“Hipólita, te gané con mi espada, y por la violencia conquisté tu amor”.
Ya desde la primera escena del primer acto se plantea el sometimiento de la mujer por parte del hombre. Teseo, con orgullo, remite a través de esta frase al origen de su relación con Hipólita, un origen que no se encuentra en la obra sino en la mitología griega: Teseo, en una expedición comandada por Heracles a la tierra de las Amazonas, mujeres guerreras gobernadas por Hipólita, rapta a esta última. En Sueño de una noche de verano, Teseo e Hipólita están prontos a casarse. Lo interesante aquí es que ella no muestra ningún tipo de resistencia ante el sometimiento de Teseo. Por el contrario, también está ansiosa por casarse.
Este caso de sometimiento y sumisión entre Teseo e Hipólita funcionará como un perfecto contraste con la siguiente acción de la obra: el sometimiento de Egeo hacia Hermia, su hija, y la rebeldía de ella. Se trata de un contraste que marca las diferencias intergeneracionales: la aceptación del sometimiento por parte de Hipólita, representativa de la generación adulta; la rebeldía de Hermia, representativa de la generación joven.
“Así quiero crecer, así vivir y así morir, señor, antes que sacrificar mi virginidad a un hombre cuyo yugo rechaza mi alma…”.
Esta cita es fundamental para la trama de la obra, y para comprender el lugar de la mujer dentro de la sociedad renacentista. Es la frase con la que Hermia se rebela a su padre, Egeo, y así da inicio al conflicto de Sueño de una noche de verano. Antes que sacrificar su virginidad con Demetrio, Hermia prefiere vivir casta para siempre, o incluso sufrir la pena de muerte. Así como en Hipólita se ve un sometimiento ante el hombre absolutamente armónico, en Hermia aparece (en la misma escena, generando un perfecto contraste) una rebeldía absolutamente extrema, que destroza la armonía dentro del palacio del duque de Atenas.
Además, es muy importante la referencia de Hermia a su virginidad. Tal como se lo dice luego Demetrio a Elena, la virginidad es el tesoro de las mujeres jóvenes lo que les puede garantizar un futuro dentro de una sociedad en la que dependen absolutamente de los hombres, en la que los matrimonios son arreglados, en función de la conveniencia económica, por los padres de las diferentes familias. En ese contexto, las mujeres debían mantenerse castas hasta casarse y entregar su virginidad al hombre al cual, desde entonces, pertenecerían. Hermia se rebela a pertenecer a Demetrio y, al huir con Lisandro, desencadena el conflicto de la obra.
“¡Señor, qué locos son los mortales!”.
Esta frase se la dice Puck a Oberón tras ver los constantes desencuentros de los personajes. Más allá de haber sido parte fundamental de dichos desencuentros (Puck vierte la pócima del amor varias veces, y la primera se equivoca al hacerlo), Puck se sorprende al observar cómo los jóvenes atenienses cambian de parecer todo el tiempo en relación a quién aman, y cómo sufren por amor.
Sueño de una noche de verano cuestiona la naturaleza del amor en los jóvenes: muestra su lado positivo, la rebeldía que los hace enfrentarse a la ley de los adultos, pero también su lado negativo: la inconsistencia y el sufrimiento. En ambos casos, el amor hace que los jóvenes actúen como si fueran locos: tanto cuando se enfrentan a la ley, arriesgando sus vidas, como cuando aman desesperadamente y luego, de repente, dejan de hacerlo, o se enamoran de otra persona.
“Así crecimos juntas, semejantes a dos cerezas mellizas que se diría que están separadas, pero que un lazo común las une; dos lindas bayas modeladas sobre el mismo tallo. Así es como, con dos cuerpos visibles, no teníamos más que un solo corazón…”.
¿Qué diferencia a Elena de Hermia? ¿Qué diferencia a Lisandro de Demetrio? Los jóvenes atenienses no tienen características distintivas en su personalidad; lo único que los diferencia es la persona a la que aman. Por eso, incluso cuando Lisandro y Demetrio coinciden al amar a Hermia y luego a Elena, funcionan como si fueran el mismo personaje. Esta cita de Elena describe a la perfección la duplicidad entre ella y Hermia; comparten una similitud que las une desde la infancia y que solo puede difuminarse con la entrada a la adultez, es decir, con el casamiento.
“¿No soy Hermia? ¿No eres tú Lisandro?”.
Esta es una de las líneas que pone en evidencia con mayor claridad el conflicto de identidad en Sueño de una noche de verano. Hemos dicho que los jóvenes atenienses no tienen características distintivas en su personalidad, sino que los define el amor, es decir, a quién aman y por quién son amados.
A causa de la pócima mágica, Lisandro repentinamente deja de amar a Hermia y pasa a amar a Elena. Cuando Hermia se lo encuentra y se enfrenta a esta situación, aparece de inmediato el conflicto de la identidad: si ella se definía por ser amada por Lisandro y amar a Lisandro, y ahora Lisandro no la ama más, sino que ama a Elena, ¿entonces quién es ella? ¿Quién es Lisandro si ya no es aquel que amaba a Hermia? Aquello único definía a los personajes, ya no los define. De allí surge esta línea, estas preguntas desesperadas acerca de la identidad.
“Cuando despierten de pronto, toda esta broma les parecerá un sueño, una vana visión, y los amantes volverán a tomar el camino de Atenas, unidos con lazos que solo la muerte podrá romper”.
En esta cita, Oberón profetiza lo que sucederá cuando los amantes despierten y salgan del bosque. Por supuesto, fue él quien se encargó de que los amantes pudieran unirse (pese al error inicial de Puck); fue una fuerza mágica del bosque la que resolvió el conflicto que la ley ateniense no podía resolver.
