, a lo largo de su vida, el trato con personas adultas y serias le ha resultado tedioso y superficial. Por este motivo, su encuentro con el principito y la amistad que establecen se convierte en un momento definitorio en su vida; por fin ha encontrado alguien con quien poder hablar verdaderamente.
El principito
Es el protagonista de la novela. Su casa se encuentra en el asteroide B612, donde cuida de su planeta limpiando el hollín de los volcanes y despejando los baobabs que constantemente brotan de la tierra. Presta especial atención a la única rosa que crece en su planeta, a la que ama profundamente. Para entretenerse dirige su silla hacia el lugar en el que se pone el sol para disfrutar del ocaso; dado lo diminuto de su planeta, puede disfrutar de este espectáculo muchas veces en un día. Es por momentos impaciente, confrontativo y desafiante, curioso e inquisitivo, serio y responsable, amable y profundo en sus preguntas y reflexiones. También es valiente y resuelto, pues ha decidido dejar todo lo que conoce para viajar de planeta en planeta, y también se muestra dispuesto a dejarse morder por una serpiente para volver a casa.
La rosa
La rosa del principito representa a la amada. Es una representación del estereotipo de una mujer caprichosa, vanidosa, seductora, contradictoria, orgullosa y, a la vez que frágil, mordaz. A menudo, la rosa exaspera al principito y sus actitudes lo dejan perplejo. A pesar de ello, ambos parecen sentir un amor genuino por el otro.
El rey
Cuando el principito visita su planeta, el monarca asegura que reina sobre todo el planeta y que su poder es absoluto. Sin embargo, el planeta está deshabitado y el único ser que presuntamente vive allí, aparte del rey, es una rata. Para que sus pretensiones de poder absoluto no parezcan del todo ridículas, el rey ordena a los seres de manera “razonable”, es decir, solo les pide aquello que hacen naturalmente o desean hacer de por sí. De este modo, ordena al sol ponerse a la hora del ocaso y, al principito, a bostezar cuando así lo desee.
El vanidoso
Este hombre se considera a sí mismo el más bello e inteligente de su diminuto planeta. Al igual que el rey, su único deseo es que otro confirme su condición. Por ello se alegra cuando el principito llega de visita: para el hombre vanidoso, este visitante es un admirador.
El bebedor
El bebedor también vive solo en su planeta y ocupa todo su tiempo en beber. En contraste con el vanidoso y el rey, el bebedor se siente avergonzado de su condición, por lo que bebe para olvidarse de la culpa que le genera beber. El círculo vicioso en el que se encuentra este personaje genera lástima en el principito.
El hombre de negocios
Se trata de un hombre cuya única ocupación es contabilizar sus “pertenencias”. Está tan ocupado en su tarea que no tiene tiempo de encender su cigarro o saludar y charlar tranquilamente con el principito, quien llega de visita al planeta B328. Estas “pertenencias” que cuenta como posesiones son en realidad las estrellas que él anota en una lista, guardando luego esa lista bajo llave. No es un hombre con el que se pueda razonar sobre lo que verdaderamente significa poseer.
El farolero
Su trabajo consiste en encender las lámparas cuando cae el sol. A medida que el planeta gira con mayor rapidez, el farolero debe encender y apagar el farol de manera casi inmediata. A pesar de que las condiciones en el planeta han cambiado, el farolero no modifica la consigna de siempre y enciende y apaga el farol sin parar. Este personaje no está dispuesto a cambiar la manera en la que hace su labor, pero, por lo menos, su ocupación es más noble que la de los otros, pues no se ocupa de sí mismo.
El geógrafo
Es un hombre viejo que registra en unos libros muy extensos la información que le proveen los exploradores que visitan su planeta. El geógrafo desconoce la topografía de su propio planeta porque en lugar de ir a explorar se dedica a recopilar informes. Se interesa solo por lo que llama “cosas eternas” y le enseña al principito la palabra “efímero”. También es él quien le recomienda al principito visitar la Tierra.
Las rosas
En un campo de rosas, las flores saludan al principito y le revelan algo que él desconocía: su flor no es única en su especie. Luego de su experiencia con el zorro, el principito vuelve a ese campo y les habla a las flores desde una nueva perspectiva, adquirida gracias a la sabiduría del animal.
El zorro
El zorro es un animal salvaje que muestra mucha profundidad en sus reflexiones. Le enseña al principito el significado de la palabra “domesticar”. Con su propia guía, el principito domestica al zorro y descubre con él nuevos aspectos sobre su relación con la flor. Es el zorro quien pronuncia la famosa cita: “lo esencial es invisible a los ojos”.
La serpiente
Es amarilla y venenosa. Se sabe poderosa porque puede devolver a los hombres a la tierra de la que surgieron. Le ofrece al principito una mano cuando quiera volver a su planeta. Dos veces se encuentran la serpiente y el principito: en el primer encuentro le ofrece su ayuda y, en el segundo, cumple con su palabra, mordiendo al chico y ayudándolo a volver a su planeta.
El guardavía
Su tarea consiste en organizar a los viajantes y despachar los trenes. Lo hace sin saber por qué y cree que los viajeros tampoco saben a dónde van y para qué viajan. El principito le explica al guardavía que solo los niños saben verdaderamente lo que quieren.
El comerciante
Este hombre vende píldoras que quitan la sed; basta tomar una para no sentir ganas de beber agua por una semana. Según el comerciante, esto puede llegar a ahorrarle a una persona 53 minutos por semana.