La tristeza de Hermia (Alegoría)
Esta alegoría aparece en la primera escena del primer acto, luego de que Hermia fuera obligada por su padre a casarse con Demetrio, y justo antes de que decida fugarse junto a Lisandro. A través de este diálogo, Hermia y Lisandro describen alegóricamente la tristeza que siente Hermia:
Lisandro: ¿Por qué palidecen tus mejillas? ¿Cómo tus rosas se decoloran tan pronto?
Hermia: Presumo que por falta de lluvia; podría regarlas sobradamente con la tormenta de mis ojos.
(pp.23-24)
Una alegoría es un sistema de metáforas que funcionan unidas. En esta alegoría, hay una metáfora principal sobre la que se aplican otras. La principal, aquí, se trata de las rosas que representan las mejillas de Hermia. El color rojo es la característica principal que une ambos elementos. Sin embargo, las mejillas de Hermia, precisamente, han perdido el color a causa de la tristeza. Allí, entonces, la metáfora de las rosas se modifica: ahora, las mejillas son como rosas que están perdiendo su color porque no han sido regadas. La última metáfora de la alegoría aparece, precisamente, en relación con el riego: las lágrimas, producto de la tristeza, que se derramarán sobre las mejillas de Hermia metaforizan el agua que debe regar las rosas para que estas vivan.
La serpiente (Símbolo)
En Sueño de una noche de verano, la serpiente simboliza el engaño, la traición. Este es un símbolo que tiene sus raíces en La Biblia cuando la serpiente engaña a Adán y Eva para hacerlos comer el fruto prohibido, error que les costará el destierro del paraíso.
Aquí, este símbolo aparece cuando Hermia está durmiendo en el bosque y sueña que una serpiente le devora el corazón. Se despierta asustada y le pide ayuda a Lisandro. Pero este no está porque, precisamente, mientras ella soñaba con la serpiente, él, víctima de la pócima aplicada por Puck, se enamoró perdidamente de Elena; la traicionó. No es casual que, en el sueño, la serpiente le coma el corazón a Hermia.
Es interesante destacar que antes de encontrarse con Lisandro, Hermia se encuentra con Demetrio y, convencida de que este mató a Lisandro y de que le está mintiendo cuando le dice que no sabe dónde está su amado, exclama: "¡Jamás serpiente alguna hirió con dardo más envenenado que el tuyo, reptil!" (p.70). El símbolo funciona del mismo modo, aunque aquí recae, erróneamente, sobre Demetrio.
La rosa y la castidad (Alegoría)
Nuevamente la rosa es utilizada para conformar una alegoría en torno a Hermia. En este caso, la fabrica Teseo al intentar convencerla de que es mejor aceptar la ley y casarse con Demetrio antes que desafiarla y tener que vivir toda la vida en la castidad, sin perder su virginidad. Dice Teseo: "... más dichosa es en la tierra la rosa cuya esencia destilamos que la que, marchitándose en su tallo virgen, crece, vive y muere en bendición solitaria" (p.22).
En este caso, la metáfora que da inicio a la alegoría es la de la rosa representando a Hermia. La rosa es un elemento que ha sido muy utilizado en la literatura como metáfora de la mujer: la fragilidad y la belleza son los dos atributos fundamentales que, en teoría, comparten. Es importante tener en cuenta el contexto histórico de esta metáfora, un contexto en el que se concebía a la mujer como un ser totalmente dependiente del hombre y, por lo tanto, débil. Esa fragilidad debía combinarse con la belleza para formar el ideal de la mujer.
Ahora bien, una vez instalada la metáfora de la rosa, la alegoría se construye a través de otra metáfora, que es la de "destilar" dicha rosa. La destilación de la rosa es el proceso por el que se extrae su aceite para hacer, por ejemplo, perfume. En este caso, la metáfora hace referencia a la sexualidad de Hermia. Lo que está afirmando Teseo es que así como el hombre destila la rosa para extraer su aceite, su vitalidad, al tener sexo con la mujer, el hombre la llena de vida. Esto queda aún más claro con la última metáfora de la alegoría que se contrapone a la de la destilación. Según Teseo, la rosa a la que no se le extrae el aceite se marchita y vive en soledad. Esto es lo que le sucedería a Hermia, según Teseo, si opta por vivir en la castidad.
La atracción de Elena por Demetrio (Alegoría)
Elena está profundamente enamorada y atraída por Demetrio quien, sin embargo, la rechaza durante gran parte de la obra. A través de esta alegoría, algo fallida, Elena le describe su atracción: "Tú me atraes, imán de corazón empedernido; pero no es hierro lo que atraes, pues mi corazón es fiel como el acero" (p.44).
En este caso, el primer elemento de la alegoría es el corazón de Demetrio, comparado con un imán por su fuerza de atracción. Ahora bien, el metal que más atrae el imán es el hierro. Sin embargo, el acero es mucho más resistente que el hierro, aunque no es atraído por el imán. Elena, entonces, realiza una analogía entre la fidelidad de su corazón y la resistencia del acero.
En definitiva, Elena construye una alegoría que funcionaría a la perfección si la fidelidad de su corazón fuera resistente como el hierro, el metal que más atrae el imán-corazón de Demetrio. Pero como el hierro es un material débil, debe aclarar que, en realidad, su fidelidad es sólida como el acero, y que, en este caso particular, el imán atrae acero. Se trata entonces de una alegoría un tanto fallida que demuestra el estado de desesperación en el que se encuentra Elena cuando intenta convencer, de mil maneras, a Demetrio de lo que siente por él.
El cuervo y la paloma (Símbolos)
En el segundo acto, Lisandro es hechizado por la pócima mágica de Puck, y repentinamente siente que ama a Elena y desprecia a Hermia. Dice al respecto: "A Hermia no, sino a Elena es a quien adoro. ¿Quién no cambiaría un cuervo por una paloma?" (p.53).
El cuervo y la paloma son dos símbolos que se oponen radicalmente. Mientras que el cuervo, al ser un ave carroñera y estar relacionado, por lo tanto, con la muerte, simboliza el mal y la oscuridad, la paloma simboliza, por el contrario, la paz y la esperanza. El simbolismo de la paloma proviene de La Biblia, donde una paloma le lleva a Noé una rama de olivo como señal de que el diluvio terminó.