Más allá de esto, hay dos cuestiones importantes que se desprenden de la cita: por un lado, Oberón está totalmente seguro de que los personajes tomarán lo que les pasó como un sueño, y así efectivamente sucede. Esto genera la inquietante sensación de que la línea que divide la realidad de la ficción es demasiado fina, y que fácilmente se puede tomar como un sueño algo que realmente sucedió, y vivir con la certeza errada de creer que no se vivió algo que sí se vivió.
Por otro lado, Oberón asegura que desde que despierten en adelante, los amantes estarán unidos hasta que la muerte los separe. Pero la obra acaba de poner en escena las constantes rupturas de las parejas. ¿Qué es, entonces, lo que los unirá para siempre? ¿Qué es lo que cambiará esa esencia, precisamente, cambiante de los personajes? Lo que detiene esa fluctuación constante es el casamiento, que constituye, a la vez, la entrada a la adultez y a la ley ateniense. Si el espacio del bosque fue fundamental para unir a las parejas, Atenas lo será para sellar esa unión con el matrimonio y no dejarla librada a cambios repentinos de ningún tipo.
“El loco, el amante y el poeta son todo imaginación”.
Esta es una de las citas más famosas de la obra. Aquí, Teseo toca el tema fundamental de la obra, la realidad y la ficción, y nos invita a reflexionar acerca de los distintos personajes mediante el recurso metateatral, que difumina el límite entre lo que es real y lo que es imaginado. Es importante destacar que Teseo dice esta frase tras haber escuchado el extraño relato de los jóvenes atenienses, y justo antes de comenzar a ver la representación de los artesanos.
Ahora bien, ¿quiénes son los locos? Como dice Puck, los locos, en esta obra, son los jóvenes atenienses que pierden la cabeza por amor. También son ellos los amantes. La referencia al poeta, que más adelante define como aquel que crea mundos y le pone nombre a las cosas, alude sin dudas al autor teatral. Lo que hace aquí Teseo, en definitiva, es unir los sucesos mágicos del bosque con el teatro. Esos locos amantes pueden haber imaginado todo lo que relatan, de la misma manera en que el poeta puede imaginar y crear una obra de teatro; una obra que, a la vez, puede ser también, como dirá Puck al final, un producto de la imaginación, un sueño del público.
“¡Oh, muro! ¡Cuántas veces has oído mis lamentos por tenerme separada de mi hermoso Píramo! Mis labios de cereza han besado tus piedras a menudo, tus piedras con cal y pelo entretejidas”.
En esta cita se ven con claridad los cómicos conflictos que tienen los artesanos al representar la tragedia de Píramo y Tisbe. Durante toda la preparación de la obra, los artesanos temen que su audiencia confunda realidad y ficción. Por lo tanto, entre otras cosas, deciden armar un prólogo aclarando que el león no es real, y que tampoco lo es el suicidio de Píramo.
En ese afán por dejar bien en claro la naturaleza ficcional de la obra, Tisbe afirma que las piedras del muro están entretejidas con cal y pelo. ¿Por qué con pelo? Porque el muro es representado por otro de los actores, no es un muro real y, como si el público no pudiera darse cuenta, Tisbe lo aclara.
En definitiva, los artesanos, en lugar de intentar que el público crea en la ficción que están representando, en lugar de disimular los problemas de verosimilitud de su puesta en escena, constantemente los destacan, con el objetivo de demostrar que es una ficción llena de fallas y generando así un gran efecto cómico, tanto en su audiencia (los nobles atenienses), como en los lectores y espectadores de la obra de Shakespeare.
“Si imaginamos de ellos lo que ellos de sí mismos imaginan, pasarán por personas excelentes”.
Esta es otra frase fundamental de Teseo. Se la dice a Hipólita después de que ella, indignada con la representación de los artesanos, afirme que lo que están viendo es una tontería. Entonces, Teseo los defiende poniendo como centro de su argumento la imaginación. Para Teseo, la representación es pura ilusión y, por lo tanto, la imaginación puede enmendar cualquier error que tenga la obra.
Sin dudas, los actores imaginan que están haciendo un trabajo excelente. Entonces, si se logra imaginar aquello que ellos están imaginando, se los podrá percibir como “personas excelentes”, se podrá apreciar la obra.
“Si nosotros, vanas sombras, los hemos ofendido, piensen solo esto, y todo está arreglado: que se han quedado aquí durmiendo mientras han aparecido esas visiones. Y esta débil y humilde ficción no tendrá sino la inconsciencia de un sueño”.
A través de este parlamento final de Puck, Shakespeare lleva al extremo el recurso de la metaficción y la puesta en abismo. Hasta este momento, los espectadores estaban viendo una obra que reflexionaba sobre su propia naturaleza ficcional, que contenía otra obra y, por lo tanto, espectadores ficcionales. La puesta en abismo es un procedimiento que consiste en construir una ficción dentro de otra ficción, con una temática similar o idéntica, con el objetivo de difuminar los límites entre realidad y ficción.
Lo que sucede aquí, en el final de la obra, es que esa puesta en abismo integra directamente a los espectadores reales: en el momento en el que Puck les habla, como si ellos fueran personajes, o como si el duende fuera real, y les dice que pueden pensar que la obra que acaban de ver fue un sueño, los incluye dentro de la ficción. ¿Qué garantiza, entonces, que así como Teseo e Hipólita son espectadores ficticios de una obra ficticia, los espectadores de Sueño de una noche de verano no lo sean también? ¿Dónde está el límite entre lo real y lo ficcional?