Los sueños (lo onírico)
Es un sueño lo que lleva a Santiago a perseguir su destino. Es también un sueño, aunque de alguien más, lo que lo envía de regreso.
Santiago sueña con un niño mostrándole un tesoro en la base de las Pirámides. Cuando leemos por primera vez sobre este sueño, se nos hace entender que Santiago ya lo ha tenido anteriormente. Cuando se lo cuenta a la gitana de Tarifa y a Melquisedec, ambos le imploran que siga este sueño porque ambos creen que los sueños son el medio que el Universo utiliza para comunicarse con las personas. Al final del libro, es el sueño del ladrón (completamente opuesto al de Santiago, mostrándole el tesoro en la iglesia abandonada) el que envía a Santiago de regreso a España y al tesoro. El tema de los sueños está ligado al del destino, en tanto los sueños son el medio por el cual las personas llegan a conocer sus destinos.
El amor
Cuando comienza la historia de El Alquimista, el lector encuentra a Santiago buscando un reencuentro con la hija del comerciante, a quien conoció el año anterior. Pero al convencerse de que tiene que ir en busca de su tesoro, Santiago se olvida completamente de esta chica. Después conoce a Fátima en el oasis de Al-Fayum y considera abandonar su búsqueda para poder estar con ella. La diferencia entre los dos casos tiene un doble significado.
En primer lugar, lo que Santiago sentía por la hija del comerciante no era amor. Era simplemente una atracción sin ningún elemento espiritual. Por esta razón le fue muy fácil a Santiago dejarla e ir en busca de su destino. Sin embargo, el caso de Fátima es diferente. Cuando Santiago y Fátima se conocen, Santiago siente que el Alma del Mundo le está hablando directamente.
En segundo lugar, Fátima no anima a Santiago a abandonar su Leyenda Personal. Es por esta razón que el amor de Fátima no evita que Santiago vaya en busca de su destino. Debido a que Fátima es parte del destino de Santiago, ella no se interpone entre él y su Leyenda Personal. Esta es la diferencia fundamental entre el amor verdadero y otro tipo de amor, y es también uno de los mayores temas de El Alquimista, a saber, que el amor verdadero nunca previene a alguien de vivir su vida al máximo. Si alguien tiene que elegir entre su Leyenda Personal y el amor, entonces, en última instancia, no se trata de amor verdadero.
El destino
Uno de los temas fundamentales del libro es el hecho de que nuestros caminos están predeterminados o maktub, en las palabras del comerciante. La meta de la vida de una persona es vivir en armonía con lo que está escrito en su destino, o, lo que es lo mismo, con la Leyenda Personal de cada uno: la felicidad depende en esta armonía. Aparentemente, todos nosotros supimos alguna vez, cuando éramos niños, qué era nuestra Leyenda Personal. El principal problema es que cómo los adultos luchamos por complicar las cosas simples. En el libro, este problema se refleja en la experiencia de Santiago con la alquimia. Mientras viaja por el desierto con el inglés, Santiago lee varios libros sobre los secretos de la alquimia. Los libros claman que el secreto original de la alquimia podría haberse escrito en una simple oración, pero que la humanidad transformó este simple secreto en explicaciones complicadas que nadie puede entender. Santiago rechaza esto y sostiene poder aprender todo lo que necesita saber sobre la alquimia a través de su día a día. Esta convicción, que la Leyenda Personal de cada uno está presente en cualquier aspecto de la vida normal de cada persona, es uno de los temas más importantes de El Alquimista. Cuando Melquisedec dice que “cuando quieres algo, todo el Universo conspira para que realices tu sueño” (26), esto quiere decir que, debido a que el destino puso algo en el corazón de Santiago, el destino mismo lo ayudará a conseguirlo. El problema se encuentra en enfocar la energía para determinar qué es lo que uno de verdad quiere. Santiago es capaz de hacer esto durante la última parte de su viaje con el Alquimista, cuando aprende del desierto a buscar dentro de sí mismo y a silenciar sus propios temores. Al hacerlo, Santiago es finalmente capaz de ver que el mundo está a su alrededor y que su Leyenda Personal está en armonía con el mundo. Esto es demostrado mágicamente en el clímax de la novela, cuando Santiago es capaz de comunicarse con los elementos y se convierte él mismo en el viento.
