El arpa (Símbolo)
En la rima VII, el arpa funciona como un símbolo de la genialidad. Puede estar en silencio si nadie la está tocando, así como la genialidad puede estar en reposo hasta que, de repente, despierta y "lanza sus notas".
En esta comparación queda muy claro: "Del salón en el ángulo oscuro / de su dueño tal vez olvidada / silenciosa y cubierta de polvo / veíase el arpa / ¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio / así duerme en el fondo del alma / y una voz, como Lázaro, espera / que le diga: «Levántate y anda»!" (p. 43).
El fuego (Símbolo)
El fuego es uno de los símbolos más comunes del Romanticismo y suele hacer referencia a la pasión y el deseo.
En las Rimas de Bécquer, por ejemplo, se puede ver con mucha claridad en el comienzo de la rima XXIV: "Dos lenguas rojas de fuego que a / un mismo tronco enlazadas se / aproximan, y al besarse / forman una sola llama" (p. 50).
La luz (Símbolo)
La luz también es otro de los símbolos más comunes del Romanticismo. Suele hacer referencia a la vitalidad.
En las Rimas, la vemos, por ejemplo, en la XXXIV, en donde la amada del yo lírico revive a la tierra y el cielo con la luz de sus ojos: "Los entreabre / aquellos ojos tan claros como el día / y la tierra y el cielo, cuando abarcan / arden con nueva luz en sus pupilas" (p. 58).
La máscara (Símbolo)
La máscara es un símbolo muy común en la literatura, no solo del Romanticismo sino de diferentes estéticas (anteriores y posteriores). Simboliza la falsedad.
En las Rimas de Bécquer aparece en la rima XL, cuando el yo lírico se entera de que su amada tuvo, un año antes, una historia romántica con un amigo de él. Entonces afirma: "¡No hay máscara / semejante a su rostro!" (p. 61).
Las abejas (Símbolo)
En la rima LXIII, las abejas funcionan como símbolo de los recuerdos. Aparecen de repente, persiguen e incluso clavan su aguijón en el yo lírico, generándole dolor: "Me rodean, me acosan / y unos tras otros a clavarme vienen el / agudo aguijón que el alma encona" (p. 74).