Resumen:
Este poema en prosa se titula "Apunte callejero". No está fechado con el lugar donde fue escrito, y es de los pocos poemas que presentan esta condición. El poema introduce la reflexión sobre el "guardado" (el archivo, el apunte) de las cosas que el poeta ve, siente y experimenta. El yo poético hace referencia a que se siente "lleno", y entendemos el poema como una válvula hacia la cual orientar todo el material que el poeta recibe de lo que ve y vive. Hace, además, dos comentarios que parecen reflexiones, enfatizados por la finalización en puntos suspensivos, como si pensara en voz alta o hacia sí mismo. El poema termina de manera tajante, con la imagen de un suicidio.
Análisis:
El hecho de que el título sea "Apunte callejero" y no haya señales de una ciudad en particular puede querer transmitir la idea de que se trata de una situación que podría ocurrir en cualquier urbe. A diferencia del resto de los poemas, este no da ninguna señal específica de identidad geográfica: menciona una ventana, quioscos, faroles, transeúntes y el tranvía. Hay una sinécdoque que representa a una mujer (tal vez la camarera del café) por medio de los senos.
Hay un momento del poema que resulta clave para pensar el poemario, e introduce una cuestión que el resto de los poemas desarrolla pero no enuncia con la misma claridad. El poeta se pregunta, en primera persona: "Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...". Las cosas que el yo lírico observa y conoce al transitar una ciudad aparecen como un exceso, como demasiado material para un cuerpo. Esta sensación de sobrecarga le produce al poeta el deseo de "deshacerse" de algo. Con la imagen que cierra el poema ("Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.") podemos entender que la "sombra" del poeta sería ese "lastre" que se escapa, se escabulle, como una forma de deshacerse de aquello que sobra o que necesita desprenderse, sin que el yo lírico tome -una vez más- una posición activa al respecto.
Al mismo tiempo, el poema ofrece otra respuesta a la pregunta sobre dónde guardará el poeta lo que ve, y es, precisamente, en los poemas, porque invita al lector a reflexionar sobre que esa pregunta se hace, precisamente, al interior de un poema donde se enumeran las cosas que teme perder.