La unidad
La unidad encontrada en toda la existencia puede ser descrita como un tema a través de dos aspectos principales de esta narración. Primero, como Coelho describe, el Alma del Mundo nos une a todos: personas, plantas, rocas, y elementos. En segundo lugar, no existe ninguna diferencia significante entre las diferentes religiones del mundo. En la historia de El Alquimista, esta unidad entre humanos y el mundo natural es señalada varias veces. Un ejemplo es la explicación del Alquimista, que dice que hasta los elementos materiales tienen una Leyenda Personal. La razón por la que los alquimistas pueden convertir cualquier metal en oro es porque la Leyenda Personal de ese metal común es convertirse en oro. Los alquimistas ayudan a los elementos a lograr su Leyenda Personal de la misma forma que el Alquimista ayuda a Santiago a lograr su propia Leyenda. Esta unidad con el mundo natural puede ser también observada cuando Santiago conversa con el viento, con el desierto y, finalmente, con la mano que escribió todo. Esta, se da a entender al lector, es Dios mismo.
En cierta manera, el final del libro da a entender que el alma de Santiago es también parte del Alma del Mundo, que representa a Dios. Este hecho se puede traducir en un tema aún más ecuménico del libro, en tanto a través de la narrativa hay una minimización de la diferencia entre el Cristianismo y el Islam, las dos religiones entre las cuales la historia tiene lugar. El libro da a entender al lector que Dios es uno solo con toda la creación, y que todas las religiones son esencialmente la misma. De esta forma, los pensamientos iniciales de Santiago sobre la rareza de los “infieles”, como inicialmente se refiere a los residentes de la ciudad de Tánger, se desvanecen rápidamente cando se da cuenta de que las preocupaciones espirituales de los musulmanes son muy parecidas a las de él. La preocupación del comerciante sobre su sueño de ir a La Meca puede ser comparada con la preocupación de alguien que tiene miedo de cumplir cualquier otro sueño.
El egoísmo
El libro abre con un prólogo que cuenta la historia de Narciso, introduciendo la cuestión del egoísmo a esta historia. En esta leyenda, Narciso se ahoga en un lago debido a que se enamora de su propio reflejo, hasta el punto de caerse en el agua. En la versión del prólogo del libro, se revela que, a pesar de que Narciso era egoísta, el lago en el que Narciso se ahogó también lo era. Después de la muerte de Narciso, el lago lo extraña, ya que este podía contemplarse a sí mismo en los ojos de Narciso. Este hecho le deja saber al lector que el tema del egoísmo no será tratado de forma de mostrar una sola perspectiva con una clara instrucción moral.
El egoísmo reaparece en la forma de la Leyenda Personal. La Leyenda Personal es algo que una persona realmente desea con todo su corazón. La novela sugiere que lo único importante en la vida es perseguir este sueño sin importar su costo. Muchas veces esto significa evitar cosas que no conducen a realizar este sueño. En el caso de Santiago, esto significa el dejar a su familia y su hogar. También significa que cualquier tipo de amor que llegue a sentir no debe de interponerse entre él y su Leyenda Personal.
La novela sugiere que, debido a que la Leyenda Personal es puesta en el corazón de cada persona por el Destino o el Alma del Mundo, perseguirla no es una opción sino un deber. De esta forma, El Alquimista sugiere que el egoísmo no es necesariamente una cualidad negativa, sino que hasta cierto punto es la única forma de vivir en paz con el universo y ser feliz.
Los sueños (las aspiraciones)
Los sueños, en el sentido de “metas” o “aspiraciones”, también constituyen otro tema importante en el libro. El sueño de Santiago de encontrar un tesoro le provee una meta: Santiago se resuelve a encontrar el tesoro y, gracias a esta decisión, es capaz de realizar su Leyenda Personal. Así, Coelho juega con el doble significado de la palabra sueño, como visiones que tenemos mientras dormimos y también como objetivos difíciles de alcanzar. De esta manera, el mensaje del libro puede ser descrito como el siguiente: todos necesitan de un sueño. Los períodos de vulnerabilidad en el viaje de Santiago se dan cuando no tiene una meta definida. Esto es verdad cuando termina de trabajar en la tienda de cristales, o cuando contempla quedarse en el oasis con Fátima. En ambas ocasiones piensa en desistir, pero termina avanzando en su camino.
Como contrapunto, podemos pensar en el caso del comerciante, que tiene miedo de cumplir su sueño de ir a La Meca. Él no quiere lograr su sueño porque siente que es lo único que lo mantiene con la vista hacia el futuro. Santiago trata de mostrarle que si ese es su destino no tiene otra opción más que cumplirlo, y que de otra forma no está viviendo de verdad. De esta manera, El Alquimista no se trata sobre qué debe uno soñar, sino sobre el hecho de que uno debe, simplemente, hacerlo.