Resumen
Después de reafirmale su amor a Fátima, Santiago viaja a través del desierto con el Alquimista. Viajan en silencio, comiendo lo que el halcón del Alquimista les suministra. Santiago se desespera por saber más sobre los secretos del alquimista. Este le explica que ha aprendido mucho, pero que lo que le falta aprender no puede enseñarse. Santiago debe aprenderlo por sí mismo. Al principio, explica el Alquimista, los secretos del universo eran conocidos por todos, pero los hombres han complicado las cosas porque buscan atesorar sus Leyendas Personales, pero no vivirlas. El Alquimista le aconseja a Santiago seguir su corazón.
Los dos viajan ahora con mucha cautela debido a que se están acercando al área con más tribus en guerra. Santiago escucha su corazón y lo encuentra agitado. Su corazón comienza a contarle historias sobre el Alma del Mundo, específicamente sobre aquellos que han fracasado en encontrar su fortuna. El corazón de Santiago está asustado y quiere regresar a Fátima. Santiago le dice al Alquimista que su corazón es traicionero y no quiere que continúe su viaje. “La traición es el golpe que no esperas”, le responde el Alquimista. “Si conoces bien a tu corazón, él jamás lo conseguirá” (89).
Mientras viajan, Santiago escucha su corazón y eventualmente llega a aceptar lo que le dice. Al acercarse el final de su viaje, Santiago le dice al Alquimista que quiere aprender algunos de los secretos de la alquimia. El Alquimista le responde que ya conoce muchos secretos importantes, como que tiene que escuchar al Alma del Mundo para poder encontrar su tesoro. Todo sobre la faz de la Tierra, incluyendo los elementos, tiene una Leyenda Personal. Esta es la razón por la que los alquimistas pueden convertir cualquier metal en oro: simplemente están ayudando al metal a realizar su Leyenda Personal.
La guerra finalmente alcanza a los viajantes, que son llevados cautivos por una tribu de la región. Los miembros de la tribu creen que Santiago y el Alquimista son espías y amenazan con matarlos. Para salvar su vida y la de Santiago, el Alquimista le da a la tribu todo el dinero de Santiago y les dice que este es un poderoso hechicero que puede convertirse en viento y destruirlos. Los miembros de la tribu no le creen, pero le dan a Santiago unos días para probarlo. Santiago entra en pánico porque no tiene idea de cómo convertirse en viento. El Alquimista parece no estar preocupado. Durante tres días, Santiago sube a la cima de un barranco y contempla el desierto, escuchando su corazón. Finalmente, al tercer día, sube a la cima y usa su corazón para hablar con el desierto, ya que ambos hablan el Lenguaje del Mundo. Santiago le pide al desierto ayuda para convertirse en viento y poder regresar al lado de la chica que ama, pero el desierto le responde que no sabe cómo ayudarlo. Santiago entonces le pide ayuda al viento, pero este no sabe qué es el amor. Finalmente, Santiago le pide ayuda al sol, que sí sabe qué es el amor, pero aún así no puede ayudarlo. El sol le sugiere a Santiago que le pida ayuda a la Mano que lo escribió todo. Santiago comienza entonces a orar, pero su oración no es una súplica sino un reconocimiento, como si proviniera de alguna sabiduría interna que sugiere que su corazón y el Alma del Mundo son lo mismo. Una vez que Santiago se da cuenta de esto, el viento comienza a soplar con fuerza y los miembros de la tribu observan a Santiago desaparecer. Luego, este reaparece al otro lado del campamento. Los jefes están tan impresionados con esta demonstración que deciden dejar ir a los viajantes y ofrecerles un guía para llegar a salvo a su destino.
Al día siguiente, el Alquimista y Santiago llegan al monasterio cóptico. El Alquimista usa parte de su Piedra Filosofal para convertir plomo en oro, y le regala una parte a Santiago y otra parte al monje. También le da al monje una pieza extra para que se la guarde a Santiago en caso de que algo llegue a ocurrirle. El Alquimista y Santiago se separan, y este se marcha rumbo a las Pirámides. Está radiante de alegría, y es entonces que se da cuenta que ya puede volver en paz, porque el verdadero tesoro no es oro o gemas preciosas sino la sabiduría que ha ganado y su amor por Fátima. Sin embargo, el Alquimista le dice que escuche a su corazón. El corazón de Santiago le dice que comience a cavar donde vea un escarabajo de desierto. Mientras está cavando, un grupo de hombres se acerca a él y comienza a golpearlo salvajemente, robándole todo su dinero. Cuando Santiago les cuenta qué está haciendo a pie de las Pirámides, uno de los hombres le dice que es un tonto: él tuvo el mismo sueño, pero su tesoro se encontraba en España. El hombre comenta que él no fue tan tonto como para ir a buscar aquel tesoro. Después de que los hombres se marchan, Santiago se levanta emocionado. Ahora sabe dónde se encuentra su tesoro.
Análisis
Al viajar con el Alquimista, Santiago aprende muchas cosas que al comienzo, cuando viajaba solo, no parecían obvias. Es cuando Santiago está con el Alquimista que se da cuenta de que su corazón y su alma son parte del Alma del Mundo. Este hecho pone en relieve el tema del panteísmo, sugerido a lo largo de toda la novela: Dios es un gran alma, el Alma del Mundo. Por esta razón, todas la religiones que reconocen este hecho son esencialmente la misma. Esta es la base detrás del tema ecumenista de la novela.
Esta sección también contiene el clímax de la historia, en la que la parte mágica hace sentir su presencia. En este clímax, Santiago habla con los elementos: el desierto, el viento, el sol y, finalmente, el Alma del Mundo. Es importante destacar algunos aspectos de esta escena. Primero, podemos ver que la comunicación de Santiago con estas fuerzas inánimes ejemplifica la afirmación del Alquimista de que todas las cosas, incluyendo a las piedras y los animales, poseen un alma. Este hecho niega en esencia el dualismo al que normalmente estamos sometidos, y apoya la idea de que no hay diferencia entre las cosas materiales y los seres vivos. Todos somos seres con almas, aunque algunas de las características que poseemos sean diferentes a las de otros seres.
En segundo lugar, es importante notar que, aunque Santiago utiliza su voz para hablar con el viento, con el desierto y con el sol, se muestra incapaz de hablar cuando tiene que comunicarse con el Alma del Mundo. Esto no quiere decir que Santiago no pueda comunicarse, sino que las palabras no son suficientes. Comunicarse con el Alma del Mundo es algo que requiere que Santiago abra su corazón. Esta representación del lenguaje como algo insuficiente es coherente con otras partes de la novela en las que la humanidad es descrita de una forma decadente. El problema no es que los secretos de la vida sean complicados, sino que el hombre ha complicado estos secretos a través del uso del lenguaje. Es por eso que el último paso en el viaje espiritual de Santiago no es alcanzado por medio del habla, sino por medio de la escucha.
El giro al final de la historia (el hecho de que el tesoro siempre haya estado cerca de Santiago) reafirma las enseñanzas del Alquimista. Así como el Alquimista insiste con que los secretos que él guarda son fáciles de entender, igual de simple es el hecho de que el tesoro siempre se haya encontrado cerca. Así, el secreto para vivir una vida más feliz no se encuentra lejos, en un lugar exótico: muchas veces este secreto está frente a nosotros, justo debajo de nuestras narices. El truco está en que a veces debemos viajar lejos para poder darnos cuenta de ello.